AFP
PARÍS.- Los mellizos de cinco meses Jacques y Gabriella, hijos del príncipe Alberto II de Mónaco y de su esposa Charlene, fueron bautizados hoy en la catedral del principado acompañados de miles de personas que salieron a las calles para celebrar el acontecimiento.
El primero en pasar por la pila bautismal de Saint-Nicolas de Montecarlo en brazos de su madre fue Jacques, heredero al trono, y luego su hermana, que fue llevada por su padre. En la iglesia había unos 700 invitados.
Los pequeños no parecieron inmutarse por tanta agitación ni tampoco por el agua bautismal cuando llegó el momento del sacramento. Gabriella aguantó la misa con chupete sin ningún problema, y también su hermano estuvo tranquilo.
Es la primera presentación pública de los dos niños fuera de los muros de palacio, ya que poco después del nacimiento, Alberto, de 57 años, y Charlene, de 37, se mostraron orgullosos con los bebés desde el balcón de la residencia, pero desde entonces no se los había vuelto a ver.
En el pequeño principado la ceremonia se transformó en una fiesta callejera. A lo largo de los 200 metros que hay que recorrer entre la catedral y el palacio, los monegascos y turistas saludaron a la familia a su regreso a pie de la iglesia. La gente, que llevaba globos rosas y azules, pudo seguir el bautizo a través de pantallas gigantes situadas en el exterior.
Entre los padrinos no fue elegido ningún miembro del círculo más reducido de la familia monegasca, en contra de lo que habían especulado los expertos en temas reales. Christopher Le Vine, un primo de Alberto, y Diane de Polignac Nigra fueron los padrinos de Jacques; y el hermano de Charlene, Gareth Wittstock, y Nerine Pienaar fueron los de Gabriella.
Los primeros hijos de la pareja, que se casó en 2011, nacieron el 10 de diciembre. La princesa Gabriella llegó dos minutos antes que su hermano Jacques, pero en Mónaco los varones tienen preferencia a la hora de heredar el trono.
Para el bautizo los dos bebés iban de blanco de la firma Baby Dior. Llegaron a la iglesia con sus niñeras y fueron trasladados dentro por sus padres. Charlene y Alberto habían llegado juntos atravesando la plaza del palacio, decorada con numerosas banderas del principado.
La princesa llevaba un vestido de Dior Couture que le llegaba a las rodillas y con media manga. Llevaba el pelo peinado hacia atrás con un pequeño sombrero. Como accesorios tenía pendientes de perlas y un broche con la bandera de Mónaco. Alberto llevó un traje tradicional con una corbata de seda blanca a juego con el vestido de su esposa.
Antes de la entrada de la familia en la catedral se lanzaron salvas. Los niños fueron saludados por sus padrinos en la puerta de la iglesia, que estaba decorada con rosas y lilas blancas.
Asistieron a la ceremonia también la princesa Carolina, con un traje morado y un gran sombrero de ala ancha a juego, y su hermana menor Estefanía, con un vestido azul con un dibujo en blanco en la cintura.
Durante la misa, Andrea Casiraghi, hijo de Carolina, leyó un texto de la Carta de San Juan, y uno de los sacerdotes leyó asimismo un mensaje del Papa Francisco. Un coro de 60 personas cantó himnos elegidos para la ocasión por Charlene.