El Mercurio (archivo)
Ya se terminaron las ansiadas vacaciones de invierno y esta semana, la mayoría de los niños chilenos regresan a clases para retomar su año escolar. Sin embargo, muchos enfrentan el segundo semestre con un mayor cansancio, lo que incide directamente en su aprendizaje y rendimiento.
Y aunque es importante que obtengan buenas calificaciones, también lo es que avancen en el desarrollo de sus habilidades y efectivamente aprendan. Y para que esto se logre, resulta fundamental superar las dificultades producidas durante el primer semestre y mantener los hábitos que conducen a buenos resultados académicos.
Frente a un mal rendimiento, cabe preguntarse, junto con los hijos: ¿qué situaciones son las que influyen en este problema académico? Lo que les corresponde a los padres es guiarlos en esta mirada, ofreciéndoles herramientas de análisis que les permitan tomar conciencia de las dificultades y llegar a conclusiones que orienten sus hábitos para el segundo semestre.
Algunas ideas que pueden resultar útiles son, por ejemplo, revisar juntos cuadernos, pruebas y trabajos, determinando los errores, para identificar si se trata de aprendizajes previos que no se han logrado, problemas de concentración durante la prueba, inseguridad o falta de estudio, entre otras causas. También se puede conversar con los profesores a cargo de las asignaturas débiles y conocer la opinión que tienen al respecto.
Lo importante es determinar las posibles causas y proponer un camino a seguir para superarlas. En este escenario, la actitud de los padres debe contemplar empatía y firmeza frente a las decisiones que se tomen. Dependiendo de la edad de los hijos se podrá dar más o menos autonomía en este recorrido, pero es básico focalizarse en el proceso y no solo en los resultados.
Cuando la reflexión defina que el niño requiere apoyo, hay que buscar los profesionales adecuados, por ejemplo, profesores particulares, cuando se trata de reforzar los contenidos de alguna asignatura, o psicopedagogos, si nos enfrentamos a alguna dificultad de aprendizaje.
En relación a un buen rendimiento, el análisis recién propuesto también reviste una serie de ventajas, pues se trata de que los estudiantes tomen conciencia de aquellas actitudes que le permiten desenvolverse adecuadamente en el ámbito escolar, y que es importante identificar y valorar positivamente. En la medida que un niño sepa qué conductas son las que le permiten tener un éxito académico, se podrá preocupar de conservarlas y podrá tener una luz de alerta frente a cualquier dificultad.
Ahora bien, no todos los aprendizajes se producen en el aula y como padres podemos contribuir, con actividades familiares, a abrir la mente de nuestros hijos, y facilitar la asimilación de nuevos contenidos y el desarrollo de las habilidades cognitivas. Por ejemplo, en la medida en que estemos al tanto de lo que están aprendiendo en el colegio, podremos vincular aquello con lecturas compartidas, salidas a museos, visitas a parques, plazas y observatorios, recorridos por lugares patrimoniales, compras en la feria o en el supermercado.
Tenemos un importante rol en la motivación de nuestros hijos hacia el aprendizaje y las actividades escolares, y en la medida que nos vean involucrados lograrán entusiasmarse con ello.
Saludos,
Mª Paulina Schwarze Fraile, subdirectora de Editorial Caligrafix. Profesora de Estado en Castellano (PUC), Licenciada en Letras (PUC), Magister en Comprensión Lectora y Producción de textos (Unab).