"Todo, todos los demás se alejaron, mi vida se había evaporado en el aire, ya no quedaba nada ni nadie a mi alrededor. Pero acaso no solo ellos me abandonaron…Yo también me había ido, cada vez más y más lejos, hasta perderlos de vista".
Nunca he podido terminar de leer mi libro. Cada vez que lo intento me detengo en una frase o un capítulo como éste, que me hace retroceder mi memoria, el tiempo y los años, y no puedo dejar de pensar y sentir dolor. ¿Cómo pude hacerme tanto daño? ¿Cómo pude soportar tanto dolor, sufrimiento y autodestrucción? ¿En qué minuto la voluntad volcó su poder a un lado tan oscuro donde la negación, ceguera y cobardía se apoderaron por completo de mí?
Pasó todo tan rápido, que aunque fueron años de lucha, hoy, a días de cumplir casi 10 años desde que publiqué esas líneas, les confieso que aún hay episodios que no he logrado perdonar, que aún no me perdono ni he podido olvidar. Pero lejos de entristecerme, siento que me engrandece y fortalece el alma, porque hoy sé que tengo la maravillosa oportunidad de trabajarlo, asimilarlo y, finalmente, lograr perdonarlo. Ya que quizás nunca lo olvide y no es lo que busco, eso en realidad es justamente lo que no quiero.
No busco olvidar mi pasado, ni mis vivencias, porque es ahí donde radica mi mayor fortaleza y aprendizaje: la enseñanza de mi pasado son las fuerzas de mi presente. Ya que si bien la vida se me hizo aire una vez, se evaporó y por Dios que me hizo sentir que todo volaba y en el aire yo y mi mundo se perdían, nunca perdí de vista ese árbol de la vida al que me aferré, que soportaba cualquier huracán que pasara por delante, porque inconscientemente nunca dejé de ver, de sentir. No estaba lejos ni abandonada; estaba cerca y presente, escuchaba, veía y miraba muchas veces lo que el resto del mundo creía que yo pasaba por alto.
Mi corazón nunca le perteneció a esta enfermedad y es por eso que nunca se entregó, le cerró bien fuerte y de golpe la puerta a la muerte cada vez que se quiso hacer presente, nunca dejó de latir, porque él tenía bien claro que a esta vida venía vivir.
Muchos de los que están viviendo esta enfermedad creerán que es fácil hablar de lo ya superado, incluso cómodo. Algunos me considerarán hasta loca, otros lo más probable es que ni si quiera me crean. Y si es así, de verdad los entiendo porque yo también sentí, viví y pensé lo mismo. ¿Con qué autoridad me viene hablar -decía yo-, si no está viviendo, ni sintiendo lo que yo vivo? ¿Qué es lo que me pretende enseñar? ¿Es súper fácil hablar que es simple aprender andar en bicicleta, cuando ya se aprendió, cierto? ¿Acaso no sabe cuántas veces lo intentado y cuántas caídas en el piso me he dado?
Les digo: no tengo autoridad, ni quiero ni pretendo tenerla, para responder estas preguntas. Estoy lejos de querer enseñarles algo, qué podría decirles yo que no les han dicho antes. Claramente es más fácil hablar desde este lado, sí están en toda la razón, es más fácil, más sano, más limpio y más puro. Está lejos de la cobardía, el miedo, la negación y de esa ceguera que muchos años yo también me autoimpuse a vivir y me obligué a resistir. Aquí no cabe la víctima que se auto compadece, porque se cae una y más veces en el intento por lograr el objetivo.
Hoy yo no busco enseñarles nada, ni menos darles una cátedra de cómo salir, optar por la vida y dejar de vivir su vida en ese autoflageloque se han impuesto. Tampoco podría, ya que yo no triunfé sola; mi éxito, mi lucha y mi triunfo, estuvo rodeado de infinitas manos, que siempre estuvieron extendidas hacia mí, solo que yo mucho tiempo no quise tomarlas ni verlas. Se podría decir que soy una agradecida he infinita deudora, ya que sin esas manos, ningún triunfo hubiera dado frutos.
Todo radica, empieza y termina en ustedes. Ya que el mundo entero les puede tender la mano, pero solo depende de ustedes elegir tomar esa ayuda. Si no lo hicieron hoy, está bien, porque si hay una cosa que me siento con autoridad de decir, es que no olviden que nunca es tarde para empezar de nuevo y que a cada minuto se puede volver a intentar.
Con cariño,
Denisse Fuentes Estrada, Fundadora & Directora Fundación "Pesa Tu Vida" (www.pesatuvida.cl; Facebook: Pesa Tu Vida; Twitter: @PesaTuVida/@D_FUENTESE; Instagram: Pesa Tu Vida/Denisse.fuentes.e); autora de "La Dieta de la Muerte"; Joven Líder 2015; Diplomada Internacional en Coaching Neurolingüístico.