SNATIAGO.- Recientemente culminó el mayor Festival del Emparejamiento en Europa. Tal como se lee: un festival en Irlanda, que desde hace muchos años realiza un casamentero de tomo y lomo.
Esto del emparejamiento es algo que me atrae desde que tengo memoria, y no es casualidad. Desde muy joven fui dándome cuenta lo difícil de encontrar a ese alguien que no sufriera de los típicos malestares que imposibilitaban una relación. Me parecía que por mí misma no sería capaz de detectar a quien simplemente quería amar, y en su lugar me repetía el plato, una y otra vez, con personas con pánico al compromiso o traumas de infancia.
Juntando quejas, horas de insomnio y un reguero de lágrimas, a inicios de los '90 cuatro visionarios amigos imaginamos un sitio, que tal como una bolsa de empleos, propusiera juntar a personas en la búsqueda sincera de una relación. Por esos tiempos, antes de Google, ninguno había escuchado de la existencia de un emprendimiento así -sino, lo hubiéramos usado- y ciertamente en Chile no había nada parecido.
Fueron muchísimas las horas que dedicamos al proyecto, a establecer en qué se basaría nuestra propuesta, y si bien ninguno tenía una capacitación en temas de comportamiento humano, nuestras propias historias eran aval suficiente de lo imprescindible a ofrecer. Quizá fue debido a la máquina de la vida o al cáncer que se llevó al fiel y dulce Norman, la razón por la que finalmente no logramos cuajar el emprendimiento -y menos la pareja- por aquellos tiempos.
Hoy, los sitios de citas pululan por todas partes, y dada la virtud principal de internet de colocar al alcance de la mano de cualquiera los ámbitos más inimaginables, el amor no iba a ser una excepción. Según un estudio de la Universidad de Chicago realizado entre 20.000 personas desde el 2005-2012, un tercio de ellos había conocido a su pareja por internet, demostrando la penetración de las redes en los otrora temas privados de las personas.
Sin embargo, a estas alturas ya surgen las primeras oleadas de detractores cibernautas. Y es que, como cualquier mecanismo, internet también tendría su lado B dado que su naturaleza inmediata y muchas veces anónima, puede congregar a muchos en búsqueda de cualquier cosa menos de un romance de largo aliento. Ha sido la principal queja de tantos sitios de encuentros express, los que lamentablemente para algunos, han derivado en un algo en donde prima lo sexual, lo momentáneo y sin mañana.
Con los años, dedicada a fondo a los temas de relaciones de pareja, escucho de boca de hombres y mujeres las mismas quejas que yo emitiera con mis amigos en aquellos años: de la falta de pericia propia, la incapacidad de elegir bien, y además, de las escasas posibilidades de conocer caras nuevas.
Por un lado, ya sabemos que con el paso del tiempo las personas tienden a languidecer en sus intentos sociales, y los círculos por nutridos que hayan sido en la juventud, se van estrechando o al menos, repitiendo. En tales circunstancias, las probabilidades de conocer prospectos con quienes iniciar una nueva relación se convierten en una quimera. ¿Le resuena esto a usted?
Desde mi tribuna de coach pienso que, cuando las personas se cierran enfáticamente a explorar nuevas vías para expandir sus mundos, tienden a mostrar al fondo estructuras rígidas, falta de flexibilidad, el rendirse a temores y prejuicios. Por el contrario, celebro a quienes sostienen su genuino anhelo de emparejarse y no se dejan amilanar por tales supuestos -reales o imaginarios- y se adaptan de buena manera a los distintos mecanismos que hoy, tal como los pubs de los '90, ofrecen una vía hacia el amor. Y es que, tomando las precauciones necesarias, estos formatos parecieran ser tan válidos como cualquier otro, si además se aprende a tomarlo con humor, a bajar el nivel de expectativas y a soltar el resultado.
De tal suerte, el Festival de Matchmaking durante Septiembre en Lisdoonvarna (Irlanda) con sus 60.000 participantes llegados de distintos rincones del mundo, en un rango tan amplio entre los 18 y los 80 años, pareciera ser una muestra tangible de cuántos coinciden en la misma búsqueda del amor. Es el caso de Marleze Kruger, una viuda sudafricana quien luego de haber visitado dos veces el lugar y quedar enamorada de este, se decidió a abandonar todo y viajar los 10.000 km, empeñada en encontrar al irlandés de sus sueños. ¿Una locura? Depende. Porque con tal cantidad de personas con la misma predisposición, reunidas durante 30 días, surgen 30.000 posibilidades de encontrar pareja. ¿No le parece seductor? Y como este, no cabe duda que puedan haber otros eventos, con sólo surfear debidamente en la red.
Si usted es de las tantas personas que ve pocas posibilidades de enamorarse a su alrededor, es el momento de evaluar cuánto realmente ha hecho por ampliar su agenda. De escucharse si se ha centrando en el lamento esperando que el amor le caiga del cielo, o al contrario, está lista a tomar las riendas e ir por ese alguien, que sin duda existe ya en este preciso momento, y que también, le anda buscando.
Cristina Vásconez, Coach del Amor (cvasconez@puntopartida.cl; www.cristinacoach.cl)
