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Salvemos nuestro abejorro: Conoce la lucha para que el polinizador nativo de Chile no desaparezca

El Bombus dahlbomii es la abeja más grande y austral del mundo, y por estos días enfrenta una dura batalla contra su par europeo. Tal es así, que la especie chilena ha disminuido en un 90% y se encuentra en peligro de extinción.

23 de Septiembre de 2016 | 15:50 | Por Daniela Pérez G., Revista Viernes
Cuando el pueblo mapuche escucha el zumbido de un abejorro, nadie se asusta ni esconde. No importa su gran tamaño, su intenso color naranja, tampoco el fuerte sonido que emite mientras vuela de flor en flor. Para ellos, no sólo se trata de una especie clave para la producción de la miel que consumen como elixir medicinal, sino que es objeto de veneración. Una deidad. Porque el abejorro, por sobre todas las cosas, es el espíritu de un antepasado que al comenzar la primavera reaparece para visitarlos.

Conocido científicamente como Bombus dahlbomii, el abejorro chileno es un polinizador indispensable para la flora de Chile y el sur de Argentina. Único en el mundo y presente desde Coquimbo hasta Magallanes, era la abeja más abundante y con mayor distribución en el país hasta hace veinte años. Sin embargo, en las últimas décadas su presencia ha disminuido dramáticamente y los científicos estiman que prontamente podría dejar de existir.

¿Qué sucedió? Los abejorros nativos de todo el mundo están librando una batalla que ha provocado la declinación de sus poblaciones debido a la fragmentación de sus hábitats, la contaminación por pesticidas y el cambio climático. Pero, sobre todo, por la interacción con congéneres introducidos. Esto último es lo que amenaza con mayor fuerza al abejorro de nuestro país. Y todo apunta a un principal responsable: el abejorro europeo o Bombus terrestris.

Con el fin de mejorar la polinización de diversos cultivos, en especial el de tomates, en 1997 se ingresaron a Chile las primeras colonias de esta especie, que hoy abundan en patios y jardines, donde destacan por su color amarillo y franjas negras. Creados artificialmente en Holanda, se comenzaron a comercializar en el mundo durante los años 80 para su uso en invernaderos, ya que su vibración es particularmente eficaz en las flores del tomate. En Chile, el resultado fue tan exitoso que se siguieron importando para utilizarlos en pimientos, kiwis y arándanos e incluso se otorgaron patentes para producirlos localmente.

Así, hasta la fecha y según cifras que maneja José Montalva, biólogo y miembro del grupo de especialistas en conservación de abejorros de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), se han ingresado más de un millón de colonias. Cada una, con cientos de abejorros que hoy vuelan libres por todo el país.

Dahlbomii contra Terrestris


El abejorro es una especie fundamental en el universo de los polinizadores, transportando mayor cantidad de polen, sin cansarse. Esto, ya que a diferencia de las abejas, es todo terreno: trabaja con frío, viento, lluvia y puede polinizar desde antes del amanecer hasta que se pone el sol. Es muy versátil. “Hay lugares donde, realmente, son vitales, como en la alta montaña de Chile, que al ser mucho más fría, tiene menos polinizadores. Lo mismo pasa en el sur, en la Patagonia o en la Isla de Chiloé”, asegura Montalva.

Como parte de las estrategias que pueden tomar los agricultores para mejorar sus cultivos en invernaderos, el ingreso de la especie europea originalmente no fue visto como una medida amenazante. Si bien la polinización se sustenta principalmente en el servicio que proveen en forma libre los polinizadores nativos silvestres, aquellos de laboratorio tienen la ventaja de apurar y mejorar el proceso. Reemplazan el uso de hormonas para solucionar temas de polinización o de cuaja de frutos –el proceso que marca la transición del ovario de la flor a fruto– y ahorran mano de obra en la ejecución de estas labores.

El problema es que, a pesar de que el SAG aseguró que el ingreso de abejorros exóticos se mantendría en espacios controlados, la especie se asilvestró. “En un principio se utilizaba sólo en invernaderos y cuando terminaba la producción de tomates, ahí mismo se ponía fin a la colonia. Pero ahora se usan en otros frutos, como el arándano, que tiene cultivos a campo abierto. Esto significa que el abejorro queda libre en el medio ambiente. Así se naturalizó y hoy se puede encontrar en la misma distribución histórica que tenía el abejorro nativo. Incluso se han registrado algunos en el desierto florido o en Arica, donde no deberían estar”, asegura Montalva.

Dicha naturalización cambió las reglas del juego para el Bombus dahlbomii. Y provocó un desequilibro en el ecosistema del cual forma parte. “El Bombus terrestris está acostumbrado a inviernos más crudos y como fueron criados en invernaderos, pierden la noción de estacionalidad y tienen más de un ciclo en un año. Por lo mismo, cuando el abejorro nativo sale de sus nidos, bajo tierra, éste enfrenta inmediatamente una desventaja sobre los recursos florales”, explica Montalva.

Sigue leyendo qué se está haciendo para salvar al abejorro nativo en revista Viernes.
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