La semana pasada casi 300 mil jóvenes daban la PSU, entre los que estaba mi hermano. En su graduación, que fue el viernes anterior, él lanzó y colgó su toga con honores. Y ayer fue su fiesta. Sí, esa fiesta, en la que se baila el vals, esa que queda guardada en la memoria como el mejor de los recuerdos; esas vivencias que no se olvidan.
Mientras escribo estas líneas él duerme y se lo merece después de un largo carrete. Y quiero decir frente a todo Chile que durante este año no hubo un día en que mi hermano no estudiara, que no se quemara sus pestañas por ejercer su vocación que lleva plasmada en su corazón.
Mi Benja lanzó su toga, bailó el más lindo de los vals y rindió la esperada y, a veces tan atemorizada, PSU. Yo no hice nada de eso, porque a mis 18 años estaba luchando por sobrevivir, consumida, ahogada en una lucha y enfermedad tan mortal como cruel y tan silenciosa como dolorosa. Pero hoy le digo a esta enfermedad que si el hecho de padecerla me hizo perder y sufrir muchas cosas que quizás no hubiera elegido, las agradezco. Cada una de esas vivencias ha hecho de mí la mujer que soy hoy en día.
Hoy le digo a la anorexia: “Es verdad que pensaba que me habías quitado muchas cosas pero estaba equivocada. ¡No me has quitado nada y he ganado mucho!”.
Hoy yo también di mi PSU. También bailé el vals y, finalmente, lancé mi toga. Quizás 12 años después de la fecha en que debería haberlo hecho, pero qué más da. Los tiempos de Dios y la vida son un misterio. Dios quiso este minuto para mí. Ahora entiendo y veo su sabiduría muy claramente. Simbólicamente me gradué con mi hermano, tiernamente bailé con mi papá cuando mi hermano bailaba el vals con mi mamá y, en mi corazón tiré esa toga que llevaba guardada por tantos años, cuando mi hermano lanzó la suya.
Benja llegó a este mundo hace 18 años. El mismo año en que la anorexia tocaba mi puerta. Pero él la tocó más fuerte porque su nacimiento solo trajo vida, luz y amor.
Hoy, 18 años después, nazco nuevamente junto a mi hermano. Él camina a un mundo lleno de vida que lo espera por delante y yo vuelvo a nacer, pero esta vez como mujer. Ya no hay deudas pendientes, la niña ya bailó el soñado vals, ya lanzó su toga. El día de la graduación llego… La PSU ya se vivió.
Cariños,
Denisse Fuentes Estrada
Fundadora & Directora
Fundación “Pesa Tu Vida”
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