El vestido que escogen para una de las galas más importantes del año puede impulsar o arruinar su carrera.
Lupita Nyong'o, por ejemplo, se convirtió en un ícono de moda y logró millonarios contratos publicitarios gracias al estilismo azul cielo de Prada que lució en 2014, año en el que ganó una estatuilla como Mejor Actriz de Reparto por su papel en "12 años de esclavitud".
Para las nominadas, lo ideal es empezar a planear el diseño a partir de noviembre, para tener tiempo de realizar entre dos y cuatro pruebas, algo así como un muy organizado vestido de novia.
Uno de los detalles más importantes es que "se vea bien en las fotos. No vale solo sentirse cómoda", cuenta Penny Lovell, guardiana ocasional de los clósets de Taylor Schilling y Rose Byrne.
Pero para llegar al gran día, primero hay que superar una temporada de premios que conlleva ir a galas, fiestas, actos benéficos, conceder entrevistas de televisión y encontrarse con los fans. "Eso implica más de veinte conjuntos", explica la estilista Petra Flannery, que viste a Daisy Ridley, Claire Danes y Amy Adams. Claro que la más glamorosa de esas tenidas se reserva para los Oscar.
Entre los accesorios y el look, cabe mencionar que tanto vestidos como joyas son devueltos en cuanto se apagan los focos de la premiación, y cada estilista puede cobrar entre US$1.500 ($1 millón apróx.) y US$6.000 ($4 millones 100 mil pesos).
Para presumir de línea, las estrellas dejan sus dietas controladas y pasan a regímenes draconianos. Y seis semanas antes, "hay que dejar los carbohidratos, reducir las cantidades y comer sobre todo proteínas y verduras", cuenta la entrenadora Valerie Waters, que ha trabajado con Jennifer Garner, y que cobra entre 250 ($173 mil) y 350 ($242 mil) dólares la hora.
Las actrices saben que serán fotografiadas desde todos los ángulos, por lo que sus entrenadores son intransigentes; ni un gramo de dulce ni una gota de alcohol.
La gran mayoría entrena todo el año, pero Waters todavía recuerda cuando la vino a ver Courtney Love para que la pusiera en forma de cara a unos Globos de Oro. "Nunca había ido al gimnasio y solo teníamos tres semanas. Al final apareció maravillosa", asegura.
Está totalmente prohibido hacerse un lifting o someterse a cualquier cirugía que provoque hematomas durante varias semanas.
Pero las estrellas tienen una oferta muy amplia de tratamientos cosméticos, como las inyecciones para lograr labios más carnosos o el botox. El precio oscila entre los US$500 ($345 mil) y los US$2.000 ($1 millón 382 mil).
"Quiero que tengan un aire juvenil y fresco, sin pasarme, para que puedan sonreír de forma natural", dice el cirujano plástico Ashkan Ghavami, que cuenta a la cantante Iggy Azalea entre las famosas que trata.
Además de los típicos "peelings" químicos, las actrices se hacen tratamientos de exfoliación y tonificación para lucir una piel brillante.
El salón Tracy Martyn de Nueva York se ha hecho famoso por su "Red Carpet facial" (facial de alfombra roja), disponible por 600 dólares ($415 mil). Kate Winslet y Susan Sarandon son algunas de sus clientes más fieles.
Por ahora, Mila Kunis tiene el récord de haberse gastado 7.000 dólares ($4 millones 800 mil) para embellecer su rostro a base piedras preciosas, de cara a los Globos de Oro de 2011, según la prensa estadounidense.
"Una campaña para los Oscar es como una campaña presidencial", asegura la maquilladora Sabrina Bedrani, que ha trabajado con Felicity Jones y Julianne Moore.
Las estrellas no aparecen en público sin aplicarse antiojeras, polvos, sombra de ojos, pintalabios y rímel.
Por su parte, el estilista David Zyla afirma que los maquilladores y peluqueros facturan hasta 4 mil dólares ($2 millones 700 mil) por día, a menos que una gran marca patrocine a las estrellas. "El glamour no es obra de una sola persona.
Además de los estilistas, agentes, representantes, madres y amigas, los directivos de los estudios también dan su opinión", explica.