Tres días antes y sin comunicar adónde se dirigía, el joven de 20 años había salido de su hogar.
Captura NPY
SANTIAGO.- Si no estaba muerto, ¿andaba de parranda? Esa es la pregunta que Juan Ramón Alfonso Penayo debería responder a su familia, luego de sorprender a todos cuando ingresó a su domicilio, mientras en el mismo inmueble eran velados sus supuestos restos.
Tres días antes y sin comunicar adónde se dirigía, el joven de 20 años había salido de su hogar, ubicado en el pueblo de Santa Teresa, en el departamento de Amambay, Paraguay, que limita con Brasil y donde son frecuentes las disputas entre narcotraficantes.
Es por esto que al no tener noticias del paradero de Juan Ramón, su familia denunció su desaparición temiendo lo peor. Y sus sospechas se confirmaron cuando, luego de algunas horas de búsqueda, la policía de la zona les informó del hallazgo de un cuerpo calcinado.
Tras hacer el correspondiente reconocimiento de los restos por parte de la familia, se determinó que Juan Ramón había muerto y se dio paso a preparar y realizar las honras fúnebres.
Fue así como en pleno velatorio, todos quedaron impactados cuando Juan Ramón ingresó tranquilamente, vivito y coleando, a su hogar para descubrir atónito un ataúd en el que supuestamente estaba su cuerpo.
La policía asumió su error y recuperó el cadáver, el que fue enterrado como N.N., ya que se sigue desconociendo su identidad, según ha trascendido en medios como BBC y Mirror.
Tampoco se sabe la excusa que el joven paraguayo dio a sus cercanos para aclarar por qué desapareció por tres días, para "resucitar" en plenas exequias.