PONTEVEDRA.- Pocos son los niños en Europa que todavía van a pie, solos al colegio, sin sus padres controlándolos. Pablo, de ocho años, está contento de ser uno de ellos en Pontevedra, una de las ciudades españolas que fomentan la autonomía del menor.
Caracoleando por un pasaje peatonal, arrastrando sus mochilas de ruedas, Pablo Pazos y su hermano Jorge, de 10 años, saludan a los compañeros con los que se cruzan al salir de su escuela pública del centro de su ciudad de 83 mil habitantes. Pontevedra, ya desde el año 2010, promueve el programa "Camino escolar", que pretende devolverle a los niños una ciudad amable con ellos, haciéndola más segura y fomentando que los menores se apropien de las calles al caminar solos para ir al colegio.
El resultado de este esfuerzo es que en 2015, un 25% de sus alumnos de 6 a 12 años se desplazaron solos a la escuela, según las estadísticas municipales.
"Podemos hablar de nuestras cosas, de juegos, nada importante pero que los adultos no entienden mucho", resume Pablo yendo a comprar el pan. "No hace falta que los adultos estén siempre al lado de nosotros", dice con cortesía. "A veces te están molestando un poco, te están hablando seguido todo el rato, '¿qué tal en el cole?'".
Él prefiere la aventura, "hacer tonterías, gastar bromas". "El otro día nos escondimos detrás de un árbol y le metimos un susto a un amigo", comenta.
Sus palabras provocarían una sonrisa de júbilo al investigador italiano Francesco Tonucci, de 76 años, entrevistado en Pontevedra, en septiembre. "Durante mi infancia, se jugaba en la calle, se descubría el mundo en la calle, era lo normal. Hoy hay que reconstruir esta normalidad", reivindicó durante 40 años este psicopedagogo del Consejo Nacional de Investigación de Roma, ahora convertido en un abuelo de espesa barba blanca.
Sus ideas se abrieron paso en una veintena de municipios españoles, como Pontevedra, pero su red "La ciudad de los niños" se encuentra en varias escuelas de Italia, Argentina, Colombia, Perú, México, Turquía y aquí, en Chile.
Dejen a los niños jugar fuera de la casa
“Si pensamos en un barrio de Santiago, donde todos los niños vayan a la escuela solos, cambia totalmente la imagen del barrio; se mueven menos autos, hay más movimiento y control social de los niños respecto a nosotros y de nosotros respecto a los niños. Siempre digo que una ciudad sin niños es peor. (Los adultos) nos portamos mal, por cómo conducimos y cómo nos aprovechamos de todo por nuestros intereses”, había comentado a mediados del 2011 Tonucci, cuando vino a Chile a presentar su idea de “La ciudad de los niños”, aprovechando que el alcalde de Punta Arenas de entonces, Vladimiro Mimica quiso unirse a la red. Actualmente, la comuna de El Bosque también aparece entre las zonas de Latinoamérica que se inscribieron en la propuesta del italiano.
"Los juegos tecnológicos están hechos para bloquear a los niños mucho tiempo dentro de casa", dijo en Pontevedra: "Déjenlos salir e inventar sus juegos". "Parece una forma de abandono pero es una forma de querer: te dejo porque confío en ti", añade.
"La presencia de un adulto impide la sorpresa, el descubrimiento por sus medios, el riesgo, que es un componente esencial del juego", repite incansablemente. Y a los padres más recelosos, Tonucci les dedica este argumento: "en los niños que no pueden cometer pequeñas tonterías a la hora que las necesitan, crece el deseo de transgresión que explota en la adolescencia con mucho más peligro".
En Italia, según él, sólo un 7% de los niños entre 6 y 11 años van solos al colegio porque los medios generan "un pánico general", con emisiones televisivas que relatan "crímenes horrorosos contra los niños".
Pero los abusos sexuales suelen suceder en el entorno inmediato del menor y no en plena calle, dice el italiano, y los accidentes sobre todo se producen, paradójicamente, cuando están junto a un adulto.
Larga vida al rey peatón
Alcalde de Pontevedra desde hace 17 años, Miguel Anxo Fernández adoptó las ideas de Tonucci e incluso hizo traducir al gallego, la lengua regional, uno de sus libros.
Pero si Pontevedra recibió en 2015 un premio del programa ONU Habitat es por saber desprenderse del exceso de vehículos y conseguir que "el peatón sea el rey", dice el alcalde.
"Desde febrero de 2011, no hay ningún muerto en la ciudad por accidentes de tráfico", subraya el jefe de la policía local, Daniel Macenlle.
El programa "Camino escolar" contribuyó, según el policía, a reducir el riesgo de accidentes en el entorno de los colegios, normalmente causados por la afluencia masiva de padres para dejar o recoger a sus hijos en vehículos.