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Cuando Richard y France Naud tuvieron a Cassandra, los médicos les ofrecieron la alternativa de que su hija fuera sometida a una cirugía estética. La niña no tenía una malformación ni nada por el estilo, sino que una gran macha café que le cubría prácticamente toda su mejilla derecha.
Sin embargo, preocupados por la posibilidad de que la intervención dejara cicatrices, los padres prefirieron dejarla tal cual. Hoy, 22 años después, Cassandra les agradece su decisión.
"Mi mancha de nacimiento es una gran parte de mí (…) Me hace única y memorable, lo que es especialmente importante para la carrera que he elegido", señaló la joven canadiense, quien es bailarina profesional.
"Estoy muy contenta de que mis padres hayan elegido dejarme con mi mancha de nacimiento, ya que es parte de lo que soy. Tener una mancha de nacimiento me distingue y no siento que alguna vez me haya perjudicado", agregó.
La mancha inevitablemente llama la atención de las personas, porque está cubierta de vellos, lo que significó para Cassandra ser víctimas de bullying durante su época escolar.
"Era difícil soportar sus comentarios crueles y frecuentemente tenía que luchar por contener las lágrimas. Me sentía fea", reveló. Por esta razón, cuando tenía 13 años, le dijo a su madre que se la quería sacar.
Sin embargo, el cirujano le explicó que la mancha era profunda y que removerla implicaría dejarla con feas cicatrices. "Inmediatamente cambié mi opinión. Me imaginé que sería peor y le dije a mi mamá que prefería mantener mi individualidad", contó.
Lo mismo pensó cuando un agente le sugirió que borrara digitalmente la mancha con Photoshop, a lo que la bailarina se negó ya que -asegura- se siente segura con su apariencia.
Por esto, Cassandra llama a las personas a amarse a sí mismas tal como son. "Las personas deben apreciar su individualidad (…) Los tiempos están cambiando, así que no se preocupen de verse normales. No dejen que las burlas los detengan y siéntanse orgullosos de su singularidad", alentó.