Quiero compartir con ustedes la historia de Marisol (los nombres han sido cambiados para proteger la identidad de los pacientes), de 54 años quien acudió a Centro Miintimidad en busca de ayuda, pues hace varios años que no podía tener relaciones sexuales con su marido por dolor, sequedad vaginal y ardor.
Marisol se crió en una familia muy tradicional con un padre machista y una madre sumisa. Era hija única, por lo que la cuidaban y protegían en extremo. Estudió en un colegio de puras mujeres y no sabía lo que era tener amigos.
Siempre se sentía vigilada, tenía que avisar dónde iba y pedir permiso para todo, no le permitían salir sola con amigos, ni menos pololear.
Marisol decía: "Yo quería estudiar para ser profesora, pero mi padre no me dejó, me decía que sería una pérdida de tiempo y que mejor me dedicara a buscar un buen hombre y formar una familia".
A los 20 años conoció a Juan con quien pololeó a la antigua durante 2 años. Se casó a los 22 años, con el único amor de su vida y por supuesto virgen.
El matrimonio anduvo muy bien y siempre se sintió protegida y querida. Después de los quehaceres de la casa, ayudaba a su marido en una Ferretería, de la cual eran dueños.
Su vida sexual era muy satisfactoria. "A pesar de no tener experiencia, lo pasábamos muy bien, nos reíamos, siempre tenía placer y nos dábamos el tiempo para estar juntos", relató.
Luego de unos años, decidieron tener hijos y así fue. Tuvieron dos niñas, una que tiene 21 años y otra de 19 años.
Actualmente Marisol está casada hace 30 años, y aún se dedica a ayudarle a su marido y a las labores domésticas.
Llegó a Centro Miintimidad diciéndome: "Necesito ayuda, ya no puedo tener relaciones con mi marido, porque no aguanto el dolor que tengo en la vagina en el momento de la penetración. Quiero volver a ser la mujer que era".
Marisol estaba sufriendo los efectos de la menopausia, como falta de elasticidad de sus tejidos, sequedad vaginal y falta de lubricación en el juego previo, así como también mayor dificultad para experimentar el orgasmo.
Después de evaluarla, constaté que su área genital estaba con atrofia, la elasticidad de los tejidos estaba muy disminuida, debido a la falta de hormonas y que habían muchos puntos gatillos dolorosos dentro de su vagina. Sus dolores se debían en parte al déficit de hormonas, específicamente de estrógenos, como efecto de la menopausia y climaterio.
Como respuesta al dolor, ella aprendió a apretar tanto sus músculos vaginales, que se generó un espasmo o contractura en algunos de ellos.
Marisol acudió donde una ginecóloga, quien le recetó crema y óvulos con estrógenos locales.
Comenzamos a trabajar la relajación de los músculos vaginales que estaban en espasmo, con diferentes técnicas de masaje y elongación dentro de la vagina y en las últimas sesiones agregamos el uso de unos dilatadores o tutores (tubos de diferentes tamaños) que se introducen en la vagina para ir acostumbrándose al roce.
Marisol tenía una pauta de ejercicios para hacer en casa y su marido en algunas ocasiones le ayudaba con los ejercicios.
Después de 11 sesiones en 3 meses de tratamiento, Marisol y Juan volvieron a tener relaciones sexuales sin dolor y satisfactorias.
Muy emocionada en la última sesión me dijo: "Estoy tan agradecida, me devolvió la vida, me subió la autoestima, me siento mujer de nuevo y poco a poco volveré a ser la mujer que era".
Saludos,
Odette Freundlich, directora de Centro Miintimidad, kinesióloga especialista en disfunciones del suelo pelviano y sexualidad (www.miintimidad.cl, contacto@miintimidad.cl).