Hace más de cien años, a fines del siglo XIX, el maestro chileno Pedro Lira pintó dos cuadros inspirados en la mitología griega. Hoy, ambos se exhiben inmensos uno al lado del otro en el Museo de Bellas Artes. A la derecha está Sísifo, desnudo y vigoroso, un macho que, acarreando una roca por enésima vez hacia la cima, cumple virilmente el castigo impuesto por los dioses. A la izquierda, Prometeo encadenado, también desnudo y castigado pero ambiguo y andrógino, expuesto y sensible a su entorno. La fuerza bruta enfrentada a la fragilidad. Dos hombrías opuestas -en esa época, una válida y la otra, no-, que figuran juntas en la colección (en)clave Masculino.
"No quisimos hacer una representación del hombre, sino una representación de lo masculino: aquellos roles sociales que se le asignan al hombre por ser hombre", dice Gloria Cortés, curadora del Museo a cargo de esta colección, una muestra provocadora que por un lado evidencia que la institucionalidad del arte en Chile ha estado dominada por los hombres –sólo el 11 por ciento de las obras del Bellas Artes son de autoras mujeres–, pero que por otro, a través de contrastes como el de los cuadros de Lira, plantea tácitamente un par de preguntas que quizá no tienen respuestas. ¿Qué significa ser hombre hoy? ¿Ser fuerte como Sísifo o sensible como Prometeo?
Esas pinturas de Lira surgieron en un periodo que Gloria Cortés denomina como primera crisis de la masculinidad, a fines del siglo XIX y principios del XX. Entre autoritarismos, guerras sangrientas y una industrialización acelerada, cambió la percepción que tenían los hombres sobre su propio rol e identidad.
"Al mismo tiempo", dice Gloria Cortés, "hay un acceso de la mujer al ámbito laboral y por lo tanto una pérdida del control del rol masculino, el del proveedor y protector. Los hombres se fueron: están en la guerra, peleando, luchando y muriendo. Las mujeres se empoderan y generan esta crisis de lo masculino. Y hoy se habla de una segunda crisis o de una nueva masculinidad, con mujeres cada vez más empoderadas y hombres que se cuestionan su identidad de género".
Roles que cambian
¿Es más difícil ser hombre hoy? Casi la mitad de los varones estadounidenses cree que sí. Un 45 por ciento, según una encuesta de la fundación A woman's nation, que siente que para sus padres era más sencillo cumplir con las expectativas que la sociedad les exigía como hombres.
"Es que nunca ha sido fácil", dice Lucía Saldaña, profesora de la Universidad de Concepción y doctora en Sociología en la Universidad de Essex. "Siempre ha existido lo que se llama el mandato de la masculinidad, y que reúne todas los atributos que tradicionalmente se esperan del hombre: que sea viril, fértil, que tenga trabajo y un patrimonio familiar. Hoy hay más conciencia de que ese mandato, en rigor, es imposible de cumplir".
Un mandato que, a pesar de esta imposibilidad, nuestra sociedad aún sigue exigiendo. Por ejemplo, y según la Encuesta Internacional de Masculinidades Images que se realizó en Chile en 2014, casi un tercio de las mujeres cree que el hombre debe tener la última palabra en las decisiones importantes del hogar.
A cargo de esa investigación estuvo Francisco Aguayo, director del centro de estudios de masculinidad y equidad de género EME, a quien no le gusta el concepto de "nueva masculinidad": le parece una categoría extremadamente ambigua, que no dice nada.
"Lo que sí hay son transformaciones del modelo masculino tradicional. En los estudios, los hombres dicen que antes sólo les demandaban ser los proveedores pero que hoy les exigen otras cosas: ser inteligentes emocionalmente, expresivos con la pareja, sensibles, conectados con los hijos y con ganas de pasar tiempo con ellos. Son temas que tensan las relaciones de pareja y mucha gente se separa por estos asuntos: ella quería desarrollarse profesionalmente y a él le cuesta que ella gane más o sacrificar su carrera por la de la mujer".
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