El Mercurio
Para muchos, el amor más tierno se vive en la adolescencia, una etapa llena de sueños, de primeros amores y también primeros corazones rotos. Pero pese al sufrimiento que pueda haber después, a la inmadurez e inexperiencia, parece ser trascendental que los padres apoyen a sus hijos en sus pololeos a esa edad, más que estar prohibiéndoles o poniéndoles problemas para enamorarse.
Así lo sostiene el psicólogo de la Unidad de Adolescencia de la Clínica Santa María, Cristian Bahamondes, quien, consciente de que estas relaciones suelen causar inquietud en los padres, hace un llamado a aceptar el papel primordial que ellos mismos, como progenitores, cumplen en estos pololeos, no solo como guías, sino que también permitiendo el desarrollo emocional de sus hijos a través de los afectos románticos que surgen del amor en pareja, el desarrollo de su sexualidad y, por ende, que logren aprender a equilibrar la atracción física con el cariño y amor.
“El beneficio de una relación de pareja a temprana edad es que el adolescente tiene más tiempo para aprender a conjugar el amor con la sexualidad. Cuando se logra una simbiosis (estabilidad) entre ambos aspectos, hablamos de una relación madura”, profundiza, agregando que si bien es difícil hablar de una edad determinada en la que sería más o menos normal o conveniente que un ser humano tenga su primera relación romántica, se cree que desde los 15 años comienza a aparecer la necesidad de una pareja estable.
En lo que casi ningún padre quiere pensar: el sexo y una relación tóxica
Más allá de establecer horarios de llegada o reglas típicas como que no se entra con el/la pololo/a a la pieza –o que pueden estar ahí solo con la puerta abierta-, tan clásicas en los hogares con adolescentes, estos límites parecen débiles si no se acompañan de una conversación clara sobre sexo con los hijos.
“Se debe hacer principal hincapié en el diálogo que fomente el auto-cuidado, que no es solo por el riesgo de embarazo adolescente, sino que también asociado a ETS (enfermedades de transmisión sexual) que son fundamentales ser advertidas por los padres”, señala el psicólogo, agregando que lo recomendable es que sea el padre del mismo sexo el que tenga esta importante charla con el adolescente ya que puede hablar del tema desde su propia experiencia.
“Sabemos que ambos padres pueden brindar información importante sobre sexualidad, pero esto puede ser beneficioso para el adolescente ya que el padre habla desde el mismo cuerpo, en relación a la sexualidad, cosa que le puede ayudar a traducir de mejor manera qué es lo que le sucede”, explica.
Con todo, y la comprensión necesaria que requiere un padre frente al tema de los pololeos de sus hijos, el especialista llama a poner atención e intervenir si es necesario, en caso de que se vea que la relación de sus hijos se ha transformado en un tema que afecta la psiquis del adolescente: “Si el pololeo se sostiene bajo un vínculo tóxico o destructivo, o si ven a su hijo o hija sufriendo reiteradas veces se debe tomar acciones. Pero esto solamente se puede analizar caso a caso; no es bueno hacer generalizaciones y es preferible consultar con un especialista”.
Tal como indica Bahamondes, es preciso informar a los hijos que en las relaciones humanas existen de vez en cuando conflictos, de forma que no caigan en una idealización de su pololeo. Sin embargo, deben saber distinguir entre un vínculo romántico normal y uno “agresivo y demandante en su dinámica”, que suele provocar para ambos miembros de la pareja caer en una especie de círculo vicioso en el que no pueden romper el ritmo de las peleas.
“Esto puede ser bastante serio, ya que en algunos casos, uno de los integrantes o, también pueden ser ambos, pueden tener algún tipo de problemática psico-emocional”, comentó.
