LONDRES.- Recorrer el entrañable decorado de los hogares de las clases medias inglesas en los últimos 400 años durante la Navidad es posible gracias a "Christmas Past", una exposición que profundiza en sus diferentes estilos decorativos. "La muestra no solo trata del cambio de algunos aspectos de la Navidad, como los árboles o las golosinas, sino que permite también ver cómo vivía la gente fechas tan señaladas como la Nochebuena o el Año Nuevo en otras épocas", explicó su curadora, Hannah Fleming.
Un total de once salas permiten viajar por el pasado para descubrir los significados de las tradiciones antiguas y actuales de la Navidad como besarse bajo el muérdago, muy clásico en las costumbres del norte, los juegos de salón o enviar tarjetas a los allegados.
La exhibición, que desde hace 25 años se renueva cada Navidad en el Museo Geffrye de Londres (el museo del hogar), abre con el primer salón ambientado en una fiesta de Año Nuevo en una casa londinense, donde se observan en la mesa platos con azúcar, alimento de lujo en el siglo XVII. "La habitación está decorada con hojas perennes, costumbre pagana que, posteriormente, los cristianos adoptaron como un símbolo de la vida eterna", indicó Fleming.
La comisaria comentó que esta muestra permite al espectador conocer el proceso de la evolución que hay en la decoración de las casas, comenzando por la introducción del árbol de Navidad por la reina consorte Carlota de Mecklemburgo-Strelitz, esposa del rey Jorge III, hasta los diferentes detalles decorativos de una pareja joven en el barrio de Shoreditch.
"Hasta mediados del siglo XIX no comenzó a celebrarse la Navidad como se conoce actualmente; un periodo en el que el príncipe Albert de Inglaterra extendió a Gran Bretaña la tradición de adornar el árbol, originaria de su Alemania nativa", argumentó Fleming. La selección de las tarjetas navideñas, los regalos, los árboles o la comida son muy importantes para comprender "el cambio de las costumbres en las familias inglesas", señaló.
En la exposición destaca la originalidad del salón séptimo, por la decoración inspirada en el movimiento estético de la cultura japonesa.
Pequeñas linternas con ramas orientales o el diseño de las cortinas de la habitación, agregó Fleming, permiten crear una sensación de estar en el Lejano Oriente que se puso de moda en el Reino Unido.
Fleming también explicó que la primera tarjeta de Navidad, creada por Sir Henry Cole en 1843, no se observa en anteriores salones porque no empezó su comercialización hasta el año 1860 y solo era utilizada por las clases altas de Inglaterra.
Otras habitaciones, como la del año 1745, un salón para tomar el té, y la de 1790, que contiene una mesa con un elegante mantel blanco de lino, son lugares que no tienen ningún aspecto festivo, comentó la comisaria. "Las tradiciones cristianas eran las de comer, dar hospitalidad o dar limosnas a los más pobres y esto perseveró durante esos tiempos; no era una festividad como es ahora", relató.
La festividad navideña a principios del siglo XVII fue prohibida por los puritanos y hasta principios del siglo XIX no se volvió a celebrar como un regocijo de placeres en Inglaterra.
Los árboles y las golosinas son comunes en 1910, y en el salón octavo, de estilo eduardiano, se cuelgan por primera los calcetines en la chimenea, dijo la curadora, una costumbre que proviene de la tradición holandesa de poner zapatos en el Día de San Nicolás que "entró en Gran Bretaña a principios del siglo XX".
A partir de los años 30 la decoración es artificial, destacan los canapés y los carritos de cóctel en el centro de los salones y un pequeño árbol en una esquina junto a las tarjetas de felicitación y los famosos tocadiscos para animar la noche. "Era una nueva manera de celebrar la Navidad en pisos más pequeños del centro de Londres, con decoraciones menos llamativas por el espacio", detalló Fleming.
En los años sesenta, hay más espacios abiertos en los hogares y vuelven los grandes árboles rodeados de papel plata y, como manifestó Fleming, "el color, los juegos de mesa, los regalos y la ilusión estaban presentes en la festividad".
La última habitación está ambientada en un almacén del barrio de Shoreditch en Londres en el año 1998, donde residiría una pareja que podría invitar a un grupo de amigos para celebrar la ocasión.