MADRID.- Una entrada majestuosa, un pasillo en penumbra y la curiosidad por descubrir una visión desconocida de la alta costura, nos lleva al mundo que se abre detrás de la pasarela y al juego de luces y sombras que la prestigiosa fotógrafa francesa Joséphine Douet desvela a través de la mirada de su objetivo.
"Coutures" (Costuras) es la exposición que, enmarcada dentro del festival PhotoEspaña, se inauguró ayer en el Museo del Traje de Madrid. Un recorrido por el que se descubre un diálogo entre la colección permanente del museo y 22 fotografías, "de un total de 100 seleccionadas", del "backstage" de los desfiles de alta costura de París de entre 2000 y 2010.
Fotografías inéditas, en algunos casos, que han supuesto un ejercicio de memoria de su autora para encajar la historia del traje con el presente más reciente. "Hemos funcionado de una manera muy orgánica, para organizar toda la exposición", dijo Douet, quien, desde su eterna residencia en Madrid, ser mantiene vinculada al mundo de la moda y a la tauromaquia en su fotografía.
Douet ha publicado libros con su trabajo y exhibido en más de una ocasión su trabajo, tanto con toreros como con la moda. Y sobre este último aspecto, asegura echar de menos grandes momentos de la alta costura y desvela con un tono de decepción el camino por el que se desliza en la actualidad. "Estoy esperando que llegue alguien con el espíritu de Galliano. Ahora mismo, la alta costura es muy comercial y muy plana", advirtió.
Asimismo, señaló que Givenchy era uno de los reductos de la alta costura y calificó al romano Giambattista Valli como "adorable", pero "sin la exuberancia de Galliano". "He visto a gente llorar en sus desfiles", aseguró.
El "backstage" es un mundo solitario, a pesar de la gente que pulula por allí, y la fotógrafa intenta captar los momentos de "intimidad". "Es una constante en mi trabajo, el tú a tú. Intento entrar en mundos cerrados y privados", confesó.
Con todo lo bueno, sin embargo, aseguró que el mundo de la moda ha cambiado mucho. "Antes éramos cuatro. Yo me sabía el nombre de las modelos, y ellas el mío. Ahora, no. Es la guerra", dice mientras gesticula empujones y describe cómo las modelos son las primeras en no "parar de posar y hacerse selfies".
Conoce parte de su trabajo aquí: