Una princesa sueca recogiendo con sus manos, cubiertas sólo por un guante plástico, las "necesidades" de su perro en plena calle. Esa imagen no representa, ni remotamente, el estereotipo que nos inculcó Disney, donde sobraban encajes y castillos, y no aparecían tareas domésticas o problemas financieros. Sin embargo, sí es la postal que está circulando en Twitter y que muestra a Madeleine, hija de los reyes suecos, dando el ejemplo luego que se promulgara la ley "recoge lo que ensucia tu perro", en ese país.
Hace no muchos años la realeza europea estaba conformada por hombres y mujeres de grandes familias, 100% aristócratas, con apellidos poco comunes y sin duda de sangre muy, muy azul. Por estos días el panorama es distinto; se les ve cada vez más en la calle, en actividades "normales", vistiendo ropa relajada. ¿Será que las nuevas generaciones, con una sangre más bien morada, vienen a salvar una tradición que en algunos momentos estuvo cerca de desaparecer? A rescatar sí, pero a su manera; porque la realeza no ha muerto, ha cambiado.
Hoy, la futura reina de Inglaterra, Kate Middleton, es hija de una ex azafata y un despachador de vuelos. En España, la mismísima reina, Letizia Ortiz, era una periodista consolidada en la televisión ibérica, con una carrera sin duda exitosa; pero que de palacios y castillos no sabía nada.
Y la lista de miembros de la realeza que no son nobles no se queda ahí: Están Charlenne Wittstock en Monaco, Rania Al-Yassin en Jordania, la argentina Máxima Zorreguieta de Holanda, entre otras. Una nueva generación que viene a demostrar lo que tantos cuentos de hadas le inculcaron a los niños: que no es necesario nacer en una familia real para convertirse en rey o reina.
Esta tendencia ha obligado a que, más allá de sus miembros, el concepto de la realeza en Europa se haya transformado lentamente. Hoy vemos casas reales más modernas, más austeras y que usa los medios de comunicación para involucrar al pueblo en los aspectos importantes de la vida de la familia real.
Los “nuevos nobles” de las familias reales
El cambio en la Monarquía inglesa es sin duda el más interesante de todos. El matrimonio entre el príncipe William -segundo en la línea para asumir la corona británica, después de su padre Carlos- y Kate Middleton, una joven de clase media, ha reflotado el antiguo cuento de la Cenicienta.
Pero no todo es azar. Según describe el experto en comunicación política, Antoni Gutiérrez-Rubi, en un artículo de elmundo.es la llegada de una plebeya a la “Royal Family”, que encarna valores muy tradicionales que apenas han cambiado con el paso del tiempo, “se trata de dar forma con imágenes, actos, símbolos a una historia que han escrito los expertos con un objetivo: crear un nuevo concepto de la relación entre la monarquía y la ciudadanía. Dar una imagen de modernidad, de ruptura con la familia real que habíamos conocido hasta hace algunos años”. Y es que el cambio que trajo Kate es claro. Ella llegó a suplir el espacio que dejó la princesa Diana, pero -hasta ahora- sin todos los conflictos familiares y sociales que rodeaban a la ex de Carlos.
“La princesa del Pueblo” como se le recuerda a Diana Spencer, sin ser una plebeya, aportaba cercanía, calidez, femineidad, en una casa real que se ha destacado por ser fría y más bien distante. Es por eso que no tiene nada de raro que Kate Middleton tenga el anillo de compromiso de Diana, que haya utilizado un vestido con lunares cuando presentó a su primer hijo -muy parecido al que llevó Diana cuando presentó a William al mundo- o que ahora el nombre de su hija sea Charlott Elisabeth Diana. Estos símbolos generan pequeños cambios y acercamientos entre la “nobleza y la plebe” británica. Los cambios de la monarquía en Inglaterra, no sólo han llegado con Kate y William.
Lo real y lo plebeyo: Ahora juntos gracias a las redes sociales
Poco a poco la monarquía se ha ido adaptando a los tiempos y modernizando, eso sí, sin dejar de lado sus tradiciones. Los flamantes duques de Cambridge tienen cuentas en Instagram, Twitter y Facebook, en las que suben fotos y dan a conocer sus actividades diarias.
Lo mismo hacen el príncipe Carlos y su señora Camila, quienes a pesar de sus años, han decidido adoptar los cambios necesarios y ajustarse a los tiempos.
Twitter se ha transformado en un aliado incondicional para la “Royal Family”. El 16 de noviembre de 2010 fue un día histórico: apareció un mensaje en Twitter que dejó a varios con la boca abierta. @ClarenceHouse, la cuenta oficial del Príncipe Carlos hacía un anuncio: “El príncipe de Gales se complace en anunciar el compromiso matrimonial entre el príncipe William y la señorita Catherine Middlenton”.
Este hito fue el comienzo de las actualizaciones y comentarios en Twitter, las fotos en Instagram y los cambios de estado en Facebook. Hoy ya para nadie es raro ver el bautizo del la princesa Charlott o el cumpleaños del pequeño George al instante en redes sociales, algo que hace algunos años se hacía a puertas cerradas.
Más pan, menos pasteles
Europa no está pasando por su mejor momento económico. Y la crisis financiera también ha golpeado a las monarquías y ha obligado a hacer cambios en sus lujosas formas de vida.
La reina Isabel ha sido una de las primeras en adoptar medidas anti-crisis, algunas muy criticadas, como la cancelación de la fiesta de navidad de sus empleados, pero que han resultado un éxito según las encuestas realizadas por el palacio de Buckingham. Otros miembros de la familia real inglesa se han unido a esta iniciativa y también han contribuido con este “plan de ahorro y austeridad”. La duquesa de Cambridge, Kate Middleton, quién sin duda es la favorita del pueblo británico y la que tiene encima todos los ojos de los seguidores de la corona, ha comenzado a repetir sus vestidos (algo absolutamente impensable hacer algunos años para un miembro de la realeza) y adquirir ropa más asequible en tiendas como Zara.