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Un look para mandar: Las mujeres en el poder del Cono Sur

Con detractores, polémicas y fieles seguidores, si hay alguna mujer en Sudamérica que sabe que cada prenda que viste públicamente comunica algo, son las tres Presidentas de esta parte del mundo, Cristina Fernández, Dilma Rousseff y Michelle Bachelet.

20 de Noviembre de 2015 | 13:30 | Por Ángela Tapia Fariña, Emol.
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SANTIAGO.- Arriba o abajo en las encuestas, con polémicas, y un desgaste que intentan ocultar en su imagen, las tres mujeres que gobiernan Estados en el Cono Sur han evidenciado cambios en sus estilos al vestir, que muchas veces han comunicado un giro o renovación en sus formas de gobernar, que, dicho sea de paso, no han sido pocos años los destinados a ser la cabeza de un país.

Conozcamos algo más de los looks de Cristina Fernández, Dilma Rousseff y, cómo no, de la Presidenta Michelle Bachelet.
  • Dilma Rousseff
  • La dama de hierro de Brasil:

    Estar a cargo de la economía más grande de Sudamérica requiere un carácter firme. Y tal como dicen las malas lenguas sobre lo difícil que es sacarle una sonrisa a Dilma Rousseff, la economista parecía perfecta para gobernar Brasil, tal como lo ha hecho desde 2011. Divorciada en dos ocasiones, llegó sin ser “la esposa de”, aunque sí, la ahijada política de Lula da Silva, algo que le ayudó a ganar el mando del Palacio del Planalto, eso sí, con una imagen que dejaba mucho que desear a los expertos de moda.

  • Un vestuario plano, privilegiando el contenido:

    Más allá de sus ideales y programas de gobierno, de lo bien o lo mal que lo ha hecho según los brasileños, había algo en su apariencia que no convencía. Con una extensa carrera política que partió apenas finalizó la dictadura brasileña (1985), Dilma se dio a conocer en la escena pública de su país con el cargo político de Secretaria Municipal de Hacienda. Pero su apariencia no varió demasiado hasta antes de asumir el cargo de Presidenta.

    Lentes, cabello corto –como mucho una melena- y un vestuario anticuado y algo masculinizado –probablemente por el machismo que ha rodeado la política en Sudamérica-, han sido parte de su típica estética.

  • El perfecto look austero:

    Pero bien sabrán quienes han sido candidatos presidenciales, que en esta lucha hay que tirar toda la carne a la parrilla. Tras sufrir un cáncer linfático en 2009, y tener que usar peluca producto de la quimio, la Mandataria se sometió a un lifting realizado en la clínica Mohinos de Porto Alegre, del doctor Renato Viera –“me quité 20 años de encima”, señaló entonces-, y se entregó a los expertos en miras a las elecciones presidenciales.

    Celso Kamura, requerido peluquero que ha trabajado con Gisele Bündchen, también está desde entonces detrás del cabello de Dilma, al que modernizó y hasta aclaró un poco cuando ella era candidata.

    Su vestuario y maquillaje, al que criticaban de poco carismático, quedó en manos de João Santana, experto en marketing, que trató de ablandar el look de la “la dama de hierro” de la política brasileña, según cuentan algunos “para conquistar a los estratos más pobres del país”.

    Su ropa, entonces, la manejó el diseñador Alexandre Herchcovitch, optando por lo clásico y cortes rectos. “¿Hubo tiempo para lavar al menos el traje”, se preguntaban en un medio brasileño, luego que su Mandataria no tuviera reparos en repetir su ropa en dos eventos públicos en una misma semana. El mes pasado y tal vez como para dar un mensaje en plena etapa de reajuste fiscal, Dilma apareció con el mismo traje blanco y sus perlas –aparentemente idénticas-.¿Una mujer coherente con sus políticas públicas? ¿Un mensaje falso de una supuesta austeridad? Ya lo dirán el tiempo y los propios brasileños.

  • Cristina Fernández de Kirchner
  • La viuda maquillada y con extensiones:

    “Nací llevando maquillaje”, ha dicho en tono de broma la Mandataria argentina Cristina Fernández de Kirchner. Y a sus 62 años, esta ex Primera Dama, otrora senadora y diputada y viuda madre de dos hijos, es conocida internacionalmente por llevar un look que dista mucho de las apariencias sencillas de sus colegas. No es extraño que a diferencia de otras presidentas, ella sea prácticamente la única que lleva su pelo largo y, por qué no decirlo, hasta coqueto con esos bucles que le dan movimiento justo en las puntas, obra del estilista Alberto Sanders, quien abulta la melena presidencial con extensiones, según ha publicado el medio trasandino La Nación.

    Que no se note pobreza, como diríamos en Chile; Cristina ha enfrentado los buenos y los momentos de su Mandato siempre punta en blanco, al menos desde que asumió como Primera Dama. Algo que sin duda requiere un esfuerzo y personas dedicadas al tema, tomando en cuenta el desgaste que significa gobernar un país por casi 8 años ya, y, entre medio, ser operada por un hematoma en el cráneo, entrar al quirófano por un diagnóstico erróneo de cáncer de tiroides, enviudar, y recibir acusaciones de enriquecimiento ilícito, de exculpar a los acusados de un atentado terrorista y además, de estar involucrada en el supuesto asesinado del fiscal que te denuncia. Sea cierto o no –la justicia tendrá que resolver los puntos que le incumben- que Fernández ha vivido con estrés, es un hecho.

  • El “bling político”, del luto a Hérmes y Louboutin en la Casa Rosada:

    Tal vez, una de las únicas veces que se ha visto a Cristina notoriamente demacrada, fue cuando falleció su marido, el ex Presidente Néstor Kirchner y cuando debió someterse a una operación por segunda vez durante su mandato, debido al hematoma en su cabeza. Entonces, en 2013, la mujer que había nacido maquillada dejaba entrever apenas su rostro, tapado con enormes anteojos de sol, los que no podían ocultar el desgaste de tres años de viudez y un luto que llevó voluntariamente todo ese tiempo, sin mayores contrastes que un negro eterno.

    Cuentan por ahí que el ex representante de una de las joyerías más exclusivas de Buenos Aires, acusó a la Mandataria de volverse una compradora compulsiva cuando quedó viuda, y que llegaba a gastar hasta un millón de dólares al año en collares de perlas, las que habría pagado en dólares y “en negro”, algo que ha sido desmentido por la Presidencia argentina. Con todo, no es la primera vez que se destapan comentarios sobre el gusto por las compras lujosas de Cristina.

    Basta recordar que en 2011, New York Post aseguró que la Presidenta había desembolsado $110,000 dólares en zapatos de Christian Louboutin y carteras Hérmes, y el 2012 ardió Troya cuando apareció con un broche de Tiffany & Co. de 12.000 dólares, en medio de una cuestionable administración económica de su país.

    Instancias como estas y su gusto por aparecer con relojes Rolex Lady Date Just de oro y brillantes, o Bulgari, son las que han llevado a Cristina Fernández a integrar el “bling político”, refiriéndose a aquellos Mandatarios de países que gustan de ostentar riquezas.

  • La nueva Cristina:

    Fueron 6 meses de convalecencia tras su operación a la cabeza, y la viuda de Néstor Kirchner apareció renovada, dejando atrás el negro y retomando su pasión por los colores, dando prioridad al blanco. Mal que mal, algo hay que hacer con el clóset que, según cuentan, mide cerca 95 metros cuadrados. ¡Muere de envidia, Carrie Bradshaw!

    En este templo a la ropa, Fernández tendría diseños exclusivos de Susana Ortiz, y los zapatos favoritos de la Mandataria, marca Ricky Sarkany, con el taco aguja siempre presente.

  • Michelle Bachelet
  • Del poco estilo al encuentro con su bella hippie:

    Al igual que las anteriores Presidentas, la nuestra también tiene un largo período gobernando (2006-2010 y 2014 a nuestros días), una amplia trayectoria política –min. de Salud, de Defensa y directora de ONU Mujeres) y quizás, por ende, el desgaste que a consecuencia aparece en el look de nuestras mandatarias estudiadas.

    Recordemos que la Presidenta Bachelet fue una joven guapa. Y bien lo evidencian sus fotografías en esos locos años hippies, tocando la guitarra. Flaquita, pelo largo y liso, sonrisa grande, así era la Presidenta. Y si bien se desconoce qué opina ella sobre las burlas que a veces se hacen públicamente sobre sus kilos de más, no hay que ser muy adivino para saber que en la mente de una mujer esas burlas duelen. Pero, ¡que tire la primera piedra aquella mujer que no ha subido de peso los con los años! Y Michelle no es la excepción.

  • Desapercibida entre los hombres de traje. La primera Presidenta de Chile:

    Cuando apareció con su primer cargo ministerial, hace 15 años atrás y con su bata blanca de doctora, Michelle ya mostraba un atuendo más o menos parecido al de hoy. No es fácil tratar de tener estilo entre puros hombres de traje, sin desentonar, y la entonces ministra de Salud bien lo hacía con trajes de lino en colores tierra y pastel.

    Su cabello, casi una melena y su rostro acompañado por los eternos anteojos sin marco que luce hasta hoy. Como ministra de Defensa, la cosa no varió mucho, siendo casi como su uniforme de trabajo el traje de dos piezas que alternaba con alguna falda bajo la rodilla y sus zapatos de medio taco.

    Fue el año 2006 que este país tuvo por primera vez una mujer dirigiéndolo. Michelle Bachelet asumía entonces una tarea no menor, cualquier paso en falso podía ser considerado simplemente como poca experiencia de una mujer que quiere jugar a la política, echando por la borda el cambio cultural que debió desarrollar todo el país para lograr que una candidata ganara la mayoría de votos en unas presidenciales.

    Pero al igual que sus colegas del Cono Sur, el cargo le pasó la cuenta en su cuerpo. Comenzó a ganar peso y su cabello comenzó a amoldarse a un corte alejado de la imagen de un gran salón de belleza, más aseñorado y con menos glamur, tal vez, semejante al peinado de la canciller alemana Angela Merkel. ¿Gusto personal o estrategia de comunicación? Solo ella y sus asesores lo sabrán.

  • De los nervios de acero a una Michelle más exótica:

    No debe existir ser humano en el planeta al que no le aparezcan más arugas y ojeras después de ser presidente y estar expuesto a temas como que se le culpe de la muerte de chilenos en el tsunami del 2010, y que los negocios de su nuera, perjudiquen a niveles impactantes su aprobación ciudadana.

    Alejada del caos, las críticas y hasta los insultos propinados a su persona en internet, Michelle dejó su primer gobierno y en Estados Unidos pareció vivir una vida más tranquila, trabajando para naciones Unidas. Pero por algún motivo que un simple mortal con nervios humanos desconoce, Michelle regresó a Chile con un notorio aumento de peso, en circunstancias en que debía entregarse por completo a una nueva campaña presidencial y necesitaba que los ojos de la gente se alejaran de los detalles estéticos. Para eso apeló a su pasado, a su alma hippie.

    Muchos decían que intentaba imitar al también candidato presidencial de entonces, Alfredo Sfair, cuando a su regreso de Nueva York, empezó a verse en las actividades de su comando con túnicas a media pierna y cuello mao, combinadas con pantalones rectos. Pero no fue hasta el debate televisado que Michelle sacó lo que podría ser el traje más lindo que se ha puesto ante cámaras, con una prenda ad hoc al estilo antes mencionado, con bordados dorados de flores.

    El 15 de diciembre de 2013, Michelle daba su discurso de vencedora en un atuendo liviano y suelto, pantalón y blusa con aires de la India, que parece haberse diluido con el paso de los meses. Hoy, si bien pudiera considerarse que las túnicas no son una prenda para una Mandataria, Bachelet ha regresado a sus trajes de chaqueta y faldas, que adorna con collares generalmente de perlas, o de plata.

    Muy de vez en cuando, regala un guiño a esa hippie que nos mostró en 2013, con pañuelos estampados, o aros con flores. ¿Tocará la guitarra todavía?

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