SANTIAGO.- Dinamarca es el país más feliz del mundo, según los resultados del más
reciente World Happiness Report, estudio que realiza Naciones Unidas hace 4 años, desde que determinó que cada 20 de marzo se celebraría el Día Internacional de la Felicidad.
Los parámetros para ganar ese lugar, ocupado hoy por los daneses, se basan en aspectos como la distribución de riquezas de un país, ayudas sociales de parte del Estado, comodidad y calidad en el sistema de salud, educacional, de medio ambiente, esperanza de vida y un largo etcétera que a cualquier nación le gustaría tener. Cabe mencionar que en el listado de la ONU, Chile ocupa el puesto 24.
Por otro lado, nos enteramos con este y otros estudios, que los países menos dichosos del planeta estarían en su mayoría en África (de los últimos 30 lugares de la lista de World Happiness Report, solo 5 países no son africanos), y se destaca la presencia de conflictos armados, crisis alimentarias, poco o nulo acceso a servicios básicos, represión e inseguridad.
Pero la crítica que se le suele hacer a este tipo de investigaciones es que intentan clasificar la felicidad en aspectos netamente ligados al nivel de desarrollo y libertad política de un país. Y si bien es cierto que la calidad de vida que una nación ofrezca a sus ciudadanos es fundamental para su bienestar, y que estos estudios permiten guiar a los gobiernos para fijarse en qué políticas públicas deben poner más énfasis, muchos alegan que la felicidad es un tema subjetivo según la cultura y país en la que se trate de identificar.
Por ejemplo, en Dinamarca, la palabra “felicidad” se entiende como “hygge”, lo que –según los expertos- se traduce como un tipo de bienestar que puede ser provocado por cosas tan simples y cotidianas como beber una rica taza de café.
Asimismo, se menciona para entender la noción danesa de felicidad, el hecho de que como sociedad, ellos suelen ser bastante reticentes a compartir sus problemas con el resto de la gente. Por ende, la respuesta normal que darían a la pregunta “¿eres feliz?” es “sí, todo bien”.
Algo parecido podría ocurrir en Suiza, país que el año pasado ocupaba el primer lugar del World Happiness Report, y que este 2016 pasó al segundo puesto. En 2014, el sitio web Thought Catalog le preguntó a 17 personas de distintos lugares y culturas qué significaba ser feliz en sus países y Keij, un joven de entonces 25 años, respondió desde la perspectiva suiza: “Siendo suizo, jamás vas a querer alardear de tus éxitos o riquezas (…) No quieres que la gente te envidie. No quieres que tu felicidad se convierta en el enojo de alguien. Me refiero a que es más importante ser considerados con el resto y prestarle menos atención al ego. Eso funciona; (por eso) los suizos están entre las personas más felices del mundo”.
¿Tu felicidad es la misma que la mía?
Consultado en la misma encuesta anterior, un costarricense de 33 años explicó lo que en su país se entiende por felicidad: el término “pura vida”. “Nos movemos al estilo de ‘pura vida’, porque la felicidad para nosotros es solo disfrutar de la vida y pasar el tiempo con la familia. No le damos mucha importancia a las cosas como riquezas o posesiones”. En este tipo de realidades, ¿cabe la renta per cápita que toman en cuenta los estudios de la felicidad, como el de la ONU?
Para Becky Hsu, profesora asistente de sociología de la Universidad de Georgetown, las investigaciones sobre la felicidad deberían basarse en tres principios: un buen estado de ánimo, una buena vida (independiente de la cantidad de dinero), y la convicción personal de que la propia existencia tiene un significado, una razón de ser.
Basándose más en las relaciones personales que la gente posee, Hsu realiza su propio estudio en China con un equipo que quiere demostrar que la felicidad depende del sitio en el que se estudie. Y como ejemplo, la socióloga le mostró a The Washington Post un video que grabó en el hogar de una anciana china, quien prácticamente con júbilo, mostraba la elegante ropa con la que sería enterrada. Sus amigos presentes parecían fascinados cuando veían que la mujer ya contaba hasta con la fotografía que se exhibirá en su velatorio.
Tal como señaló Hsu, no es que la muerte sea algo bueno en sí para esta anciana china, sino que para su cultura, es una etapa más que deberá vivir, y le provoca alegría poder recibir lo inevitable de la mejor manera posible. Asimismo, la socióloga destaca la importancia que tiene para la cultura oriental la relación con los ancestros fallecidos, por lo que tener todo listo para la muerte, es visto como un motivo para estar alegre.
Distinto ocurriría en Occidente, según la socióloga, donde la libertad, el individualismo y la solvencia económica son vistos como valores que conllevan a la felicidad. Tomando en cuenta estas diferencias y las distintas nociones o prioridades que pueden existir en las culturas, ¿qué crees que es ser feliz en Chile?