Decenas de padres oran para que a sus hijos les vaya bien en el trascendental examen.
AP
SEÚL.- Oficinas cerradas, aviones inmovilizados, obras suspendidas: Corea del Sur intentaba mantenerse hoy en silencio para no perturbar los exámenes de ingreso a la universidad, en los que toda una generación se juega el futuro.
Debido a la fuerte presión que ejerce una sociedad ultracompetitiva, la escolaridad en Corea del Sur se define en esas horas decisivas.
Aprobar el examen permite ingresar a las mejores universidades, lo cual garantiza el éxito profesional y a veces hasta buenas perspectivas de matrimonio.
A la excepcionalidad del acontecimiento, la sociedad surcoreana responde con medidas igualmente excepcionales.
Para permitir a los 606.000 estudiantes de secundaria llegar a la hora al examen, todas las oficinas públicas, muchas empresas privadas e incluso la bolsa iniciaron sus actividades a las 10 de la mañana (01:00 horas GMT), es decir con una hora de atraso.
Durante media hora a principios de la tarde, en el preciso momento en que se desarrollaba la prueba de comprensión lingüística, se impuso en todos los aeropuertos una prohibición de aterrizaje y despegue.
En muchas obras en construcción se suspendieron los trabajos ruidosos y se prohibió la circulación de grandes camiones en cerca de más de mil lugares del país donde se toma examen, que concluirá al final de la tarde.