Su objetivo es generar una situación de cetosis similar a la que se produce con el ayuno. Esto ocurre porque se restringe la ingesta de hidratos de carbono, los que son reemplazados por alimentos ricos en proteínas y grasas. De esta manera, aumentan las cetonas, disminuye el apetito y el cuerpo comienza a autoconsumir la grasa.
"En el papel suena bonito y la gente sí baja de peso", afirma Samuel Durán. El problema es que puede afectar el hígado; aumenta el colesterol -porque quienes la siguen comen más jamón, mantequilla, etc.-; se producen problemas de constipación, ya que se consume poca fibra; se pueden presentar mareos, descompensaciones y halitosis; se ponen en riesgo los riñones por la sobrecarga de proteínas, y también produce un mayor riesgo cardiovascular por el excesivo consumo de grasas.
Básicamente consiste en la reducción de calorías a expensas de carbohidratos y grasas. Es decir, si una persona consume 2.000 calorías diarias, baja a 1.000 calorías diarias, pero manteniendo igual la ingesta de proteínas, y bajando carbohidratos y grasas.
"Es una dieta hiperproteíca y el consumo elevado de proteínas lo que hace es reducir el apetito, pero también se baja la carga de calorías porque se reducen carbohidratos y grasas", explica el nutricionista.
¿Lo negativo? El exceso de proteínas puede provocar una sobrecarga renal cuando se lleva a largo plazo.
Se basa en la idea de que los distintos grupos sanguíneos son fruto de la evolución y surgieron como respuesta a los diferentes entornos alimentarios.
A juicio de Samuel Durán, no es tan dañina como otras dietas, pero la restricción calórica o alimentaria que implica podría llevar a deficiencias nutricionales. "Entonces, si alguien la lleva mal, puede empezar a eliminar cada vez más alimentos y finalmente mientras más restrictivo sea, mayor es la probabilidad de tener deficiencias nutricionales", señala el especialista.
Asimismo, Durán señala que un estudio clínico cuyos resultados se dieron a conocer el año pasado, demostró que cualquier dieta hipocalórica llevará a una baja de peso independiente del grupo sanguíneo de la persona que la siga.
"Yo diría que es de las más peligrosas", enfatiza el nutricionista. En el fondo consiste en ingerir agua más verduras. De ellas se dice que son altas en potasio y bajas en sodio, pero implican una fuerte restricción de proteínas, carbohidratos, grasas, fibras, vitaminas y minerales.
"Se puede producir un déficit de nutrientes a mediano y largo plazo, porque la duración de la dieta es de una semana, pero las personas la mantienen por meses", sostiene Samuel Durán, quien -dice- sólo la recomendaría a las novias que les queda una semana para casarse y no les entra el vestido.
Se trata de una dieta que está muy de moda y lo que hace es promover la desintoxicación hepática para mejorar la salud y el peso corporal. Se basa en jugos naturales, especialmente de verduras, y en comidas variadas de origen vegetal y algunas carnes magras.
"Lo malo de esto es que quienes la promueven dicen que los jugos desintoxican el hígado, algo sobre lo cual no hay evidencia científica. El jugo de verduras es un buen aporte de fibra, vitamina C, agua y antioxidantes. Pero de ahí a hacer una limpieza al interior del organismo, ya es otra cosa", dice el especialista.
Durán agrega que otro inconveniente de la dieta detox es que deja afuera los cereales, que aportan vitaminas y minerales.