SANTIAGO.- Pese a que los sondeos indicaban que alrededor del 50% de los franceses se oponía a su apertura, el 14 de octubre pasado, las autoridades de salud de Francia inauguraron con bombos y platillos el primer centro para el consumo supervisado de drogas. Y ayer lunes, la ciudad de Estrasburgo, al este del país, abrió una segunda sala para habitantes de la región y de la vecina Alemania.
Este último espacio, instalado en el recinto del hospital universitario de Estrasburgo, se compone de una zona de recepción, otra para el consumo de drogas y una tercera para descansar y conversar, según comprobó un periodista durante una visita de prensa.
La sala se divide en seis "puestos" separados por tabiques (como cubículos), en los que los toxicómanos podrán inyectarse su droga, y otros dos para la toma de estupefacientes por vía nasal e inhalaciones, según explicó la asociación que gestiona el lugar.
Un enfermero y un acompañante les darán a los usuarios el material esterilizado "de uso único y personal", sin intervenir en la toma de drogas de esas personas, todas mayores de edad, que traerán sus propias sustancias.
El lugar también acogerá a drogadictos del distrito de Ortenau, en el Land alemán de Baden-Wurtemberg, al otro lado de la frontera con Francia.
El debate
“'El Estado dice que no te puedes drogar, pero te ayuda a hacerlo”, había protestado en octubre el diputado Philippe Goujon al inaugurarse el primer espacio dedicado al consumo supervisado, presentado en sociedad por la ministra de Salud, Marisol Touraine, y la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, en el Hospital Lariboisière en el barrio de la Gare du Nord (Estación del Norte), una de las más transitadas de Francia.
Y mientras algunos vecinos agradecían los esfuerzos por evitar encontrarse en las esquinas con personas intercambiándose jeringas e inyectándose, otros se preguntaban si crecerá el número de dealers alrededor y qué pasará con los sujetos ya drogados que salgan de la sala de consumo después de “su sesión en el hospital”. “Han instalado el centro en un lugar muy próximo a escuelas y colegios, facilitando un espectáculo lamentable para niños y adolescentes”, alegó una mamá.
Con todo, el gobierno ha declarado que estos espacios forman parte de cinco años de prueba, con los que se espera evaluar si sirven o no para controlar de alguna manera el consumo de drogas.