SANTIAGO.- Quedan tan apretados que se sale todo por arriba, o tan sueltos que queda, prácticamente, todo en el aire, así que hay que ajustar los tirantes a tal nivel que al sacárselos, una marca de dolor permanece en los hombros. Escoger el sostén ideal no es fácil.
En general no son baratos, por eso, y a pesar de las incomodidades, varias mujeres acomodan tirantes y broches como pueden para que estas prendas cumplan su principal función, que es sujetar.
“El sostén debe tener un denominador común: garantizar el confort, contención, seguridad”, comentó Jack Esquenazi, subgerente de marketing de Flores. “Si bien se trata de una prenda de uso cotidiano, muchas veces la mujer chilena desconoce su talla e incluso el modelo que mejor se adapta a sus necesidades, por eso la importancia de asesorarse con especialistas”, agregó.
Lo básico: Conocer tus medidas
Lo primero es conocer la talla que le corresponde a cada una. Y aunque parezca simple, existen estudios que aseguran que cerca del 80% de las mujeres desconocen cuál le corresponde. Para revertir eso, se debe tomar en cuenta que la talla se mide con un sostén puesto y una cinta de medir. Y que en Latinoamérica, a diferencia de Europa, el contorno se refleja en pulgadas. De este modo, si éste mide 75 centímetros, corresponderá a una talla 34 en Chile. (Al medir, la huincha no debe apretar el busto, sino que debe quedar justa, mientras se mide con los brazos relajados).
Luego, la cinta se pasa justo por debajo del sostén, más o menos a la altura de las barbas. Y la diferencia entre esta última medición y la anterior, es la letra de la talla que corresponde; A (13 cm), B (15 cm), C (17 cm), D (19 cm) y DD (21).
También es fundamental que las barbas de los sostenes no queden jamás apretando el busto al extender los brazos hacia arriba, ni tampoco que estén muy ajustados en el tórax, ya que podría traer malestares como neuralgias intercostales, produciendo inflamación y dolor.
Por otro lado, hay que fijarse bien que se está vistiendo una talla correcta del sostén, ya que muchas veces, cuando la copa A, B, C o D, es más grande de lo que debería, se tiende a ocupar los últimos broches del sostén, subiéndolo considerablemente en la espalda.
Lo ideal es que la prenda quede al mismo nivel por delante y por detrás y que quede perfecta en el primer broche. Así, a medida que se va usando más la prenda y va cediendo con el paso de los meses, se puede ir ajustando para que quede más firme.
Asimismo, no es poco común que se acorten los tirantes cuando se siente que el sostén no está sujetando como corresponde. Eso sólo indica que la talla es incorrecta o, si ya ha pasado un tiempo, que es hora de comprar unos nuevos. En ambos casos, se deben preferir aquellos que tengan los breteles acolchados u ojalá anchos -sobre todo si se tiene mucho busto- para evitar que se entierren en los hombros.
Ícono femenino
Este jueves 3 de noviembre el sostén celebra 102 años de vida, una larga existencia en la que ha pasado a ser un ícono de la sensualidad femenina -al usarlo-, y un símbolo de la liberación al despojarse de él.
Patentado en 1904 por la estadounidense Mary Phelps Jacob, ha pasado por todas las versiones en telas, y a lo largo de las décadas, ha representado la figura femenina que encarnan las distintas generaciones. Así, en los años 50 recordamos un busto algo puntiagudo, y en los 90, con la llegada del wonderbra, un escote voluminoso.
Hoy por hoy, entre las mujeres que se han propuesto no usarlo todos los días y las que están hartas de privilegiar lo estético antes que la comodidad, varias se han unido a lo que llaman lencería “honesta”. Es decir, sostenes de tela elasticada, sin rellenos, sin push-up, sin barbas; un simple sostén.