Y llegamos a febrero y una vez más, al polémico Día de los Enamorados.
A muchos hasta los festejos del 31 de diciembre, con el nivel de expectativas que se crean a su alrededor, les producen lipiria, huyen en el anonimato o simplemente apagan la luz tempranito Y para los que indagan sobre el panorama vivido, al escuchar la respuesta, el rostro les cambia del entusiasmo a la lástima profunda en un santiamén.
¿Qué se espera para la fecha del amor? Lo mismo ¡y peor! Ya a fines de enero, el aire se torna dulzón, invitando a todos a cuadrarse con el evento, a alistarse para el panorama romántico. En un abrir y cerrar de ojos, todo, todo huele a romance y cada metrópoli donde semanas atrás se exhibía el árbol y la guirnalda, los reemplaza orgullosa con corazones y osos de peluche.
No hay mucha chance de hacerle el quite, ya que cual perfume penetrante, el ambiente romántico irrumpe sorpresivo en la mitad del trámite bancario o al interior de un ascensor, reemplazando villancicos por cánticos de Arjona. Y cuando menos se te lo esperas, te cae la pregunta de rigor: ¿Qué harás para el 14?
Si tú eres de los privilegiados que tienen pareja, celebre o no la fecha, nadie irá muy lejos, se conformará con cualquier respuesta, tal vez asumiendo el carácter tedioso de las relaciones formadas. Pero si perteneces a ese -cada vez más grande- grupo de personas sin noviazgo oficial -aunque sea andante- afírmate, no te soltarán. Ansiosos e incluso con morbo, una y otra vez los interrogantes, cual padres de universitarios luego de la PSU, te irán cayendo con la misma pregunta: ¿Ya tienes planes?
Pensando en ti -mujer u hombre- es que escribo estas líneas. Como bien sabes, mi tema es el amor y son muchísimos los años que me he dedicado a dar diversas alternativas para enfrentar dignamente la fecha entre quienes no tienen la oficialidad de un romance, y dado esto, me parece que podría ser la oportunidad de adquirir una postura frente al tema.
Asumiendo que el mundo está organizado de una manera estándar, que muchos a su alrededor lo conminarán a sumarse a sus filas, pareciera conveniente determinar una posición sobre el asunto de la pareja, protegerse frente al agudo escrutinio social especialmente cuando no se tiene la más mínima claridad de su destino amoroso.
Es así que surgen dos líneas obvias de acción entre quienes otra vez este 14 de febrero los pilla sin una relación oficial: los solteros a los que sí les ilusiona incorporarse a la fiesta, y -por el contrario- los que decidan restarse y no ser parte del jolgorio.
Si tú perteneces al grupo que lo persuade el festejo, el salir a mostrarse y jugar con quienes también tengan la sencilla intención de levantar una copa, por nada o por todo, el amor y la amistad, acompañados por la brisa nocturna, bienvenido sea: a celebrar, a despeinarse y reír a carcajadas.
Pero si eres de los que prefiere pasar de San Valentín, que no encuentra ninguna razón de incorporarse a una fecha que le suena ajena, quedarse en casa y seguir su rutina, muy por el contrario de ser depresivo, pareciera ser una opción válida, una solución auténtica, digna y sincera.
Ninguna alternativa es mejor, ninguna más adecuada por sobre la otra, ya que ambas son legítimas, ambas son sanas.
Ya sea para celebrar un cumpleaños, un matrimonio o el día de los enamorados, si el estrés cruza la celebración, si aparece la angustia o se obliga a un panorama para que "no vayan a pensar mal", es ahí cuando debe prestarse atención, cuando algo no encaja, algo está mal. No son pocas las oportunidades en que, cediendo a la presión social y muy lejos del gozo y la distención, las personas terminan adhiriéndose a la masa, transformando la ocasión en un verdadero suplicio.
Si este San Valentín sientes que no tienes nada por qué celebrar, y te acusan de fome, de no tener "actitud", no escuches, menos te urjas o te achaques. Si el amor no está en tu agenda inmediata, o si la fecha te mete el dedo en la llaga afectiva en pro de tu paz mental, te recomiendo suspender la fiesta para cuando puedas hacerlo desde donde corresponde: como un juego, con alegría y sólo para seducir. Aguardar que escampen los cielos, se despeje tu ánimo, cuando de verdad tengas ganas y tú así lo decidas.
Cristina Vásconez, coach para el amor (cvasconez@puntopartida.cl; www.cristinacoach.cl)