SANTIAGO.- El año pasado, el Ministerio de Salud decidió
regular la entrega de la placenta a las madres tras el parto, de manera que el órgano
ya no es considerado un desecho biológico. Así, según la norma N° 189 de esa secretaría de Estado,
las mujeres que dan a luz pueden solicitar la placenta y los recintos asistenciales deben entregársela.
La medida fue adoptada luego de que la denominada
placentofagia o consumo de la placenta en forma de batidos, preparaciones o píldoras, ganara popularidad entre las mujeres, convencidas de que ingerir el órgano tras el parto
conlleva una serie de beneficios que, no obstante, nunca han sido confirmados científicamente.
Sin embargo,
Cleofina Bosco, académica del Programa de Anatomía y Biología del Desarrollo del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, aclaró que
el espíritu de la normativa en realidad apuntaba a "respetar tradiciones ancestrales de diferentes etnias del país, las cuales las procesan para ser plantadas bajo árboles sagrados".
Bosco junto a la doctora María Eugenia Díaz, recientemente publicaron un artículo en el International Journal of Research in Medical Sciencies, justamente referido al consumo de la placenta. Bajo el título "Placentophagy: a controversial trend" ("Placentofagia: una tendencia controvertida"), las académicas
entregan su enfática opinión respecto al tema.
"No existe ninguna demostración científica que demuestre que comerse la placenta tenga algún beneficio para la madre o el niño", aseguraron.
En este sentido, Bosco sostuvo que
las únicas pruebas que se han realizado al respecto,
han sido en ratas, cuyos resultados no son extrapolables a los seres humanos ya que las placentas tienen una estructura diferente.
La académica ha dedicado gran parte de su vida a investigar la
placenta, la que -según explicó en un artículo publicado por la página web de la Universidad de Chile-
funciona como un filtro que limpia el flujo sanguíneo que va de la madre al feto.
En este sentido, la especialista
comparó el órgano, con los filtros de agua que hay en las zonas rurales y afirmó:
"A nadie se le ocurriría ir a rasparlos para comerse el contenido que ha quedado retenido".
Bosco también señaló que
la placenta puede ser foco de infecciones y que, además,
se desconocen las condiciones de asepsia en la que las madres la manipulan y procesan para ingerirla.
Asimismo, la académica explicó que
la placenta contiene una gran cantidad de hormonas, como los estrógenos, que
podrían causar tromboembolismos en la madre. Y como actúa como filtro,
retiene los metales pesados como el plomo y el arsénico,
que podrían pasar a la madre cuando la ingiere y, eventualmente, al recién nacido a través de la leche materna.
Por todas estas razones,
Cleofina Bosco hizo un llamado a no seguir modas de salud, que no tengan una base comprobada y publicada en revistas científicas nacionales o internacionales con comité editorial.