Seamos honestos: Nadie se levanta con un look apropiado para una fiesta o algún evento de gala. Al revés, todos tenemos alguna arruga, espinilla, mancha, o poro dilatado que no nos gusta pero que, pese a todo, nos da identidad y nos vuelve aún más únicos.
¿Entonces por qué el modelo de belleza que aún utiliza la industria de la moda es tan distinto de esa realidad? Las imágenes que nos presentan como lo ideal a seguir son de hombres y mujeres con atributos que van más allá, incluso, de las características de nuestra especie. Estos "supra-humanos" son lo que, a través de los medios, se presentan a millones de niños y niñas que podrían terminar buscando una meta que es irreal.
Este es el mismo cuestionamiento que muchos medios de comunicación, estrellas del cine y famosos de la televisión se han hecho. No más retoques; una realidad más real, aunque sea menos linda.
Keira Knightley fue una de las pioneras en levantar la voz. En 2014 la actriz británica sacudió al mundo de la moda y el espectáculo al posar desnuda en una foto tomada por el icónico Patrick Demarchelier y donde mostraba su torso desnudo, sin retoque alguno. En la entrevista que acompañaba a la imagen, Knightley dijo: "En gran parte la industria fotográfica es la culpable. Creo que hoy el cuerpo de las mujeres es un campo de batalla". Y agregó: "No me molesta en absoluto exponer mis pechos que son tan pequeños. No creo sinceramente que la gente esté interesada en eso".
No ha sido la única. Rostros de distintas épocas, tendencias e industrias ligadas al espectáculo se han sumado a este llamado. Jamie Lee Curtis, de 56 años comenzó en 2002 una política que ha marcado ya 13 años de su carrera: Sólo da entrevistas a medios que se comprometan a respetar su verdadera figura y características físicas. Además de eso, ha sido vocera de campañas en donde ha aparecido desnuda y sin maquillaje para promover la autoestima femenina y romper con los estándares de belleza actuales.
Lorde, una de las cantantes más exitosas de los últimos años, conmocionó las redes sociales hace algunos meses cuando a través de su cuenta de Twitter acusó a los fotógrafos de crear una imagen distorsionada de ella misma. Posteó una foto donde se mostraba claramente los retoques aplicados a su piel para que pareciera suave y brillante. Y, para demostrar que la realidad era otra, subió una 'selfie' en la que se la podía ver en pijama y su cara untada con la crema anti-acné que utiliza a diario. Además, la intérprete de "Royals" agregó: "Recuerden, está 'ok' tener defectos".
Kate Winslet, protagonista de Titanic, también se subió a este tren de lo natural. Esto, luego de la polémica que se desató cuando la actriz ocupó una de las portadas de la revista GQ en 2013. Winslet afirmó que no sólo re acondicionaron su piel, si no que también "redujeron en un tercio el tamaño de mis piernas". La molestia de la actriz derivó en una serie de entrevistas en las que declaró incluso estar en contra de la cirugía cosmética. "Va contra mi moral, la forma en que mis papás me criaron y lo que yo considero que es la belleza natural", dijo a The Telegraph en 2011 y aseguró: "Yo no me voy a rendir".
La cara retocada de la moneda: Hoy la realidad no vende
Toda historia tiene dos o más posturas. Y frente a la polémica que desata el uso de softwares para retocar las fotografías de modelos y celebridades también hay más de una voz que se levanta en defensa de esta tendencia.
La más famosa (y polémica) de ellas es Kim Kardashian. La morena es una de las personalidades que más portadas de moda, belleza y espectáculos ha acaparado en los últimos años en los medios de comunicación del mundo.
Sin embargo, en algunas de las portadas se puede ver con una figura que se acerca a lo demencial: con curvas imposibles y una piel que, al parecer, no necesita respirar porque carece absolutamente de poros. Una imagen que, por lo demás, se aleja mucho de las imágenes capturadas por paparazzis y que la han mostrado con algunos kilos de más, un pelo bastante descuidado y sin maquillaje: luciendo como todos los que vamos al supermercado y queremos andar lo más cómodos posible.
Este mes de septiembre -y como es costumbre, para adelantar la temporada verano en el hemisferio norte- las principales revistas de moda del mundo lanzan sus números más importantes. El "september issue" marca la tendencia de cómo se comportará la industria de la moda en los próximos meses.
Y este 2015 será un período de polémicas: 7 de las principales publicaciones del planeta (Harper's Bazaar, Vogue , W, Elle, Marie Claire, Cosmopolitan y InStyle) tienen en su portada a mujeres que no representan la realidad femenina. En Estados Unidos, la cintura promedio de las mujeres mide alrededor de 95 centímetros. Eso es considerado por la industria de la moda, como una talla XL. Ninguna de las publicaciones consideró ese estándar. Sin embargo, al momento de comprar estos productos y convertir en retail lo que aparece en las revistas, las que compran son estas mismas mujeres que tienen tallas grandes.
Entonces, ¿por qué los retoques?
Los expertos dicen que son tantos los estímulos a los que estamos expuestos en esta era donde la información es infinita e inmediata, que necesitamos de la fantasía para sobresalir. Y ese es, precisamente, el recurso al que echan mano las marcas para poder posicionar sus productos. ¿Por qué alguien compraría un cosmético o una prenda de ropa a alguien que luce exactamente como yo? La industria necesita argumentos para mantenerse vigente.
No hay nada malo, en el fondo, en vender fantasía. Es algo que siempre se ha hecho: Por eso la publicidad es una industria que crece incluso en medio de crisis económicas. Sin embargo, hay que lograr un equilibrio entre lo sano, lo bello y lo irreal. Instaurar una imagen de una modelo (y, peor aún) con retoques, podría generar serios trastornos en las niñas y las mujeres de todas las edades.
No hay que olvidar que los medios de comunicación son constructores de realidad. Y cuando éstos bombardean con comerciales, impresiones, películas, etc. donde muestras una imagen que convierten en "lo deseable", inmediatamente ése pasa a ser un contexto que comparamos con el propio. Sobre todo si pensamos en los niños y niñas, que están en la etapa clave de construcción de la imagen propia y la confianza y autoestima, comparar la fantasía con la realidad casi nunca es una buena idea.