REVISTA VIERNES DE LA SEGUNDANo le queda mucho tiempo. Brania, la hija menor de Susana Valle ?una mujer peruana, 31 años, madre de otra hija de tres? tiene un mes y medio, y en pocas semanas se le acaba el plazo para realizarle el examen de displasia de caderas, uno de los chequeos más importantes para los recién nacidos. Hasta ahora, eso sí, no se lo puede hacer, ya que pesar de nacer en Chile, Brania no tenía la nacionalidad, y por lo tanto tampoco una identidad: está fuera del sistema.
Su hija nació en el país pero no es chilena. El 13 de octubre, justo antes de las cinco de la mañana, Susana Valle dio a luz a su segunda hija, la primera que tenía en este país. Cuando llegó el momento de inscribirla, la funcionaria del Registro Civil que la atendió no le dio la nacionalidad. Brania quedó apátrida.
“La señorita funcionaria me dijo que ella no sería chilena”, cuenta Susana en su casa de Recoleta, que en rigor no es una casa sino apenas una pieza, una habitación de tres metros cuadrados donde vive junto sus dos hijas, y también con su hermano, que trabaja limpiando en la Municipalidad, y su madre, que vende de todo un poco afuera de una estación de metro. Susana, como otros 39 mil peruanos y unos 128 mil extranjeros en los últimos cinco años, llegó al país el 22 de agosto. Lo hizo después de casi un día arriba de un bus, proveniente de Buenos Aires y con casi ocho meses de embarazo. “Me dijeron que sin papeles no la podían inscribir como chilena”, dice, recordando su paso por el Registro Civil. “Que sólo podía ser hija de extranjero transeúnte”.
Según la Constitución, en su artículo 10, “son chilenos los nacidos en el territorio de Chile, con excepción de los hijos de extranjeros que se encuentren en Chile en servicio de su Gobierno, y de los hijos de extranjeros transeúntes”. ¿Quiénes serían esos extranjeros transeúntes? En la ley no queda detallado. Desde 1982, y por oficio, el Departamento de Extranjería y Migración (DEM) denominó así a quienes tuvieran menos de un año residiendo en el país. Pero en 1996, bajo el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, ese oficio se modificó, y como hijo de extranjeros transeúntes fueron inscritos todos los niños cuyos padres extranjeros estuvieran indocumentados o con una situación irregular, independiente del tiempo que llevaran en Chile y de su voluntad por permanecer y realizar sus vidas acá. Una condición extraña y ambigua, ni turista ni chileno, sin banderas ni derechos. Ninguna nación del continente, salvo República Dominicana ?que buscaba así frenar el ingreso masivo de inmigrantes haitianos?, cuenta con una categoría similar.
Bajo esta condición de extranjeros transeúntes, miles de niños quedaron apátridas. Muchos de sus padres, que dejaron sus países de origen escapando de la violencia, la precariedad o la inseguridad, tampoco los registraron en sus consulados, quedando así sin nacionalidad y sin un Estado que se hiciera cargo de ellos.
Según datos del Registro Civil, entre el 2000 y el 2014 fueron tres mil los niños inscritos bajo este estatus. Un grupo de abogados, integrado por juristas de las universidades Diego Portales (UDP) y Alberto Hurtado (UAH) y junto al Servicio Jesuita para Migrantes (SJM), los fueron a buscar. La gran mayoría de estos casos se encontraba en las regiones de Arica y Parinacota, y Tarapacá, hijos de peruanos o bolivianos que vivían en localidades rurales como Colchane, Pica, Huara o Pozo Almonte. Otros estaban en la Región Metropolitana. Después de dos viajes a terreno, escudriñando en escuelas y postas, consiguiendo permisos y poderes, acumularon 161 casos, que hace dos semanas fueron presentados a la Corte Suprema bajo un recurso de reclamación de nacionalidad. O sea, que el Estado los considere como chilenos.
“Nunca nadie había salido a buscar a los niños apátridas”, dice Delfina Lawson, abogada de la Clínica Jurídica de Migrantes y Refugiados de la UDP, quien junto a Macarena Rodríguez, de la UAH, Miguel Yaksic, del SJM, y Víctor Hugo Lagos, también de la UDP, lideraron esta causa. “El derecho a la nacionalidad”, agrega, “te garantiza que un Estado te va a proteger como su nacional, da lo mismo dónde vivas. Estos niños no son chilenos pero tampoco son reconocidos por ningún otro país. No pertenecen a ningún lugar. Son, están, pero nadie los reconoce”.
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Revista Viernes de La Segunda.