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Experto describe 5 claves para elegir el anillo de compromiso, una tradición que evoluciona

Este antiguo símbolo de compromiso y fidelidad "está más vigente que nunca", afirma el joyero Patricio Leiva. "Y los chilenos no temen arriesgarse a romper los paradigmas" que van más allá del tradicional diamante, añade.

23 de Agosto de 2015 | 17:32 | Por Felipe De Ruyt, Emol
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PLÉ.cl
SANTIAGO.- El anillo de compromiso, la muchas veces anhelada "roca" engastada en un anillo de metal precioso y que puede aparecer en los lugares más inesperados, según la creatividad del novio, está evolucionando.

Pese a que muchas parejas todavía prefieren el tradicional diamante, los gustos y el deseo de dar un toque personal a este símbolo de unión y fidelidad abren nuevas alternativas en formas y componentes.

"Hoy mucha gente privilegia más el diseño y acepta la ofrenda como acto de amor, independientemente de la materialidad", explica Patricio Leiva, destacado joyero chileno, quien entrega claves para hacer la elección correcta.

El artista, que tiene estudios en Alemania, en España y en el Gemological Institute of America (EE.UU.), considera que estos cambios en el gusto no han afectado el simbolismo de estas joyas y su importancia para subrayar el vínculo amoroso.

"Creo que el anillo de compromiso está más vigente que nunca. Lo diferente es que hoy la gente remite su adquisición a sus posibilidades", apunta.

Claves para elegir

El experto también entrega claves para una elección apropiada, considerando estos nuevos escenarios:









1. No tener miedo a romper la tradición: Leiva explica que cada vez más parejas optan por no elegir el clásico diamante "y prefieren, por ejemplo, un cuarzo rosa, que evoca un vínculo con el corazón y el amor".

En este caso, por ejemplo, el cuarzo puede ir engastado no solo en oro, sino también en plata. "Los chilenos no temen arriesgarse a romper los paradigmas", añade.

2. Atención al costo: El especialista no duda en recomendar la necesidad de sacar papel y lápiz para equilibrar costos y preferencias, considerando la amplia gama de posibilidades que existe hoy.

"En líneas generales, si tengo un anillo clásico, como un medio cintillo moderno con media banda de brillantes de buena calidad, el valor puede ir de $600.000 hacia arriba. Y muy arriba: la gente no imagina lo que puede llegar a costar una joya", señala.

3. El tamaño no lo es todo: Aunque muchas veces la valoración del anillo se hace depender directamente del tamaño de la "roca", Leiva advierte que no siempre las dimensiones se unen a la calidad.

El especialista recuerda que el criterio de selección pasa por las "cuatro C" (en inglés). Ellas son el color ("cuanto más blanco, mejor, excepto si se trata de colores excepcionales, como el rosa", precisa), el corte ("referido a las proporciones que tenga y no a la forma", indica), la claridad, que define cuán cristalina es la piedra, y el peso ("carat"), dividido en puntos.

Leiva hace notar que en cuanto a la obsesión con el tamaño ostentoso, en EE.UU. muchas veces "se trabaja con piedras de muy alta calidad, pero también de muy mala calidad que en Europa no se usan".

Así, por ejemplo, "un kilate de diamante desplaza en diámetro más o menos el equivalente de una lenteja de unos 6 mm. Esa misma piedra, si es de mala calidad, en Europa prácticamente no se va a vender. Allí en general prefieren, por la misma cantidad de dinero, una piedra más chica, pero de mejor calidad".

4. Diseño cómodo y para durar: El experto recuerda que en principio el anillo de compromiso es un elemento que se lleva todos los días. Por ello su diseño tiene que estar supeditado al tamaño y la forma de la mano y ser resistente al uso diario.

"Si es un solitario, que es una piedra sostenida en cuatro o seis garras, ellas tienen que estar extremadamente pulidas y con buenas terminaciones, para que el anillo no se enganche con la ropa u otros elementos", recomienda.

5. Diseño con sentido: Dentro de las tendencias más "libres" con respecto a la tradición, el joyero destaca la de expresar simbólicamente a través del anillo elementos evocadores para la pareja.

"El trabajo que uno hace es como el de un arquitecto: me reúno con ambos para que me cuenten su historia, cómo se conocieron, y qué quieren plasmar en su anillo", relata.

Leiva recuerda el caso de una pareja que había pololeado 11 años antes de tomar la decisión de casarse. "Él es muy moreno y ella rubia, así que trabajamos con colores opuestos, con 11 joyas por lado. Terminado el anillo, lo miras y de das cuenta de que hay toda una historia en su diseño: va más allá de tener un objeto bello", describe.

Una costumbre de larga evolución

Los cambios no son extraños durante la evolución en esta antigua práctica, que unos hacen remontar a la Roma imperial y otros más atrás, incluso al antiguo Egipto. La costumbre muestra diferencias de tiempo y lugar que incluyen desde diferencias culturales a las necesidades de la economía y el marketing.

Así, en varios países europeos no solo los llevan las mujeres, pues las parejas intercambian anillos tal como lo harán cuando concreten el matrimonio. En otros, la costumbre es que el varón reciba un valioso reloj como retribución.

En tanto, la popularidad del anillo de diamante en el siglo XX entronca con la exitosa campaña publicitaria lanzada luego de la Gran Depresión de 1929 por el gigante minero De Beers, como una forma de combatir la baja en los precios de la joya experimentada entonces.
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