SANTIAGO.- Ciento diez años de cárcel recibió el pasado viernes Olvaldo Rivera, mientras la familia de Dominick Andujar, un niño que murió a los 6 años asesinado por Rivera, lloraba en la corte, recordando su muerte.
El hecho sucedió en septiembre de 2012, cuando Rivera, un peluquero conocido en el barrio como “Popeye”, entró a la fuerza a la casa de los Andujar, en Nueva Jersey, con la intención de abusar de la hija mayor de la familia, Amber, que en ese entonces, tenía 12 años.
Al escuchar los gritos, Dominick fue de inmediato a ver qué ocurría con su hermana e intentó abalanzarse hacia el atacante, que para entonces, tenía cerca de 31 años. Pero tal como contó Amber en un escalofriante testimonio ante los jueces, pare entonces, Rivera ya había tratado de cortarle el cuello a ella, y cuando Dominick apareció, quiso hacer lo mismo con el menor, provocándole su muerte.
Amber, sin embargo, logró escapar para pedir ayuda, pero a mitad de camino, ya en la calle, quedó sin conocimiento por la pérdida de sangre provocada por las heridas que le propinó antes Rivera.
Mientras Amber llegó hasta la corte, el pasado viernes, con una chaqueta roja que llevaba en la espalda una foto de Dominick, con la frase “mi pequeño héroe”, la mamá del menor recordó que una profesora le entregó una especie de diario que tenía de Dominick, en el que el niño había escrito: “Soy un superhéroe. Salvo vidas”.
