SANTIAGO.- Sagradamente, todos los días, Louise Edlen saludaba a los niños que pasaban frente a su casa en el bus escolar. La anciana de 93 años, disfrutaba que en su rutina de la mañana, decenas de jóvenes rostros le alegraran la jornada desde la gran micro amarilla que los llevaba al colegio. Los cinco años en que esta dinámica se repitió, hizo que la mujer pasara a ser conocida como “la abuelita de la ventana”. Y por esto, fue natural que surgiera la preocupación cuando la “abuelita” dejó de aparecer sonriente al saludo matutino, en septiembre pasado.
¿Dónde estaba? ¿Qué había pasado con ella? La conductora del bus de la escuela pública de Arlington (Washington), Carol Mitzelfeld, quiso averiguarlo. Así que tomó un ramo de flores y decidió ir a dejárselo a su casa, acompañado por una nota en la que se leía: “A la abuelita de la ventana. Estamos pensando en ti. Te quiere, los niños del bus y la conductora, Carol”. Pero la preocupación no mejoró, cuando la mujer se enteró de boca del propio marido de la anciana (Dave), que ésta había sufrido un accidente cerebrovascular y estaba hospitalizada.
Al día siguiente, y como respuesta a las flores, un cartel que decía “gracias”, rodeado de corazones, se podía ver desde la ventana donde solía aparecer la anciana. “Eso nos hizo muy felices”, dijo Cheyanne Holt, una de los 90 estudiantes que diariamente viaja con Mitzelfeld. Y como agradecimiento, todos posaron para una gran fotografía en la que aparecen dentro del bus, saludando a Louise.
“Esto es de los niños. Te extrañan y quieren que te recuperes”, le dijo la propia Mitzelfeld a la anciana, cuando fue hasta el hospital a entregarle la imagen, con la idea de que pudiera seguir viendo a los menores saludándola, aunque estuviera en recuperación.
“Los extraño también. Estoy tratando de mejorarme” dijo la abuela, con mucha dificultad. Mientras su marido, declaraba que la imagen de los menores le ayudaría a encontrar más fuerza día a día para recuperarse, como informó el medio local, King5.com.
Y para la alegría de todos, el 21 de octubre pasado, Louise pudo volver a su hogar y al asomarse por la ventada, vio su querido bus escolar con los niños adentro. Entre algunos corazones pegados en la ventana del gran vehículo amarillo, se leía “Bienvenida a casa”.