La actividad del poderos volcán Agung, en la isla de Bali (Indonesia), entró en “fase crítica” aumentando el riesgo que pueda hacer erupción en cualquier momento, informó la Agencia Nacional de Gestión de Desastres de ese país, la que ya dispuso la evacuación de unas 75 mil personas como medida de precaución.
No obstante, un número reducido de visitantes extranjeros, entre ellos algunos españoles, se ha mantenido en las inmediaciones del macizo como una pequeña luz de esperanza para la golpeada industria turística de la zona.
En una de las villas de Sideman, un pueblo turístico en el distrito de Karangasem y a unos 15 kilómetros del cráter, un grupo de viajeros europeos mantiene distintas opiniones sobre la situación, las que van desde la calma al miedo pasando por la incertidumbre, ante la amenaza que supone el Agung, un volcán con una altura de 3.031 metros.
"No estoy muy nervioso”, afirmó el madrileño Rafael Rueda, "supongo que en una zona turística lo primero que hubieran hecho si hubiese peligro sería haber cerrado todo y haber evacuado, la palabra es incertidumbre”, añade desde la piscina de la villa, entre tropicales arrozales.
Por su parte, su novia Isabel Solís se muestra más preocupada luego de sentir un fuerte temblor ayer lunes. “Te planteas muchas cosas, te entra un poco de pánico que se incrementa al ver los mensajes de familiares y amigos, como ¡Iros de esa zona! ¿Pero qué hacéis ahí? o ¿Estáis locos?”, dice la joven.
El grupo, que lo completa la madre y la hermana de la viajera, asegura que no tienen información sobre una posible evacuación, aunque conocen que la zona de seguridad es de un radio de 12 kilómetros alrededor del cráter, y esta no incluye al hotel.
"Nos pusimos en contacto con el hotel, y nos dijeron que estaba en una zona a salvo, lo único que ya no podemos visitar nada porque los templos más cercanos al volcán están todos cerrados”, asegura Rueda.
Solis indica con sorpresa que los trabajadores del hotel, que está prácticamente vacío como el resto de alojamientos en Sideman, "están muy tranquilos”, y si les preguntas dicen que “están totalmente en paz”.
La Agencia Nacional de Gestión de Desastres elevó el viernes al máximo el nivel de alerta de la erupción de Agung y comenzó con la incesante evacuación de los habitantes asentados en la ladera del monte, que supera las 75.000 personas.
En los últimos cuatro días la actividad sísmica y otros parámetros que analiza el Centro de Vulcanología y Mitigación de Peligros Geológicos indican que el volcán ha entrado en una fase crítica de erupción, aunque es impredecible el momento en el que podría comenzar.
Hace más de medio siglo, entre 1963 y 1964, el volcán Agung expulsó ríos de magma durante casi un año y causó la muerte de más de 1.100 personas, aunque los expertos no consideran probable una explosión tan fuerte en el presente.
“Dentro de unos días ya no vamos ha estar aquí, pero ellos (los locales) tienen que vivir con la erupción y con lo que suceda”, consideró Rueda.
Según datos de la Agencia Central de Estadísticas de Bali (BPS, en indonesio), casi cuatro millones de personas visitaron la isla entre enero y agosto de 2017, un aumento de cerca del 25 por ciento respecto al mismo periodo del año anterior.
Aunque no existen cifras oficiales, los negocios de hostelería, comercios y taxistas aseguran que el nivel de turistas se ha reducido drásticamente desde la alerta. Muchos visitantes han abandonado el este de Bali, donde se alza el volcán, hacia zonas alejadas como la céntrica Ubud y otros han optado por buscar un destino lejos de la isla.
"Más de la mitad de los turistas se han ido. Rezo para que se vaya a dormir (el volcán) porque si no, no tendré trabajo”, dice el conductor Areli Naaman Lopo, de la sureña provincia de Nusa Tenggara Oriental, que trabaja en el destino turístico.