RÍONEGRO.- Como muchos magnates de la droga en Colombia, Federico Cock-Correa quiere vender su producto en todo el mundo. A solo 2,5 kilómetros de Medellín, Cock-Correa busca sustituir varias hectáreas de flores con plantas de marihuana y planea exportar la cosecha.
Sin embargo, a diferencia del despiadado comercio de heroína y cocaína que alguna vez floreció en la zona, sus actividades cuentan con la aprobación del gobierno.
Doble estrategia: Crecer y frenar el narcotráfico
El año pasado, el presidente Juan Manuel Santos inició una reforma a las leyes antidrogas de Colombia (con 30 años de antigüedad), que legalizó formalmente la marihuana medicinal para uso doméstico. Lo significativo es que también permite el cultivo, procesamiento y la exportación comercial de productos medicinales derivados de la marihuana —como aceites y cremas—, aunque no la flor, la parte de la planta con la que normalmente se hace el cigarrillo.
Las autoridades esperan que esta acción produzca un impacto en el negocio del tráfico de drogas de Colombia al crear una oportunidad legal en una industria históricamente controlada por el mercado negro. Creen que la nueva ley también ayudará a atraer inversión y darle un empujón a la economía, aunque pasarán varios años antes de que se noten las ganancias de estas inversiones.
“Es cuestión de salud, de ciencia; es la oportunidad de redimir el nombre del país”, afirmó Cock-Correa, quien encabeza el grupo colombiano PharmaCielo, una empresa que busca aprovechar estas nuevas leyes. “Es dejar de producir la planta que mata para producir la planta que cura”.
En la mira de las empresas extranjeras
Empresas como PharmaCielo creen que pueden posicionarse en la industria de los estupefacientes, tal como sus contrapartes ilegales lo hicieron en el pasado. En Estados Unidos, la industria de la marihuana sigue atrapada en medio de discrepancias entre las normas locales y federales. Aunque en años recientes algunos estados han legalizado esta droga, el gobierno federal actualmente prohíbe importar cualquier producto derivado de la marihuana.
Trabajadores de PharmaCielo revisan un sembradío de crisantemos que crece con lámparas. Esta empresa cultiva flores y se encuentra a la espera de la aprobación del permiso para cultivar marihuana. “Creemos que Colombia puede construir un exitoso negocio internacional con la exportación de marihuana medicinal”, escribió en un correo electrónico Alejandro Gaviria, ministro de Salud de Colombia. “El país está listo para participar en este mercado global emergente”.
PharmaCielo, con sede en Toronto, fue fundada en 2014 y en junio se convirtió en la primera empresa a la que el gobierno le otorgó permisos para fabricar productos derivados del cannabis. Aún espera por la autorización para su cultivo.
Otras compañías han seguido su ejemplo. En julio, el gobierno entregó autorizaciones de producción a otra empresa canadiense, Cannavida, y a una compañía colombiana llamada Labfarve-Ecomedics. A diferencia de PharmaCielo, Labfarve-Ecomedics se dedicará al mercado nacional, lo cual quizá le permita empezar más rápido, ya que no necesitará permiso de exportación.
Una vez que reciba la aprobación, PharmaCielo comenzará a plantar marihuana y después procesará el material para fabricar productos médicos que puedan exportarse a Canadá y otros países que acepten la importación del cannabis medicinal. Por ahora, Estados Unidos sigue estando muy lejos.
“En última instancia, este tiene la capacidad de ser un mercado internacional con un valor estimado en miles de millones”, afirmó Anthony Wile, inversionista canadiense de capital de riesgo y uno de los patrocinadores de PharmaCielo. Otro de los inversionistas es Jim Rogers, cofundador junto con George Soros de Quantum Fund.
Desde un lote de 13 hectáreas que será el sitio de la operación inicial de PharmaCielo, Cock-Correa explicó por qué cree que Colombia es ideal para la producción de marihuana, desde el punto de vista de las ventajosas condiciones climáticas y de suelo que ofrece el país. Hay una razón para que Pablo Escobar se iniciara en el mundo de la droga traficando marihuana.
Una historia floral que llega a su fin
Durante más de 50 años la región de Ríonegro, en los Andes colombianos, ha sido una de las principales zonas de producción de flores que se envían a Estados Unidos y Europa. Esta zona produce un cuarto del total de las exportaciones de flores de Colombia; es el principal proveedor de flores para Estados Unidos.
El corte de las flores es clasificado por tamaño, altura y diámetro. Las condiciones de cultivo que hacen que Colombia sea ideal para las flores también la hacen una buena región para la marihuana.
Los enormes invernaderos, construidos con sencillos toldos blancos de plástico acomodados sobre postes y cableado, salpican las fértiles y verdes colinas de la zona. El suelo volcánico nutre flores como los crisantemos y claveles durante todo el año. Sin embargo, el centro de los planes de la empresa son las finanzas.
Cuando la producción esté en pleno desarrollo, PharmaCielo espera producir un gramo de flores de marihuana con unos 5 centavos de dólar. Producir la misma cantidad cuesta al menos diez veces más en Estados Unidos y Canadá.
En América del Norte, los productores de marihuana generalmente tienen dos opciones: realizar el cultivo al aire libre, lo cual solo genera una cosecha al año, o sembrar en invernadero, método que requiere un alto consumo energético.
En cambio, las empresas que invierten en Colombia quieren depender de los atributos naturales del país para romper ese molde.
Tecnología que cambiará la vida en los campos colombianos
Las plantas de marihuana pasan de la fase vegetativa a la fase de floración cuando cambian las condiciones de luz. Crecen más grandes y su producción aumenta mientras más tiempo estén en la fase vegetativa. Finalmente, empiezan a florecer cuando están expuestas a 12 horas de luz solar, seguidas de 12 horas de oscuridad, usualmente en primavera o verano.
Para lograr ciclos de 12 horas, los cultivadores estadounidenses y canadienses que desean aumentar su producción tienen que depender de la iluminación artificial. Como Colombia está ubicada sobre el ecuador tiene más días que siguen el patrón de 12 horas, una ventaja sobre los países ubicados más al norte, como Estados Unidos y Canadá.
PharmaCielo planea complementar la luz del sol usando lámparas de led de bajo voltaje para engañar a las plantas y hacer que se queden en la fase vegetativa.
Un trabajador cosecha crisantemos en mayo, justo después de la gran demanda del Día de las Madres. “Nuestro crecimiento se debe a la luz del sol”, explicó Marcelo Siqueira, el director de operaciones de PharmaCielo Colombia. Por lo tanto, la empresa espera tener cuatro cosechas al año a costos sustancialmente menores que los de la competencia en América del Norte.
Mientras tanto, una red de depósitos ayuda a conservar el agua y, en consecuencia, a controlar los costos. La fertilidad del suelo permite que la compañía dependa menos de productos como el esfagno y la fibra de coco rallado para ayudar a que las plantas crezcan, por lo que ahorrará dinero y reducirá desperdicios.
Sin embargo, PharmaCielo aún espera. Mientras llegan los permisos necesarios, Cock-Correa sigue sembrando flores en las 13 hectáreas de la empresa. Este empresario opina que el proceso de pasar de ser una granja de flores a ser una granja de cannabis es directo. Hay fuerza de trabajo capacitada, la infraestructura ya existe, el suelo es de primera y está listo para ser plantado.
Una vez que se obtengan las licencias necesarias, la compañía estima que podría llegar a tener 607 hectáreas de cultivo activo en dos años. Cock-Correa quiere firmar contratos con otras granjas vecinas que actualmente cultivan flores.
En mayo, durante una visita al terreno inicial, los lechos de tierra todavía tenían flores. Los trabajadores se apresuraban a terminar de cortar y empacar las nuevas flores para el Día de las Madres. “En un año todo este cultivo será de cannabis”, afirmó Cock-Correa.