Su extraña condición lo obligó a perderse cenas familiares para evitar las molestias posteriores (imagen de referencia).
Fotobanco
SANTIAGO.- Hoy suena incluso gracioso cuando lo recuerda, pero Neil Ribbens lo pasó bastante mal durante los 34 años que no pudo eructar debido a una extraña condición en su laringe.
Cuando tenía apenas meses de edad, este hombre de Shadwell (al este de Londres) perdió su capacidad de eructar, debido a la tensión que había en su laringe, y que era tal que impedía que el gas pudiera salir de su garganta y, en caso de comer un gran plato de comida-, le provocaba fuertes dolores estomacales, hinchazón e hipo severo.
"Evité ir a pubs con amigos hasta que tuve alrededor de 25 años, porque sabía que sentiría dolor y tendría que irme", comentó el hombre a Daily Mail. "No poder eructar realmente impactó en mi vida social", aseguró.
Además, su extraña condición lo obligó a perderse cenas familiares para evitar las molestias posteriores a la ingesta de alimento.
Hoy es más feliz
Cada vez que Ribbens comía en grandes cantidades, sentía un ruido, como de gorgoteo, que venía del fondo de su garganta. Era "el sonido más extraño que haya escuchado, proveniente de un cuerpo humano", explicó.
Luego, vendrían las molestias: opresión en el pecho y un sabor amargo en la boca, la hinchazón, el hipo.
Por años probó varios medicamentos para aliviar sus malestares y buscó ayuda médica, pero solo encontró frustración. "Uno de los médicos con los que hablé se río de mí", aseguró.
Desesperado, buscó ayuda en internet, y así dio con un cirujano que proponía tratar su problema con inyecciones de botox. El procedimiento, de 40 minutos de duración y con un costo de 3 mil libras esterlinas (cerca de $2 millones 500 mil), es lo mejor que le pudo haber pasado, sostuvo Ribbens. "(Hoy) tengo más confianza, estoy más saludable y me siento mucho más feliz", aseguró.
"Afortunadamente, a diferencia del botox cosmético, no tendré que repetir esto mensualmente", explicó el hombre. "Esta única intervención debería haber curado mi problema para siempre".
Ribbens, cuando mira hacia atrás, encuentra hasta gracioso el hecho de que no haya podido eructar por tantos años. "Pero en ese momento fue horrible (…) Las palabras no pueden describir cuánto mejor me siento ahora", indicó.