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Maridos bisexuales: La vida te da sorpresas...

23 de Abril de 2015 | 09:14 | Por Patricia Collyer
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Un amigo homosexual cercano a los 45 años, me criticó por omitir en mis columnas temas tan escabrosos como cotidianos, según me señaló. Apelando a su propia experiencia, me informó que el porcentaje de maridos chilenos bisexuales era más alto de lo que uno remotamente imaginaba. Según sus palabras, múltiples veces había sido buscado por hombres casados, con hijos, y muchas otras había tenido encuentros sexuales con ellos. Tras las citas, nada había cambiado en la vida de sus esporádicos y efímeros amantes.

El testimonio de Tomás, casado, dos hijos, de 47 años, corrobora esto último: "Las relaciones sexuales con mi esposa son muy buenas, pero además tengo sexo con dos amigos. Pero no es sólo cuestión de sexo, lo primordial es que somos amigos y lo otro es una consecuencia de esta amistad, no a la inversa. Creo que esto solo puede entenderlo un hombre…".

En vista del llamado de atención de mi amigo gay, decidí hurgar en este mundo, al parecer profundamente escondido tras las idílicas apariencias de parejas supuestamente heterosexuales.

El Movilh (Movimiento de Integración y Liberación Homosexual) señala que, considerando los resultados del Censo 2012 y siguiendo la fórmula del Informe Kinsey, en Chile habría 810.189 hombres bisexuales o gays y 853.271 mujeres lesbianas o bisexuales.

Sin embargo, según el sexólogo Roberto Ronsenzvaig, las estadísticas sobre la bisexualidad no son confiables. "El o la bisexual se ubica en un territorio sin reconocimiento social ni moral, por lo que difícilmente admite su condición", dice. Añade que, "a pesar de lo que comúnmente se cree, sus prácticas no son habitualmente simultáneas, sino que atraviesan períodos más o menos prolongados en los cuales pueden mantener una pareja plena de uno u otro sexo". Al respecto, el caso del escritor Jaime Bayly es ilustrativo.

¿Son los bisexuales en realidad homosexuales encubiertos? Es decir, ¿necesitan armar una doble vida para ser aceptados socialmente? Según diversos expertos en el tema, no es así. Partiendo por Sigmund Freud. Desde los tiempos del famoso psiquiatra que se viene analizando en forma científica la atracción dual hacia hombres y mujeres. Ya en los años 20, Freud habló de la bisexualidad como "un rasgo innato de los humanos".

Con él, la definición de sexualidad cambió ya que agregó los conceptos de libido y pulsión al componente biológico-reproductivo, señalando que el acto sexual del ser humano es más que instintivo, como el de los animales, porque tenemos la capacidad de elegir, según lo resume la psicóloga psicoanalítica Daniela Munizaga Álvarez.

La profesional explica que la elección del camino de la bisexualidad no es algo racional. "Se trata de una elección inconsciente y no es algo donde uno diga voy a decidir que me gustarán los hombres y las mujeres. El ser humano debe luchar incansablemente por definirse para alcanzar una identidad", manifiesta.

A fines de los años 40, Alfred Kingsey -uno de los pioneros de la investigación sexual humana en Estados Unidos- creó una escala de seis puntos para determinar si una persona era heterosexual, homosexual o estaba en un punto intermedio. El espectro mostraba grados variantes de homosexualidad y heterosexualidad. Por ejemplo, en el rango 3 (propio de los bisexuales quienes, según dijo, practicaban un 50% de relaciones sexuales con hombres y un 50%, con mujeres) incluyó al 11,6% de los varones blancos entre 20 y 35 años.

Lo que es un hecho de la causa es que existen hombres y mujeres que sienten atracción física, emocional y sexual por ambos géneros y  que son capaces de construir relaciones amorosas con hombres y con mujeres en forma indistinta.

Así lo dan cuenta diversos portales para citas sexuales chilenos, en los cuales se leen centenares de avisos como el siguiente, publicado el 31 de marzo de 2015: "Hola, soy bisexual 100% pasivo, casado 48 años bien conservados, buen trato, discreto afable. Busco un amigo 100% activo, sin rollos y tapujos, muy discreto y jugado, para compartir y disfrutar agradables momentos. Tengo lugar de encuentro en Viña, contactar reales interesados".

El caso de la pareja norteamericana formada por Christine y Robert Winn, es emblemático. Ella es heterosexual, el bisexual asumido. Dice ella: "No pienso en su bisexualidad como algo que tenga que aceptar, sino como una parte de él, como la que tiene cualquier otro esposo, como la costumbre de dejar la ropa sucia en el suelo o no sacar la basura". Sin embargo, no todo fue siempre feliz. ¿La vida matrimonial pudo haber sido más fácil si Robert no hubiera contado su secreto? Él dice que tal vez pero que habría sido mentirse y eso fue algo que nunca quiso hacerse a sí mismo ni a su esposa. "No quería llegar a los 40 y entonces decir a Christine que era bisexual; afortunadamente ella estuvo dispuesta a aceptarme", dice.

Este es un ejemplo bastante excepcional. Porque para la inmensa mayoría de las mujeres que se topan cualquier día con la sorpresa que su cónyuge es bisexual, la situación se transforma es un drama difícil de asumir y superar. Los sentimientos de traición, miedo y confusión estallan y se mezclan. Y, como es lo esperable, si la mujer ama a su marido, se llenará de miedo -porque éste es un tema rotundamente tabú- y de preocupación por el futuro de la unión.

Pero, definitivamente, descubrir que se tiene un esposo bisexual es un problema a tratar en pareja. Porque el dolor de la esposa puede ser tanto o más fuerte que aquél que vive el hombre cuya vida es doble.

En términos frívolos, para este último puede parecer como el mejor de los mundos, pero ser bisexual no es fácil, dicen quienes viven la condición. "Debes luchar contra estereotipos: que somos promiscuos, adolescentes, oportunistas o cobardes incapaces de asumir nuestra homosexualidad", dice Claudio. "A la gente le confunde la bisexualidad y no hay mucho apoyo para quienes estamos en un punto medio. Ni la comunidad gay ni la heterosexual apoyan a hombres y mujeres que se sienten atraídos a ambos sexos", agrega Pedro. "Tú puedes estar dentro o fuera del clóset. Pero no estar ni dentro ni fuera es una alternativa difícil de llevar", remata Domingo.

Patricia Collyer, periodista y psicóloga Universidad de Chile.
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