"Cuando las personas mueren, no pueden ser reemplazadas. Dejan un agujero que no se puede llenar por cuanto es el destino -genético y humano- de cada persona el ser único, encontrar su propio camino, vivir su propia vida, morir su propia muerte".
Esas fueron algunas palabras de la carta con la que Oliver Sacks, neurólogo, escritor y músico estadounidense, comenzó a despedirse hace ya 7 meses, cuando le diagnosticaron un cáncer terminal.
Sacks, quien falleció este domingo a los 82 años, dejó un legado cultural y científico que va a perdurar por generaciones y va a cimentar el trabajo de muchos otros investigadores en los más diversos campos: desde la música hasta la psicología.
Una vida de logros y reconocimientos: De la cartelera a la casa real británica
Sacks es de esos escritores que dejan una huella imborrable en la cultura. Puede que muchos no hayan escuchado de sus textos o cuando pasaron por una librería, y los vieron, jamás tuvieron intención de comprar algo relacionado a neurología, música o trastornos psiquiátricos. Sin embargo, todos (o muchos) en algún momento, se han relacionado con algunas de sus obras.
Cuando le informaron de su situación médica, Sacks escribió en una columna de The New York Times: "No hay tiempo para nada que no sea esencial". Y parece que esa es una premisa que lo acompañó por sus más de 8 décadas de vida.
Pese a ser británico, eligió a Nueva York como su casa desde 1965. Sacks tuvo uno de esos currículum que sólo algunas mentes privilegiadas logran construir: Aficionado desde niño a las ciencias, estudió fisiología, biología y medicina en The Queen's College (Universidad de Oxford). Luego de un breve paso por Canadá, se radicó en el que sería su nuevo país. En Estados Unidos trabajó en California por varios años como médico, hasta que en 1965 se trasladó a la costa este, donde ejerció la neurología; primero como médico y luego, adicionalmente, como profesor. Fue académico del Colegio de Medicina Albert Einstein por 41 años. Desde 2012 impartió clases en la Universidad de Nueva York.
- Muchos doctorados: Diversas universidades le entregaron el grado de "Doctor Honoris Causa" por sus diversas obras y contribuciones. Entre ellas están Georgetown (en 1990), Colegio de Staten Island (en 1991), Universidad de Tufts (en 1991), el Colegio Médico de Pennsylvania (1992), Bard College (1992), la Universidad de Queen, Ontario (en 2001), la Universidad de Gallaudet (en 2005), la Universidad de Oxford (en 2005), la Pontificia Universidad Católica del Perú (en 2006),51 y el Laboratorio Cold Spring Harbor en 2008.
- Un título de otro campo: Por su contribución a la sociedad, la Universidad de Oxford le entregó en 2005 el grado de doctor honorífico en Derecho Civil.
- Orden del Imperio Británico: Durante el cumpleaños de la Reina Isabel II, en 2008, recibió de manos de la soberana la condecoración de comendador de la Orden del Imperio Británico en reconocimiento a su contribución a la ciencia y la literatura.
- "Primer Artista": El cargo fue creado específicamente por la Universidad de Columbia, en 2007, para premiarlo por sus esfuerzos por construir puentes entre las ciencias y el arte. El título le permitía acceder, sin restricciones, a las distintas facultades de la casa de estudios.
- Fuera de la Tierra: En su honor y para celebrar sus aportes a la ciencia, el cinturón principal de un planeta pequeño descubierto fue llamado "oliversacks".
- Despertares: Una de sus primeras obras, que relata su experiencia cuando trabajó con pacientes que sufren de encefalitis letárgica y que no pueden despertar por décadas. La película, protagonizada por Robert De Niro y Robin Williams en 1990 fue nominada a 3 premios Oscar.
Un hombre de muchas pasiones: Campos de trabajo
No sería injusto decir que Oliver Sacks fue -bien en chileno- "disperso". Y el adjetivo en ningún caso lo descalificaría. Por el contrario, describe la enorme amplitud de su trabajo: Desde la migraña común, hasta casos excepcionales como comunidades enteras que sufren de daltonismo.
Las publicaciones del médico abarcan distintos fenómenos que fueron de su interés: Jaquecas y su efecto en la vida cotidiana; la experiencia de pérdida de sensibilidad en extremidades; condiciones psiquiátricas extremas (en su libro "El hombre que confundió a su mujer con un sombrero"); la ceguera; el daltonismo; sus historias de juventud como científico; la relación entre la música y el cerebro humano; la percepción; y las alucinaciones.
Además de sus trabajos en ciencia, Sacks participó desde 1996 en la Academia Americana de las Artes y las Letras y fue socio de la Academia de Ciencias de Nueva York. En 2002 se convirtió en socio de la Academia Americana de las Artes y las Ciencias y fue debido a sus aportes a la literatura fue galardonado con el Premio Lewis Thomas entregado por la Universidad Rockefeller.
El adiós del mundo:
JK Rowling, autora de la saga de Harry Potter escribió: Era una persona excelente, humano e inspirador".
Eso mismo ocurrió con muchas celebridades, académicos, investigadores, escritores y autoridades. También fueron miles los usuarios de redes sociales, que sin fama alguna, despidieron a Oliver Sacks con frases u obras del autor. El mismo Sacks, consciente de su enfermedad, remató su carta de despedida: "No puedo pretender que no tengo miedo. Pero el sentimiento que predomina en mí es la gratitud. He amado y he sido amado; he dado mucho y he recibido mucho en retorno; he leído y viajado y pensado y escrito. He tenido una relación con el mundo, esa interacción especial de escritores y lectores. Pero por sobre todo, he sido un ser consciente, un animal pensante, en este hermoso planeta, y eso, en sí mismo, ha sido un enorme privilegio y una aventura".
Cuando falleció, su asistente escribió en su cuenta de Twitter (@oliversacks): "Él murió temprano esta mañana en su hogar de Greenwich Village, rodeado por sus amigos cercanos y su familia. Tenía 82 años. Pasó sus últimos días haciendo lo que amaba -tocando piano, escribiendo cartas a amigos, nadando y disfrutando el salmón ahumado".