Si la obesidad se relaciona principalmente con lo que comemos, y por lo tanto desde el punto de vista corporal, con el estómago e intestino, ¿por qué más del 50% de los pacientes operados de manga gástrica o bypass recuperan el peso corporal?
La respuesta es simple:
operar el estómago no es suficiente. El cambio tiene que venir desde el "operar la cabeza". Somos lo que comemos, y comemos lo que pensamos. Eso está en el cerebro. Podemos sacar el 80% del volumen gástrico total, pero sacar el 80% del cerebro a un paciente pareciera ser más complicado. ¿Cómo resetear entonces el cerebro? Probablemente tendríamos que nacer de nuevo.
Sin embargo, SE PUEDE. En mi experiencia clínica, trabajar con pacientes adictos a la comida es lejos la adicción más difícil de controlar y normalizar.
Uso la palabra adicción porque efectivamente ciertos alimentos como el azúcar y el chocolate producen adicción. Se liberan sustancias a nivel cerebral que nos generan felicidad y por lo tanto son una recompensa durante el día, y sobre todo al final de éste, de nuestras penas, frustraciones, rabias, miedos, temores e insatisfacciones.
Trabajar en otras adicciones como tabaco, alcohol u otras drogas es claramente más fácil si consideramos lo siguiente: si se trata de comida, resulta que no podemos dejarla 100% como lo antes nombrado. Eso se llama anorexia y nos conduce a la autodestrucción. Dejar de fumar o acabar con la ingesta de alcohol solo trae beneficios para nuestro organismo, pero no podemos dejar de comer, tenemos que aprender a comer, a autorregularnos y normalizar nuestra relación con la comida.
Soy una convencida que, entre otras causas, las mamás somos las que generamos las primeras alteraciones de la conducta alimentaria de los niños. Los seres humanos desde que nacemos tenemos la capacidad de autorregularnos. Dependiendo de nuestro gasto metabólico, de nuestras necesidades biológicas, un niño va a tener más o menos apetito. A nivel cerebral, hay un fino equilibrio que está diseñado para la mantención del peso corporal y la sobrevivencia del individuo. Sin embargo, nos empeñamos a pensar en la escasez de alimentos en otros continentes como la causa para obligar a que nuestros hijos "tengan que comerse toda la comida del plato".
Si el niño está comiendo y nos dice que está satisfecho, que no quiere comer más, entonces, ¡que no coma más! (aclarando que no dejará de comer comida porque va a comer dulces). Este hecho tan simple es fundamental para que este niño cuando sea adulto tenga la capacidad de parar de comer cuando está satisfecho.
Los invito a hacer un ejercicio muy simple: En una comida o almuerzo estén atentos a la sensación en el estómago. Traten de sentir cuando estén comiendo, cómo se llena su estómago. Les aseguro que esta sensación ocurre muchísimo antes de que la comida que está en su plato se acaba.
Saludos,
Dra. Antonia León, Nutrióloga y Diabetóloga de la Clínica Mediterránea.