"La belleza no está en lo que vistes, en tu figura o en tu peinado. Todo tiene que ver con lo que dicen tus ojos", dijo la actriz.
EFE
Algo sucede con la imagen de Audrey Hepburn, que la inspiración que provoca con su estilo, como referente, parece ser atemporal e internacional. Es por eso que por más que su fama se haya desarrollado en la década de los 50 y 60, por más que haya fallecido hace 22 años, y por más que hoy en día la gente esté bombardeada por el negocio de la moda pasajera, la figura de esta actriz sigue siendo un referente, elevándola al sitial de “ícono”.
Será por su belleza y elegancia clásica, esta belga, criada en Holanda e Inglaterra, supo hacerse un espacio en Estados Unidos, que ninguna otra mujer ha logrado volver a ocupar. La ganadora del Oscar por “Vacaciones en Roma”, encontró gracias a su papel de Sabrina, un amigo y guía en la moda, el mismísimo Hubert de Givenchy, de quien no se separaría, formando la dupla perfecta para Holly Golightly, esa chispeante mujer de un pueblo estadounidense que vive camuflada entre la socialité neoyorquina, para la adaptación cinematográfica del libro de Truman Capote, “Breakfast at Tiffany's”. "No hay una mujer sobre la faz de la Tierra que no sueñe con parecerse a Audrey Hepburn", comentaría su fiel amigo diseñador.
Bastó verla con sus perlas, ese vestido negro, sus grandes anteojos de sol, un café y algunos croissant frente a la vitrina de la lujosa joyería. Melancólica de su pasado pueblerino y esperanzada por una realidad a la que aspiraba, pero que era algo vacía, Audrey Hepburn se ganó en esa corta escena el corazón de millones que aún hoy la recuerdan así.
Pero bien saben los más fieles admiradores de esta mujer, que ella fue mucho más que Golightly. Y eso es lo que recoge la muestra que desde el 2 de julio y hasta el 18 de octubre exhibe la National Portrait Gallery de Londres.
Bajo el nombre de "Audrey Hepburn, retratos de un ícono", el museo presenta 35 instantáneas cedidas especialmente por los dos hijos de la actriz, Sean Hepburn Ferrer y Luca Dotti, y la fundación que lleva su nombre.
Se trata de imágenes íntimas, de su infancia en Holanda, por años en que las tragedias de la II Guerra Mundial marcaban su vida, pasando por su mudanza a Londres, donde continuaría sus estudios de danza clásica, y los retratos en blanco y negro hechos por los fotógrafos más reconocidos del momento, entre ellos Richard Avedon, Cecil Beaton, Angus McBean, Irvin Penn, Terry O'Neill y Norman Parkinson.
No podían faltar fotos de Hollywood, de películas como "My fair lady", ni de sus últimos años, como embajadora de buena voluntad de la Unicef.
"La belleza no está en lo que vistes, en tu figura o en tu peinado. Todo tiene que ver con lo que dicen tus ojos. Ellos son las puertas del corazón que es donde reside el amor. Por eso, mientras pasa el tiempo y más vives, más bella eres”, comentó alguna vez la admirada actriz.
