Tras repetidas denuncias a la policía y ninguna respuesta, Li mató a su marido a golpes con una escopeta de balines con la que él había amenazado con matarla.
The Guardian
BEIJING.- Como un gran gesto se mostró desde China la suspensión de la pena de muerte de una mujer encarcelada por asesinar a su marido maltratador. Sin embargo, desde la Unión Europea ya hicieron saber su descontento con esta medida (ya que la mujer, de mostrar buena conducta, tendría que cumplir igualmente cadena perpetua), y pidió a Beijing que combata la violencia de género y asegure la protección de las mujeres en el país.
Li Yan, la mujer de 44 años presa, se casó con Tan Yong en 2009, un hombre que había abusado de sus tres ex mujeres y que durante meses apaleó a Li, apagó cigarros en su cara e incluso llegó a cortarle parte de un dedo, recuerda la organización Dui Hua en defensa de presos en China.
En noviembre de 2010, tras repetidas denuncias a la policía y ninguna respuesta, Li mató a su marido a golpes con una escopeta de balines con la que él, en estado de ebriedad, había amenazado con matarla.
En un primer juicio, el tribunal no tuvo en cuenta la violencia doméstica sufrida por Li y le sentenció a muerte. Pero la protesta de cerca de 400 abogados del país y de organizaciones internacionales provocaron que el Tribunal Supremo de China revocara la decisión y pidiera la celebración de un segundo juicio.
Una corte de la provincia central de Sichuan redujo la condena hoy al sentenciar a Li a pena capital suspendida por dos años, en el primer caso de este tipo en China en el que la violencia doméstica es considerada apenas un atenuante.
Sin embargo, y mediante un comunicado, la UE mostró su descontento que esta manera de sopesar la violencia de género en juicios de este tipo, y manifestó estar "profundamente preocupada" por la condena a Li, a quien describe como "una víctima de la violencia doméstica que actuó en defensa propia".
La familia de Tan Yong no acepta sus disculpas
Por lo general, las penas de muerte "suspendidas" suelen conmutarse por cadena perpetua, si bien no es una consecuencia segura, recordó la abogada de Li, Wang Miaoyan. "Ahora dependerá de la actitud de Li en estos dos años. No podemos precisar si va a morir dentro de dos años o si seguirá en la cárcel", señaló la letrada en tono alicaído, y auguró que, "si al final no la matan", las autoridades le conmutarían la pena por unos 25 años de cárcel.
De momento, Li lleva ya cinco en prisión, desde que fue detenida en 2010, y tendría que cumplir otros veinte. "Ella sabía que podían condenarla a muerte. Está muy triste, ha pedido perdón a la familia en múltiples ocasiones, pero ellos no aceptan sus disculpas", comentó Wang, y destacó que ella "sabe que tiene el apoyo de mucha gente". "Yo no puedo hacer más por ella y me siento muy frustrada por eso. Las dos estamos muy tristes", concluyó.
Al parecer, la familia del marido es "bastante poderosa" en su localidad y su dominio, en un país donde no existe la independencia de poderes, puede haber influido en el caso, señaló hoy Maya Wang, investigadora de Human Rights Watch (HRW).
Li se ha convertido en un símbolo de la situación de indefensión que vive la mujer en China ante la falta de una ley que la proteja, y el desenlace de su caso hoy ha provocado diferentes reacciones.
La mujer y su letrada ponen sus últimas esperanzas en la primera ley contra la violencia doméstica que el Gobierno chino está ultimando y que podría ser aprobada este año.