La noche del 23 de junio de 1993, Lorena Bobbit cortó el pene de su marido. En un ataque que ella misma califica de locura, cometió un acto que nunca siquiera imaginó. Soportando años de violencia doméstica, el abuso final la llevó a poner coto a su situación de la manera más brutal e inesperada y le cercenó el miembro a su pareja. Luego de un muy bullado juicio, fue declarada no culpable, pero sin duda su historia fue enmarcada en los anales de los extremos a los que un ser humano puede llegar.
Sin duda esta historia podría entrar en el espacio de la defensa propia, y la sanción aplicada sería poco usual. Pero lo que sí es común son las venganzas de miles de seres que sintiéndose traicionados, engañados, en su propia enajenación, determinan tomar la justicia por mano propia.
El tema de la traición aparece a partir de un juicio de desligue o reniego de un compromiso pactado inicialmente que en algunas oportunidades, da paso a ese aluvión de desquite que sólo busca equilibrar la balanza y lograr extender al otro el pesar acaecido.
Historias de venganza en distintas culturas, son muchas. De hecho operaban como una forma de disuasión de asesinos a fin de mantenerlos sosegados. Su práctica ha cruzado todos los continentes, desde Sicilia y sus famosas vendettas a Albania en donde los perjudicados temiendo un acto de venganza optan por vivir encerrados en sus casas evitando ser asesinados.
Pero la venganza así como cualquier otro comportamiento humano, también se ha ido adaptando al devenir de las culturas, ajustándose a sus ritmos, poniéndose al día con los tiempos. Es así como la expresión de esa rabia que antes fungía el Samurái con su espada o el veneno usado por Hamlet, hoy se da paso a través del sistema que impera: Internet.
Aprovechando sus extensas posibilidades, masificación, instantaneidad y sobre todo, su increíble accesibilidad dado que sólo requiere de un simple celular como única plataforma, la convierte en la herramienta más poderosa, absolutamente insuperable.
Monica Lewinsky, aquella becaria que sostuvo un romance con Clinton, a casi 20 años después del escándalo que los envolvió a ambos,
ha iniciado una campaña personal en contra de lo que ya se denomina Ciber Acoso, una nueva manera de Bulling Cibernético que se nutre de lo que ella manifiesta la tendencia creciente hacia el morbo y el ultraje anónimo, instalando "la humillación" como un nuevo producto comercial, una industria siniestra pero efectiva. En ese camino es que surge con fuerza la "Porno Venganza", operada principalmente por hombres. Videos inicialmente producidos en la intimidad e inocencia de la pareja, son subidos a internet por quienes, en algún momento y por motivos que van desde el despecho -o francamente sicosis- son puestos al aire y masificados en un santiamén. De ahí que una persona común y corriente, por el sólo hecho de entregarse a un aparente inofensivo juego tecnológico y sin sospechar de las implicancias de su acción, termina compartiendo páginas muy a la par con toda la oferta pornográfica mundial.
En USA desde el 2012 se estableció la necesidad de normar este nuevo Ciber Delito como protección de los Derechos Civiles y hoy son muchos los Estados que cuentan con una legislación que protege a los individuos del ataque de sus amantes. Lo mismo se repite en otros países como Méjico. En Chile se ha partido por proteger a los menores de 14 años pero hoy no hay una legislación contra la porno venganza como tal y los casos presentados han tendido a enredarse en recovecos burocráticos sin lograr ninguna sanción que repare en algo el daño originado. Ninguna acción legal pareciera suficiente para disuadir tal delirio y sigue siendo difícil detener este fenómeno. El buscador de Google así lo demuestra, en décimas de segundos aparecen 520.000 casos de Ciber Venganza.
Sin embargo sigue latiendo la pregunta de fondo, que se relaciona en dónde surge este fenómeno, qué lo alimenta, y de manera particular, qué motiva a una persona que en algún período compartió una relación amorosa con otra, someterla al escarnio público de la manera más íntima y arrasadora. Cuáles son los factores que confluyen a que alguien y tal como lo describe Lorena Bobbit, entre a un estado de locura y transgreda todo principio de respeto y cuidado por el otro, e incluso por sí mismo.
En mi práctica de Coaching aún no se me ha revelado un caso de esta magnitud, tan extremo como los tristemente conocidos en nuestro país con Alejandra Alvarez o la conductora Macarena Venegas, ambas víctimas del uso indebido de imágenes personales íntimas subidas a Internet. Lo que si he recibido son testimonios acerca de situaciones que rayan en la agresión, el acoso y el amedrentamiento. Mujeres que viven en estado de amenaza y chantaje por sus amantes que pretenden mantenerlas cautivas a situaciones en que ellas por si solas no participarían.
Sin duda existen muchas razones que motivan a alguien a mezclar la intimidación con las caricias, algunas asociadas a historias propias de abusos, otras, a conductas límites por uso de sustancias, etc. Mientras ese mismo victimario no presente indicios de arrepentimiento o de rehabilitación, la prioridad es la ayuda y asistencia que pueda otorgársele a la mujer agredida, empezando con tener en cuenta que la medida más efectiva siempre será la prevención y alerta a ciertos patrones de un agresor. Observar desbordes y cuán recurrentes son, a situaciones cometidas en medio de la imposición y sin mediar la voluntad propia.
Porque lo que si se ha revelado es que el "porno vengador" tiende a operar siempre desde la coerción.
Que una pareja obsesiva o controladora vaya a derivar en un porno ataque, va a depender primeramente de que exista material intimo para divulgar, pero tampoco es posible aseverar que siempre el poseerlo desencadenará un actuar distorsionado en esta magnitud. Porque el hecho brutal que deriva en un Ciber Delito no surge de pronto, nunca de una persona que propone una relación equilibrada y de mutuo respeto.
Siempre de alguien que tal como señalamos arriba, va mostrando indicios de inestabilidad, enajenación y necesidad de dominio.
Si usted que está leyendo este artículo y de alguna manera se ha sentido reflejada o ha experimentado algún temor de llegar a estar en una situación parecida, preste atención y revise a fin de prevenir:
- Los tonos de voz de su pareja, la manera cómo encara los reclamos, si constantemente están teñidos de excesos, amenazas y mandatos entienda que usted está viviendo en una zona que no solamente le impide moverse con libertad, sino que en nada asegura su protección.
- El perseguimiento constante de su amado ya sea de manera física o sicológica, incluso el inocente chequeo de sus horas de WhatsApp, si se hacen de manera reiterada y sin control, son consideradas hoy y a todas luces acoso, un acorralamiento que de no enfrentarse puede que derive en un acto de mayores proporciones.
- Si prima en usted el miedo a la reacción de su pareja, y con ello se resta de tener la vida social que desea o tomar decisiones bajo su propio criterio, son claras señas de que está operando dentro de un margen impuesto y principalmente, desde el miedo y el amedrentamiento.
- Si participa en prácticas íntimas en donde no se toma en cuenta su objeción y el único objetivo es el placer de su pareja, sepa usted que estaría en el extremo hacia dónde ha sido llevada, intimidada y anulada en sus propios deseos.
En caso que se haya reconocido en alguna o en todas estas situaciones le propongo que medite profundamente en su destino, en las pocas perspectivas de poder construir una relación sana y de satisfacción propia, cuando el trato de su pareja es como presa y no como una compañera. Es por esto la importancia de estar atenta y no evadir hechos que inicialmente puedan parecer aislados, que puedan tratarse como simples inseguridades e incluso transformados en inocentes coqueterías. Es el momento de reconocer los límites propios y con ello, instalarlos desde el inicio del romance de manera que en la picardía del juego erótico, en donde por decisión mutua decidan grabarlo o fotografiarlo, y tal como lo recomienda la Brigada Investigadora del Ciber Crimen Metropolitana de la PDI, una vez hecha la producción, eliminarla usted anticipándose a un potencial quiebre de la relación o a una explosiva actitud de venganza. Nunca se sabe.
Recordar siempre que una relación de pareja se sustenta en valores compartidos. Si en el otro habitan síntomas de autoritarismo y abuso, tome sus resguardos para no quedar a merced de una venganza en caso de ruptura.
Si desde el inicio de la relación usted tiene claro los límites, el respeto que se merece y está atenta a todo aquello a lo que este artículo describe, es poco probable que sea sorprendida con una venganza. Una vez más insisto, en que el amor a sí misma es la base de cualquier relación sana.
Cristina Vásconez, coach del Amor.