TOKIO.- En el sector textil, donde la competencia es feroz a base de emplear mano de obra barata –y habiendo denuncias de explotación y malas condiciones de trabajo de por medio-, Japón ha encontrado la respuesta definitiva: la tecnología que siempre ha caracterizado al país.
En la fábrica de Shima Seiki, en el oeste del país, la ropa se hace en pocos minutos, gracias a unas máquinas capaces de elaborar un sweater sin costuras en media hora apoyando simplemente un botón.
El sistema WholeGarment, patentado por el grupo japonés está siendo además utilizado en otras partes del mundo por fabricantes como la marca italiana de lujo Max Mara. Y dichas máquinas cuentan con un sistema de concepción digital que permite elegir modelo, color y corte. "Todo el mundo se iba al extranjero, a destinos más baratos. Nosotros queríamos impedir eso", explica Kenji Iwamoto, un responsable de la compañía, que en los años 1990 dio un salto tecnológico para no naufragar en un sector tan competitivo.
Con el sistema WholeGarment, un trabajador gestiona simultáneamente 10 máquinas. Además, emplea la cantidad justa de materia prima para fabricar prendas de una sola pieza, ya que con las máquinas se prescinde del corte y la costura, y no sobra nada.
Ropa a medida hecha al instante
La firma Coohem, de Ken Oe, emergió tras el rescate de la empresa textil fundada hace 64 años por su abuelo Yonetomi y víctima de la recesión de los años 1990.
Ken Oe, llegado a la empresa hace seis años, trajo con él herramientas digitales punteras para crear trajes de tweed de alta costura, que ahora se venden en ilustres establecimientos como Jeffrey, en Nueva York, y Harvey Nichols, en Hong Kong.
Otro ejemplo es Seiren, conocido por sus cortinas e interiores de autos. La empresa ha lanzado una línea de ropa a medida, comercializada con la marca Viscotecs, que desde septiembre puede encontrarse en los lujosos almacenes Takashimaya de Tokio.
Los clientes pueden elegir entre una rica gama (modelos, tejidos, colores y largos), propuesta en una tablet que muestra su foto vestidos con la prenda.
Los datos de concepción son enviados de forma digital a la fábrica de Seiren, en el centro del país, donde la prenda es creada por máquinas de corte e impresoras de tinta y entregada a la tienda en un plazo de tres semanas. El proceso tiene además la virtud de poder transformar la industria de la moda, reduciendo el stock de artículos no vendidos.
Además, el uso de impresoras de tinta reduce en un 80% la cantidad de agua y electricidad necesaria respecto al proceso clásico de tinte, según Nami Yoshida, portavoz de Seiren.
Los verdaderos “fashion victims”
Las escasas leyes laborales en ciertos países asiáticos han hecho de estos lugares, zonas idóneas para los fabricantes de ropa que quieren reducir sus costos en la producción.
Sobre todo las marcas de ropa “low cost”, como Zara o H&M, entre otras, y también conocidas tiendas de ropa deportiva, suelen tener en sus etiquetas, información de la procedencia de las prendas, entre las que se encuentran India, China, Vietnam, Indonesia, Camboya o Bangladesh.
En este último lugar, el año 2013 ocurrió una tragedia que sacó a la luz las malas condiciones de trabajo de los trabajadores del mundo textil, cuando
murieron 1.132 personas tras derrumbarse un edificio en que operaban talleres como New Wave Style, que entonces abastecían a Mango y Benetton. Este hecho,
obligó a las autoridades del país a hacer mejoras en la legislación laboral.
Desde entonces, cientos de reportajes y sobre todo campañas, han aparecido para denunciar las condiciones de trabajo de estas personas. Así, hace dos años, El Mundo reveló los sueldos y horarios de una fábrica textil cualquiera en Camboya: “En el sector textil se paga un sueldo mínimo de unos 100 dólares mensuales, a los que se añaden pluses de puntualidad, transporte y comida, que lo elevan a unos 130 dólares ($87.204 a la fecha de hoy). Pero poca gente gana 130 dólares porque hacen muchas horas extras. Y casi te las exigen. Trabajan diez horas diarias cinco días a la semana y el sábado, ocho. Con eso aquí salen por unos 150 a 160 dólares mensuales ($100.620 - $107.328)”, explicó al medio español, un empresario del rubro.