“A veces me pregunto por qué él no dice nada cuando tenemos sexo. Solo escucho cómo respira agitado, pero no me dice nada, ni palabras románticas ni sucias… Y la verdad es que no sé si me gusta, porque siento que da lo mismo con quién esté haciéndolo, y que lo hace como animalito”, confiesa intrigada nuestra entrevistada, quien solo quiere hacerse llamar por Anita. Una sensación con la que se sienten muy representadas varias féminas y que quisimos dilucidar en la siguiente nota, explicando por qué él no te habla en la cama.
-Porque te muestras tímida: “A ver, a mi me pasa que yo sí hablo y digo cosas en la cama, pero todo va a depender de la chica con la que esté y la confianza que se genere en nuestros encuentros. Si la chica es calladita, no dan muchas ganas de decirle cosas. Pero si es más desinhibida e incluso llega a quejidos subidos de volumen, ahí es distinta la cosa. Porque como en todo orden de asuntos, lo que prima es la comunicación dentro de la pareja, sea estable u ocasional, y si a tu chica le gusta que le digan cosillas al oído o directamente más fuerte, ahí es cuando el hombre, por lo general, se relaja y comienza a hablar. Pero también es necesario saber hasta dónde se puede llegar, ya que no es cosa de llegar, estar en pleno acto y que se te salga otra cosa más subida de tono. Pero si la chica te lo pide, claro, ahí uno cacha que la mina se viene con más cosas”, dice Mauricio, de 33 años.
-Porque lo callaste: “Otra cosa es que tu comiences a decir algo y te manden a callar, por ejemplo cuando era menos experimentado, los nervios me traicionaban y comenzaba a contar chistes. Ahí me mandaron a callar porque se desconcentraba para lograr el orgasmo, por lo que opté por no hablar mucho con ella, hasta que de a poco se fue soltando. Tampoco era una cosa de gemir, gritar o arrancarse el pelo, pero sí sabía decirme lo justo y necesario para dejarme fuera de combate, y yo trataba de hacer lo mismo”, confiesa Nicolás, de 31 años.
-Porque hablas más de lo debido: “En ocasiones me ha llamado la atención que chicas que se ven bien, de buen familia y situación, me han insultado de forma grosera en el momento del coito, creyendo que es una actitud excitante. Claro que a mí en lo personal, más que molestarme me llama la atención, y a veces, me dejan entre una risa interna y disfrute sexual”, dice Santiago de 31 años.
-Porque lo considera innecesario: “Sé que en las relaciones sexuales no soy capaz de decir más que monosílabos. Y es que creo que es más importante el lenguaje corporal que verbal. Prefiero que sea ella la que hable. Me gusta escucharla decir lo que le gusta”, afirma Javier, de 32 años.
-Porque solo le gusta escuchar: “Me encanta escuchar. Me da lo mismo lo que diga y cómo lo diga, pero que me muestre que esté pasándola bien”, dice Pablo, de 29 años.
La culpa es de la cultura erótica
Una vez expuestas las razones que los machos nos entregan, quisimos buscar la que médicamente se entrega en consultorios como el del sexólogo Enrique de Rosa: “Es una generalización que tiene mucho que ver con el nivel de cultura erótica del hombre, ya que es cierto, los hombres minimiza (mos) la palabra como instrumento dentro del juego erótico, sin embargo el otro día comentaba una paciente que ante el mejor amante se iría con el poco atractivo de Neruda y sus poemas de amor. Los hombres hablan poco también por un menor contacto con las emociones verbalizadas y el aprendizaje, a priorizar los estímulos físicos por encima de la palabra. Es evidente que para un hombre sentir que él toca un pecho puede ser más estimulante que escuchar que le digan que lo aman, y aún más difícil darle cabida a soltar su propia expresión de amor. También nos ocasiona cierto miedo lo intangible, y de allí quizás confesar o expresar la pasión puede mostrar un área de debilidad que nos deje inseguros. Penetrar es algo que nos mantiene en un posición de poder, en la palabra hay intercambio, en la penetración existe la fantasía que yo penetro”.
¿El consejo para ellos?
“Es que lo prueben. Será una extraña experiencia liberar las propias emociones por otro lugar que no sea el cuerpo y muy gratificante por cierto”, concluye el especialista.
Saludos,
Karen Uribarri, periodista, diplomada en Sexualidad.