Nueva York es una ciudad que definitivamente revuelve todos los sentidos. Esta metrópolis no solo deslumbra la vista con su imponente arquitectura, sino que además es capaz de marcar a sus visitantes con su característico ruido urbano que en un principio es una mezcla entre tráfico vehicular, obras en construcción, artistas callejeros y centenares de personas que van de un lado a otro hablando una infinidad de idiomas, muchos de ellos extraños e incompresibles.
No obstante, detrás de este evidente caos auditivo la Gran Manzana tiene un orden especial, único y propio que hace de esta ciudad un destino cautivador para los millones de viajeros que anualmente la visitan.
De ahí que no resulte extraño conocer el proyecto de la empresa Breather que consistió en capturar y envasar los ruidos de esta metrópolis.
“Sus barrios también son reconocibles de manera individual, ya sea por sus colores, olores, sabores y sonidos; y mientras lugares como Chinatown destacan por los ruidos de su mercado, otros rincones como Little Italy sobresale por sus restaurantes y cafés"
COCHA
Para eso un grupo de personas se lanzó a la calle durante tres meses para caminar por los 25 barrios de Manhattan y grabar los sonidos que salen de la gente, sus actividades, conciertos, veladas en restaurantes, actividades deportivas o simplemente una caminata por el parque.
El resultado final fue una extensa lista de reproducción de ruidos que reflejan el alma de Nueva York y que, de paso, es una “fotografía acústica” de lo que es esta metrópolis en pleno siglo XXI.
En el Departamento de Norteamérica de COCHA insistieron en la idea que la Gran Manzana no solo es una metrópolis que destaca por sus rascacielos, oferta cultural, presentaciones artísticas o exquisita gastronomía.
“Sus barrios también son reconocibles de manera individual, ya sea por sus colores, olores, sabores y sonidos; y mientras lugares como Chinatown destacan por los ruidos de su mercado, otros rincones como Little Italy sobresale por sus restaurantes y cafés que invitan a disfrutar como si estuvieras en Italia”, explicaron en la agencia de viajes.
Uno de los responsables del proyecto que capturó los ruidos de Nueva York, Julien Smith, dijo a la revista Conde Nast Traveler que en principio la idea era generar una base de datos con sonidos urbanos que pudieran ayudar a la concentración de las personas.
“En un nivel bajo, los ruidos urbanos ayudan a la concentración de algunas personas y puede ser una herramienta que ayude a mejorar la productividad en el trabajo”, explicó el cofundador de la empresa Breather.
Lo cierto es que este proyecto también es un registro histórico de la “ciudad que nunca duerme”. Quién sabe, quizá dentro de un siglo estas pistas sean parte de un museo o una exposición tal como ocurre con una grabación del Nueva York de 1929 donde la contaminación acústica ya era un problema, tal cual lo es hoy para los habitantes de la Gran Manzana.
“Si un tigre bramara en las calles de Nueva York, la gente de al lado no lo habría oído” concluyó en esa época la Comisión de Control de Ruido que ya intentaba investigar el nivel del sonido en unos 10.000 lugares de la ciudad.
Estos antiguos registros son el resultado del trabajo del historiador Emily Thompson, quien deseaba poner en evidencia la relación de los neoyorquinos con los sonidos de la ciudad, y cuyo trabajo se encuentra en el sitio The Roaring Twenties, donde destacan los ruido de los sitios en construcción, un artista callejero, un payaso con un cerdo gruñendo, un prendero gritando la compra de ropa vieja y mucho más. "He intentado crear una máquina del tiempo", comentó Thompson al presentar su recopilación.