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Autoridades saudíes cuestionan la lectura del Corán como tratamiento para enfermedades

Se trata de una práctica muy extendida en ese país, pero en el último tiempo han aparecido falsos curanderos que además de cobrar altísimos precios por sus terapias, usan métodos violentos y cometen abusos contra las mujeres que acuden a ellos.

26 de Noviembre de 2015 | 09:12 | EFE
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Reuters
RIAD.- Es tradición en Arabia Saudita que los curanderos traten algunas enfermedades incurables y el mal de ojo mediante el recitado del Corán, pero esta práctica se encuentra ahora en el punto de mira ante las crecientes denuncias de abusos.

Aunque la legislación islámica reconoce la lectura del Corán y de las suplicas de "la suna" (la tradición del profeta) como tratamiento para los enfermos, las autoridades saudíes estudian regularlo debido a que se han dado casos de violencia y de acoso a mujeres.

"Leo versículos coránicos a personas que no han encontrado cura en los hospitales. La mayoría sufren de brujería o mal de ojo por envidia", dice un curandero, que se identifica como jeque Abu Hasan.

Cada vez es más frecuente que los que practican este método se anuncien en las redes sociales y en cientos de páginas web para ofrecer sus servicios.

No es el caso de Abu Hasan, que asegura no recurrir a internet porque no necesita más publicidad: "No tengo capacidad de atender a más pacientes", agrega.

Este curandero, que deja claro que no recibe dinero de sus pacientes, también receta algunos productos que Mahoma usó como tratamiento natural, como la miel, el aceite de oliva y las semillas de negrilla.

"El resto es charlatanería y engaño", denuncia Abu Hasan, ante la nueva tendencia de cobrar precios desorbitados por estas lecturas aprovechándose de que muchos musulmanes están convencidos de la efectividad del tratamiento con el Corán.

De hecho hay veces que estas consultas son más caras que las de un médico. Por ejemplo, la clínica del curandero Adnan Taufiq al Hashemi pasó recientemente de cobrar 100 riales saudíes (unos 26 dólares) al equivalente de unos 133 dólares.

Esta técnica ha abierto las puertas de par en par a los charlatanes e impostores, que han llegado incluso a perpetrar faltas a la moral contra las mujeres o usar la violencia como terapia.

Por ello, el Ministerio saudí del Interior y el Departamento de la Fatua (edicto islámico) efectúan en la actualidad un estudio sobre estas prácticas, para regularlo o incluso proponer su prohibición.

El director de la Organización de la Promoción de la Virtud y la Lucha contra el Vicio -la policía religiosa saudí-, Abdelrahman al Sanad, advirtió este mes de que controlará a los curanderos para que no cometan infracciones.

"La organización ha detectado faltas por parte de curanderos contra mujeres", dijo Al Sanad en declaraciones a la prensa.

La policía de la moral tiene de hecho una unidad de lucha contra la brujería y la charlatanería, y solo en el año 2013 detuvo a más de 500 personas de ambos sexos por practicar el tratamiento coránico de una forma que infringía la legislación islámica.

Algunos de los delitos habituales denunciados ya en el informe de 2013 atañen a las mujeres, que sufrieron tocamientos, acoso y en algunos casos fueron fotografiadas por los curanderos como método de extorsión.

También se dieron denuncias de violencia, como recurrir durante las terapias a golpes con bastones, cadenas o zapatos, o incluso estrangulamiento del paciente, sin llegar a la muerte.

Para el imán de una mezquita de Riad, el jeque Said al Gamedi, este tratamiento se ha convertido en "un medio para aprovecharse de la gente y sacarle dinero".

Al Gamedi explica que la legislación islámica obliga al enfermo a ponerse primero en manos de los médicos y, si no logra curarse, puede recurrir a tratarse por sí mismo con el Corán sin necesidad de un curandero.

"La gente humilde, por ignorancia, prefiere un clérigo curandero que domine el Corán y elija los versículos adecuados para el tratamiento", añade.

Pese a todo, este imán aboga por no prohibir esta práctica, sino regularla y reforzar la vigilancia sobre quiénes la practican, otorgando autorizaciones sólo a quienes estén habilitados.

Una opción, a su juicio, sería crear departamentos de este tipo de tratamiento en los hospitales estatales y privados bajo supervisión del Ministerio de Sanidad, o crear clínicas especializadas dotadas con psicólogos.
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