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La viuda negra: La historia de moda, dinero y crimen de la casa Gucci

La semana pasada, la justicia italiana decretó como cumplida la condena de Patrizia Reggiani, quien pagó para dar muerte a su ex marido y último heredero de este imperio de moda. En 2010 no quiso salir en libertad vigilada para no trabajar y hoy, cobra un millón de euros de pensión al año, del dinero del hombre que mandó a matar.

27 de Febrero de 2017 | 09:58 | Emol
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Patrizia salió bajo libertad condicional el año 2013, por buena conducta.

Reuters
SANTIAGO.- "No hay crimen que no se pueda comprar", escribió en su agenda Patrizia Reggiani (69), diez días antes de mandar a matar a su ex marido y padre de sus dos hijas. Se había separado hacía 10 años del último heredero de una de las casas de moda más emblemáticas de Italia, y el 27 de marzo de 1995, el hombre al que contrató para dispararle cumplía su cometido en la entrada de una oficina en Milán, logrando impactar tres balas en el cuerpo de Maurizio Gucci (nieto del fundador de la marca), para luego darse a la fuga. Gucci tenía 46 años.

"Humanamente, lo siento. Desde el punto de vista personal no puedo decir lo mismo", dijo sin tapujos Patrizia, una mujer baja y de cabello oscuro, en pleno funeral de quien fuera su esposo. Había logrado casarse con él en 1972, pese a la negativa de su suegro, Rodolfo Gucci, que desconfiaba de las intenciones puramente amorosas de su nuera, y que para evitar futuras complicaciones, había decidido dejar como herencia la empresa familiar, pero de manera dividida: 50% para Maurizio, y el otro 50%, para el primo de este, Paolo Gucci.



Fue precisamente este último quien acusó a Maurizio de fraude fiscal y de haber falsificado firmas de su padre para perjudicarlo. Luego de años de pugna legal, Maurizio huyó a Suiza para evitar la cárcel y no volvió hasta que la justicia italiana lo absolvió. En ese viaje se reencontró con una vieja amiga que se transformaría en la última mujer que amó: Paola Franchi, pieza clave en el odio que generaría luego Patrizia.

“Te quiero ver muerto” y el temor a la magia negra

Maurizio Gucci llevaba apenas unas horas muerto cuando Patrizia se presentó en la casa donde su ex marido convivía con su nueva pareja. "Le dije que no quería verla en ese momento y veinte días después se presentó en mi casa con el abogado para ver las cosas que estaban en casa y para controlar que yo no tocase nada", comentó en una entrevista del año 2013 la propia Paola. "Cuando se divorciaron, Maurizio le había dejado un apartamento en Nueva York, un ático en Milán y mucho dinero. Era inmensamente rica, pero quería nuestra casa porque era su modo de vengarse".

Paola se había reencontrado con Gucci en una fiesta en Sant Moritz, mientras este escapaba de la justicia italiana. Y al volver a Milán, se juntaron un par de veces antes de dar inicio a una relación que fue clandestina, hasta que ella se separó de su segundo marido, Giorgio, padre de su único hijo.

"(Mauricio y Patrizia) estaban separados desde hacía tres o cuatro años pero no divorciados por lo que Patrizia seguía utilizando el apellido Gucci (…) Ella no estaba enamorada de Maurizio, lo único que la interesaba era mantener su nivel social, su imagen. Quería seguir siendo la señora Gucci", agregó Paola, antes de relatar el infierno que vivió con su entonces pareja, tras recibir varias amenazas de muerte por parte de la ex mujer. "Te quiero ver muerto", le decía explícitamente, dejándole un mensaje en la contestadora, y furiosa además, porque Maurizio había decidido vender su parte de la empresa familiar, dejando Gucci en manos árabes.

Según contó, un día llegó el abogado de Patrizia a comentarle a Maurizio que su clienta había consultado sobre cuál sería la pena por contratar a alguien para matarlo. Y pese a que Paola le rogó porque consiguiera guardaespaldas, Gucci decidió contratar a una bruja, ya que sabía que Patrizia era asidua a visitar adivinas y creía que a través de la magia negra, ella estaría perjudicando su nueva relación con Paola.

Entre rejas, plantas y un hurón

Cuando la policía detuvo a Patrizia por el asesinato de Maurizio, ella misma abrió la puerta de su casa. Habían pasado dos años desde que Gucci había muerto, y las investigaciones ya habían descartado la participación de la mafia.

Patrizia fue declarada culpable por haber pagado 400 mil euros a un sicario, Benedetto Ceraulo, quien fue condenado a cadena perpetua por el asesinato de Maurizio Gucci. Asimismo, debieron pagar condena Orazio Cicala (el conductor del vehículo en el que se movilizó Ceraulo), y el organizador de toda la operación, Ivano Savioni.

La vidente de Patrizia, Pina Auriemma, también fue condenada a 19 años de cárcel por haber influido en la orden de asesinato. Y por su parte, "la viuda negra" como comenzó a ser llamada en Italia, enfrentó una pena de 26 años a contar de 1997, pero se la redujeron a 16 por buena conducta.

Patrizia enfrentó sus años en la penitenciaría milanesa de San Vittore con tranquilidad, cuidando sus plantas y su hurón, Bambi (tuvo dos, pero las otras reas mataron al primero). Entre lo que más decía extrañar era su maquillaje, y pese a que en el año 2010 le ofrecieron la posibilidad de salir a cambio de trabajos sociales, ella prefirió seguir en prisión: nunca había trabajado y no creía que era el momento de comenzar a hacerlo. Además, desde el año 2005 que podía salir cada 15 días por 12 horas para visitar a su mamá, quien vivía en una de las mansiones que Maurizio dejó en herencia a sus hijas, Allegra y Alessandra.

El año 2013, el abogado de Patrizia logró la libertad de su clienta bajo la tutela de trabajos sociales, algo que para "la viuda negra" se tradujo en declarar sus intenciones de trabajar como asesora de moda para una tienda de Milán. No podía ser menos. "Si soy sincera a mí no me cambia nada que esté dentro o fuera de la cárcel, pero no es justo", dijo entonces Paola, quien visitó la tumba de Maurizio en Sant Moritz hasta el año 2000, cuando su hijo, Charly, se quitó la vida con 16 años. "El dolor inmenso por la pérdida de mi hijo ha disuelto en parte el dolor por la muerte de Maurizio", dijo.

Libre y millonaria

El más reciente capítulo de esta historia se dio a conocer la semana pasada, cuando los tribunales exoneraron a Patrizia de cumplir los tres años que le quedaban con libertad vigilada, y, de paso, establecieron que ella recibirá la pensión de un millón de euros anuales que había acordado con Maurizio al momento de divorciarse.

Y pese a la negativa de sus hijas, recibirá otros 24 millones de euros atrasados, una cantidad que tendrá que ser abonada por Allegra y Alessandra, las únicas herederas de Gucci.

"Me sigo sintiendo Gucci, la más Gucci de todos", dijo Patrizzia el 2014 a La Repubblica, informando su intención de trabajar para la empresa de moda. "Ellos me necesitan", aseguró.

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