Una vez en la consulta, una paciente me dijo que le encantaría estar presa un tiempo como tratamiento para dejar de comer. "Con tantos eventos sociales, actividades de mi empresa, matrimonios, invitaciones a comer, ¡es imposible hacer dieta! ¡Me tendrían que encerrar!", me planteó.
Me acordé que en Estados Unidos se hizo un estudio, observando el comportamiento de los reos en una cárcel de alta seguridad. A través de las cámaras de los comedores, los investigadores evaluaron las conductas alimentarias, entendiendo que todos tienen el mismo menú y acceso a la comida. Se realizaron algunas observaciones muy interesantes, comparando los reos normales de peso con aquellos con sobrepeso:
1.- El reo con sobrepeso está ansioso en la fila, pendiente de su turno y su bandeja.
2.- El mismo se sienta en la mesa y comienza a comer, inmediatamente. Mientras que tiene comida en la boca, el tenedor está listo con una nueva porción. La velocidad con la que come es tres veces mayor en comparación al reo normal de peso, el cual entre bocados deja el tenedor en el plato.
3.- El reo con sobrepeso siempre se come toda la comida del plato, a diferencia del reo normal, que la mayoría de las veces deja comida.
El paciente entonces en la consulta me pregunta: "¿Puedo comer toda la lechuga que quiera?", "¿puedo comer gelatina diet sin límites?" Y ése es el punto clave: el límite.
No se coman un cerro de lechuga con dos tiritas de pollo encima. Prefiero que coman la comida de su casa, pero la mitad del plato.
Cuando comemos, nuestro estómago secreta hormonas llamadas péptidos gastrointestinales. Estas hormonas a su vez regulan por una parte el funcionamiento de otros órganos intestinales como el páncreas (el cual secreta insulina), con la información que llega a nuestro cerebro y que nos avisa que efectivamente estamos comiendo. De tal modo que nuestro cerebro sabe que estamos comiendo y dejamos de recibir la señal de hambre.
Entonces, los invito a concentrarse en comer poco y lento. ¡Para comer poco, tengo que hacerlo lento! Sino es imposible sentir sensación de saciedad, ya que tengo que darle tiempo al cerebro para que reciba la información hormonal de que estamos comiendo.
Finalmente, pensando en mi paciente y las actividades sociales, todos estamos siempre expuestos a mucha comida e invitaciones. No podemos quedarnos encerrados en nuestra casa para evitar las tentaciones, ni menos esperar el día lunes para empezar a comer sólo lo que necesitamos.
Saludos,
Doctora Antonia León Kattan, internista y nutrióloga de la Clínica Mediterránea.