¿Le apetecen los escorpiones, larvas, escarabajos, gusanos o saltamontes? Muy por el contrario de lo que se piensa, no es una rareza ni mucho menos una enfermedad.
La ingesta de insectos y bichos ha estado presente en la dieta del mundo desde que el hombre habitaba en las cavernas.
Parte de la cultura de civilizaciones antiguas o tan sólo un fragmento de la dieta de países que podrían sonarnos menos exóticos, la verdad es que los insectos no son un capricho y pueden llegar a contener tantos nutrientes como el vacuno o guiso de verduras y carne de un hogar típico chileno.
A pesar de haber registros de ingesta de insectos, en la actualidad se estima que cerca de 2,5 billones de habitantes de Asia, África y América los consideran dentro de su dieta frecuente ya que, se estima, por ejemplo 100 grs. de vacuno aportan entre 54 a 57% de proteínas, mientras que 100 grs. de saltamontes, entre el 67 y 72%.
Los datos son elocuentes: de cada 10 animales que hay en la tierra, 8 son insectos. Y su aporte nutricional es notable ya que son una buena fuente de sales minerales, vitamina B y magnesio, entre otros. Y, por si fuera poco, en su estado larval, los insectos son una fuente de calorías de gran calidad gracias a su formación en ácidos grasos poli insaturados, que no son dañinos para el hombre.
En nuestro continente la cosa no anda tan lejos ya que México, Colombia y Uruguay son, en la región, los principales proveedores de tipos de insectos comestibles.
Por todas estas razones, se está transformando en una tendencia creciente hacia latitudes donde no se acostumbraba. Y es que la misma FAO ha recomendado entrar a considerarlos debido a que la comida no será suficiente para alimentar a todos en el futuro: el 2050 habrán en el mundo 2.000 millones de personas más que hoy por lo que el hambre es inminente.
Las razones de la FAO las hemos descrito: los insectos son una excelente fuente de alimentos –además de abundante y económica- y además que al ritmo de consumo y crecimiento poblacional actual llevará a la extinción de la mayoría de los animales cuadrúpedos “comestibles”, sin contar con el arrase de los mares.
Para comenzar a hacerse la idea pensemos en un plato mexicano que esté de moda para cocinar hoy: las quesadillas de gusanos. Por eso, hoy, les propongo probar una versión bastante menos ortodoxa y más “a la mano” de esta preparación: quesadillas de camarón, un carídeo –crustáceo- que bien podría pasar por un insecto por su aspecto en estado crudo. Es sólo cosa de imaginárselo… ¿O no?
Un abrazo a todos, Michael Furmanski, gerente del restaurante
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