SANTIAGO.- A Eric O’Grey le habían calculado unos 5 años de vida más, en 2010. Pero sus 154 kilos, altísimo colesterol y presión sanguínea, y su diabetes Tipo 2 –por la que pagaba cerca de mil dólares al mes en medicamentos-, no solo le habían mermado a tal punto su salud. Simplemente, había dejado de preocuparse por su vida. Ya nada tenía sentido y no tenía interés en sociabilizar con la gente.
Recién tuvo que pasar una vergüenza pública para que decidiera hacer algo por él mismo, luego de retrasar todo el despegue de un vuelo en el que viajaba, porque la sobrecargo no podía encontrar una extensión para lograr abrochar su cinturón de seguridad.
Tras este impase, Eric –un hombre de de California- visitó a un nutricionista, el que, entre otras cosas, le recomendó que adoptara un perro. Y siguiendo las indicaciones, el hombre se dirigió a una sede de la Humane Society, una de las organizaciones estadounidenses más grande de protección animal, y les contó a los encargados el tipo de perro que andaba buscando. “Me acuerdo de decirle a una señora: quiero un perro obeso y de mediana edad, para tener algo en común con él”.
Así regresó con Peety, un perro con esas características, que había sido rescatado luego de que su antigua familia lo abandonara en el patio trasero de una casa. “Él había pasado por una situación parecida a la mía, no tenía amigos y no conocía a nadie, y se había transformado en un perro arrogante”, comentó O’Grey en un video de Mutual Rescue, iniciativa que busca cambiar la manera de cómo percibimos el bienestar animal.
Más allá del amor incondicional, Peety me enseñó lo que era la lealtad absoluta”, comentó. “Me miraba a los ojos como si yo fuera la mejor persona del planeta. Y decidí que quería ser la persona que él pensaba que yo era”. Las caminatas diarias con Peety, una dieta saludable y la conciencia de hacer algo por su salud, permitieron que O’Grey bajara 63 kilos, y hoy es otro hombre.
Lamentablemente, Peety solo estuvo cinco años junto a O’Grey, ya que un tumor en una pata, hallado en marzo del año pasado, terminó siendo un cáncer que se llevó su vida. Y aunque la amistad de Peety es irremplazable, el hombre no dudó en ir en busca de otro perro rescatado, Jake.
“Gracias a Peety me despierto todos los días queriendo ser la mejor persona que puedo ser”, ha dicho O’Grey. “¿Quién rescató a quién? ¿Yo lo rescaté a él o él a mí?”, reflexionó.
