Siempre hablamos de trastornos alimenticios, creyendo que estos solo se reducen a la anorexia, la bulimia y el comer compulsivo. A veces también incluimos a la obesidad, dejándola cerca pero a la vez lejos, no entiendo por qué. Ya que si bien ambas enfermedades se ven como si estuvieran ubicadas en polos opuestos, son muy similares: es la misma voz interna y fantasmal, la que te habla y susurra sin descansar diciéndote que la comida no es permitida para ti o bien, animándote a comer sin pensar ni parar.
Esto incluso les ocurre a quienes solo tienen unos cuantos kilos de sobrepeso, que luchan con una dieta que no pueden seguir, y que muchas veces viven en silencio con el fantasma de una bulimia solapada, y de la que no se atreven a hablar por vergüenza y culpa.
La bulimia es un trastorno alimenticio súper complejo y peligroso. No se nota como la anorexia y obesidad a simple vista, ya que muchas veces no se refleja en la pérdida o aumento de kilos. Sin embargo, es igual de mortal, ya que el exceso de vómitos o de diferentes métodos para purgar y eliminar la comida, te llevan no a devolver nada. Es tu misma vida la que estás botando, ya que son los electrolitos que hacen latir tu corazón los que se eliminan y que muchas veces llevan a un paro cardíaco.
Esto no lo cuento desde la teoría, sino que desde mi propia vivencia. Dios me debe tener mucha fe, ya que más de una vez me dio una nueva oportunidad, dándole fuerza a ese músculo tan vital y lleno de amor llamado corazón, que lo tenía tan poco alimentado.
El cuerpo es una máquina hermosa y perfecta, en la que cada órgano y músculo tiene su razón de ser, y si descuidamos uno, el todo deja de funcionar. En este sentido, los trastornos alimenticios atacan directamente a la máquina y es triste ver cómo quienes los sufren no le toman el peso a esa realidad, y siguen guiándose por estereotipos y modas que al final son las responsables de que estas patologías aumenten en lugar de disminuir.
Sí, porque hoy ya no es solo la anorexia y la bulimia, sino que hay nuevos nombres y diagnósticos: la vigorexia u obsesión por conseguir el cuerpo perfecto; la alcohorexia, en la que la persona deja de comer para ingerir las calorías a través del alcohol; la potomanía, que es beber litros y litros de agua para así llenar el estómago y evitar comer; y la ortorexia u obsesión por comer sano.
Pero hay un trastorno nuevo en el que me quiero detener hoy: la brideorexia o noviarexia, que básicamente tiene relación con la preocupación obsesiva de una novia por lucir perfecta el día de su boda.
Cuando supe de su existencia pensé: "¿Cómo puede ser que uno de los días más importantes y lindos de la vida de una mujer, también esté marcado por este fantasma?". Para mí, el día en que una persona decide unir su vida a otra, es sinónimo de celebración lejos de fantasmas que quiten la paz.
Según algunos profesionales, la noviarexia se da por la preocupación de que todo salga perfecto en el "gran día". Sí, lo comparto, pero hay límites. La autoexigencia, la crítica o la perfección, nunca son sinónimos de paz y satisfacción. No me parece normal ni atribuible al estrés, el que las novias terminen recurriendo a dietas líquidas, laxantes, consumo excesivo de agua, vómitos y al cigarrillo como un inhibidor del apetito, o que se compren un vestido más pequeño para así obligarse a bajar de peso.
Quizás piensen que por ser algo momentáneo, no debería ser considerado un trastorno, pero lo cierto es que difícilmente eso se acabará el día de su matrimonio. Porque esto no es un juego, no es un entrar y salir. Estas enfermedades te quitan, te consumen y te roban la vida; te sumergen en la culpa, en el enojo y en la autocompasión; te olvidas de lo esencial, de que estas aquí para vivir y no para sobrevivir.
Este país necesita mirar y escuchar, ver a estas enfermedades en toda su dimensión. Ser y hacer sinergia, ya que en la misma línea del obeso, también camina el anoréxico, el vigoréxico y el bulímico. Los síntomas pueden cambiar, pero la adicción, obsesión, dolor y soledad se presentan de igual manera.
Y lo más preocupante de todo es que se nos olvida ejercitar y alimentar el músculo más vital y esencial, ese que se nutre principalmente de amor: el corazón. Ya que si no hay amor propio, difícilmente se puede hacer andar y latir el órgano principal de la máquina con la vinimos a vivir.
Denisse Fuentes Estrada, Fundadora & Directora Fundación "Pesa Tu Vida" (www.pesatuvida.cl; Facebook: Pesa Tu Vida; Twitter: @PesaTuVida/@D_FUENTESE; Instagram: Pesa Tu Vida/Denisse.fuentes.e); autora de "La Dieta de la Muerte"; Joven Líder 2015; Diplomada Internacional en Coaching Neurolingüístico.