REVISTA VIERNES DE LA SEGUNDA“¿Fuiste a un cumpleaños el fin de semana?”. Detrás de la puerta hay una sala, y en ella un par de asientos cómodos, una mesita que a veces tiene lápices, las paredes color crema y algún cuadro en la pared. El lugar es tranquilo como una sala de espera y amable como una zona de juegos.
“¿Quiénes estaban en la fiesta?”. Desde el techo, eso sí, un par de cámaras, recatadas como las de seguridad, registran en 360º todos los movimientos que suceden ahí dentro, y al otro lado de un ancho espejo varias personas miran y monitorean la conversación que, en los cómodos asientos y al lado de la mesita, están teniendo un adulto y un niño.
“¿Qué pasó ahí?” El adulto hace preguntas abiertas y generales, con calma y ningún apuro. El niño se siente en confianza y las responde espontáneamente. En algún momento, y sin necesidad de un tono inquisitivo ni menos de una presión desmedida, el niño dirá lo más difícil de decir: que fue abusado sexualmente. Y dirá quién lo abusó. Y cuándo. Y cómo
Así se comenzarán a desarrollar las entrevistas para recoger los testimonios de los niños abusados sexualmente en nuestro país ?que según cifras del Sename fueron 5.015 denuncias en la Región Metropolitana el 2015? una vez que se apruebe un proyecto de ley que desde el año pasado se encuentra en el Senado.
La sala es una sala Gesell, una de las 48 que ya hay instaladas en distintos juzgados de familia, un lugar especialmente diseñado para entrevistar a menores víctimas de un delito. Y el adulto es uno de los treinta capacitados –quince fiscales y quince oficiales de la Policía de Investigaciones– que se acaban de graduar como especializados en Entrevistas Investigativas a Víctimas Infantiles de Delitos Sexuales. Son los primeros en el país que reciben este entrenamiento de estándar mundial, que ya se aplica en Bélgica, Suecia y en casi todo Estados Unidos. Un protocolo creado en la universidad australiana de Deakin, y traducido por las escuelas de psicología de las universidades de Chile y Católica. Treinta personas –treinta entrevistadores– que reflejan la modernización que se comienza a vivir en Chile respecto a un tema tan sensible como invisible: el trato que reciben los niños que sufren abusos sexuales en el proceso investigativo y judicial, un camino que los hace revivir su trauma varias veces y frente a varias personas. Lo que se conoce como victimización secundaria.
Los fiscales
El sistema no funcionaba. Y la fiscal Patricia Muñoz, directora de la Unidad Especializada en Delitos Sexuales del Ministerio Público, lo argumenta con un caso. “Me acuerdo de un juicio por violación a un niño de seis años. Un menor que por su edad y desarrollo podía describir el abuso pero no lograba hacer el análisis de lo que había sufrido. Hasta que la defensora, en medio del juicio oral, va y le pregunta: ¿pero tú cómo sabías que te estaban violando?”.
Muñoz, que antes de dirigir la Unidad se desempeñó por nueve años como fiscal especializada en delitos sexuales y violentos, se enoja de puro recordarlo. “Objeción, por supuesto. Y también daban ganas de ponerle un combo a la defensora. ¡Qué es esa pregunta! Eso es agredir de nuevo a la víctima”.
La victimización secundaria es justamente eso: cuando una víctima debe revivir, a través de las distintas instancias del proceso investigativo y judicial, los detalles del crimen que le tocó sufrir. Un trauma que reaparece dando su testimonio una y otra vez frente a los Carabineros, el Servicio Médico Legal, la Policía de Investigaciones, los Fiscales, la Defensa y el juez. Más profunda es esa victimización cuando el delito es de carácter sexual, y más vulnerable es todavía la persona si se trata de un menor de edad.
“Si hubiese estado debidamente capacitada para entrevistar adecuadamente a esa víctima”, dice la fiscal Muñoz, “lo más probable es que esa defensora sabría que esa pregunta no la puede hacer. Que no tiene ningún sentido agredir o reagredir al menor, que además no ayuda en nada a su teoría. No tiene ninguna lógica”.
Muchos países han cambiado su legislación para proteger de la victimización secundaria a los niños abusados sexualmente, y la tendencia mundial es casi una: la entrevista videograbada. Esta consiste en generar una sola instancia en la que el menor relate su experiencia, frente a un profesional certificado como entrevistador de niños, y en una instalación, como las salas Gesell, que registre esta narración con cámaras y micrófonos de alta definición.
“Era evidente que el sistema judicial no era capaz de hacerse cargo de los niños víctimas y desde ahí había que tomar alguna decisión”, dice Muñoz. “Aunque el método actual por sí solo no genera victimización secundaria, el hecho de que se deban realizar muchas entrevistas en distintas etapas del proceso, con distintos entrevistadores sin competencias, es lo que provoca un impacto negativo. Y por ley nuestro deber es proteger a las víctimas, por lo tanto evitar la victimización secundaria es parte de nuestro trabajo”.
Sigue leyendo sobre la realidad de la victimización secundaria y los entrevistadores que buscan combatirla en este
reportaje de Revista Viernes.