SANTIAGO.- Unos cinco millones de chilenos conviven con el dolor de manera crónica, según la opinión del doctor César Margarit, coordinador de la unidad del dolor del hospital de Alicante (España), apoyada en estudios elaborados por la Universidad Católica de Chile.
"El dolor crónico es un problema de salud pública que requiere la misma atención que cualquier otra enfermedad", señaló este especialista español, quien visitó recientemente Chile para participar en el Congreso de Dolor, que reunió a los principales profesionales médicos en la materia.
En entrevista, Margarit se congratuló del interés que este problema suscita actualmente entre los facultativos chilenos, a diferencia de lo que ocurría años atrás.
"El tema del dolor crónico es una de las enfermedades más frecuentes en el mundo. Sin embargo, no tiene la difusión que merece, porque no está considerada una patología mortal".
El médico español explicó que en los países más desarrollados, esta enfermedad se ha convertido en un tema de salud pública, debido entre otras razones a su impacto económico.
"Millones de personas conviven diariamente con el dolor, pero no se hace nada al respecto, solo paliar la dolencia de manera parcial", explicó.
El impacto de esta dolencia cuando no recibe el tratamiento adecuado es enorme, advirtió.
Así, por ejemplo, la mitad de los pacientes que son intervenidos del tórax y una de cada tres mujeres que se operan de las mamas sufren dolor crónico.
En España, donde una de cada cinco personas lo padecen, ha habido una mayor concienciación de las autoridades para paliar esta dolencia, especialmente cuando su origen es oncológico.
Más recursos, más especialistas y una toma de conciencia por parte de quienes hacen y administran las leyes es la fórmula para avanzar en el tratamiento de este problema, aseguró el doctor Margarit.
"Existe un problema de salud que es prevalente y que consume muchos recursos, porque los pacientes con dolor a veces no pueden acudir a trabajar. Al final se produce un impacto socioeconómico", consideró.
En los últimos diez años han aparecido nuevas oportunidades para abordar este problema, con fármacos que facilitan los tratamientos y el desarrollo de las unidades del dolor de los hospitales. Junto a ello, también han aparecido fórmulas complementarias no farmacológicas, como la psicología ligada al dolor y las terapias ocupacionales.
En la Unión Europea, explicó César Margarit, se han aprobado directrices específicas para tratar el dolor. Europa en general tiene niveles diferentes en cuanto a prevalencia del dolor, los países nórdicos tienen más afecciones por dolor, los países mediterráneos tienen menos,
La accesibilidad a estos sistemas es mayor en el caso de los países nórdicos, donde la prevalencia de esta patología, además, es mayor que en los del sur.
El coordinador de la unidad del dolor del hospital de Alicante elogió la actuación de la Organización Mundial de la Salud en lo que al dolor oncológico se refiere.
La OMS ha implementado diversos mecanismos de medición, y lo ha hecho también con el dolor persistente en los niños. "Se han dado cuenta de que se trata de un tema de salud pública que obliga a cada país a elaborar un sistema ajustado a su propia idiosincrasia", señaló.
Margarit puntualizó que el rol de los países europeos en el avance para el tratamiento de esta dolencia lógicamente es distinto del que se da en Chile, "donde las necesidades hoy apuntan a otro tipo de enfermedades que tienen un carácter más urgente".
Pero ello no significa que el Estado deba dar un paso al costado en su prevención y tratamiento, puntualizó este especialista.
A su juicio, los gobiernos no deben pensar en los recursos que se van a gastar en tratar a las personas, sino en cuánto se van a ahorrar al solucionarlos. "Hay que mirar a largo plazo", recomendó.
Estudio da luces sobre nuevo tratamiento
Coincidentemente con las declaraciones de César Madgarit, un estudio con roedores publicado hoy en la revista "Nature Neuroscience" reveló que la combinación de dos fármacos -un antiinflamatorio y otro que actúa sobre la dopamina- puede hacer "más eficaz" el tratamiento contra el dolor crónico.
Los investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad estadounidense de Northwestern descubrieron además que una región del cerebro que controla si nos sentimos contentos o tristes, así como las adicciones, es remodelada por el dolor crónico.
El tratamiento recupera esa región cerebral y reduce de forma drástica los síntomas del dolor en un modelo con animales, indica el estudio.
Al entender la causa que genera tales cambios en el cerebro "fuimos capaces de diseñar un tratamiento corrector que funcionó realmente bien en los modelos" con animales. "La cuestión ahora es si funcionará también con humanos", señaló uno de los autores del estudio James Surmeier, para lo que están realizando un test clínico.
El nuevo tratamiento combina un medicamento conocido como L-dopa, y un antiinflamatorio no esteroideo, ambos aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU.
Los resultados sugieren que complementar los antiinflamatorios, que es el tratamiento más común contra el dolor, con medicación que activa los receptores de la dopamina o aumenta los niveles de ese neurotransmisor "puede ser más eficaz" para tratar el dolor crónico y prevenir que se cronifique.
Suministrada a roedores con dolor crónico, la combinación de ambas medicinas tiene como objetivo los circuitos cerebrales del núcleo accumbens (una zona del cerebro situada en cada hemisferio) y elimina por completo el comportamiento en los animales del dolor crónico.
El tratamiento tiene "el potencial de prevenir el dolor crónico" si se usa lo suficientemente rápido después de producirse la herida que lo causa, dijeron los científicos.
"Para nosotros fue sorprendente (descubrir) que el dolor crónico realmente reconfigura la zona del cerebro que controla si te sientes contento o triste", señaló Surmeier.
El estudio "muestra que se puede pensar en el dolor crónico como si el cerebro se hiciera adicto al dolor, de hecho el circuito cerebral relacionado con las adicciones está implicado en el proceso del dolor", indicó Apkar Vania Apkarian, otro de los autores del estudio y profesor de la misma universidad.
Los científicos descubrieron que a los pocos días de sufrir una herida que provoca el dolor crónico hay un grupo de neuronas, las cuales se cree que son responsables de las emociones negativas, que se hiperexcitan y refuerzan su conexión con otras zonas del cerebro vinculadas a la percepción del malestar.
El siguiente paso fue dilucidar si este cambio estaba causado por una disminución de un neurotransmisor llamado dopamina
Cuando los científicos administraron la combinación del antiinflamatorio no esteroide y la L-dopa, que aumenta los niveles de dopamina, se revirtieron los cambios en el cerebro y se paró el dolor crónico en los animales.
Esos resultados establecieron que el dolor crónico "no puede ser visto solo como un fenómeno sensorial sino que está íntimamente relacionado con las emociones", agregó Apkarian.