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Conoce al hombre que vivía en la calle y que hoy trabaja como modelo a los 62 años

Vítor Leitão vivía en albergues y se las arreglaba para reunir 8 euros diarios, después quedar cesante y perderlo todo.

04 de Julio de 2018 | 16:33 | Redactado por Ángela Tapia F., Emol
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De su profesión como informático, el sexagenario dice que no hay nada para alguien de su edad.

Pantallazo Instagram @sonderpeople
SANTIAGO.- Dice que está licenciado en las “habilidades de la calle”. Vítor Leitão vivió hasta hace cuatro años en albergues y casas de caridad de Lisboa, arrogándoselas para subsistir. Se había quedado sin nada; pero todavía tenía sus ganas de salir adelante, esperando que la suerte regresara de nuevo a su vida. Y hoy parece que esta ya golpea su puerta.

A sus 62 años, barbón y con cara de bonachón a veces, Leitão no solo aparece en la portada de Vogue de su país, sino que también en la sesión fotográfica principal de la editorial de moda; una actividad bastante glamorosa y diametralmente opuesta a las precariedades que este portugués vivió por años.



Quedar en la calle

Su mala fortuna había llegado en 2007, cuando la universidad privada en la que trabajaba como director de la red informática cerró, quedando sus empleados cesantes y sin indemnización. "Con 51 años no era fácil empezar. Me fui a Mozambique para desarrollar en cinco años un proyecto gubernamental de lectura de contadores con el celular”, dijo Leitão, tal como indica El País de España.

“Al año, el gobierno no pagaba y mi empresa no aguantó más los gastos de mi estancia (…) Cuando regresé no tenía la casa, pues la había dejado de arrendar, me habían robado el auto, había perdido el carnet y el celular era un aparto inútil sin un contrato. (Entonces) empecé a licenciarme en las habilidades de la calle", relató.

En un comienzo dormía en las estaciones de metro. Y de madrugada, daba inicio a su rutina por conseguir dinero. Para eso, revisaba las máquinas de venta de boletos, con la esperanza de encontrar algunas monedas, o, mejor aún, boletos que hubieran sido botados por turistas que desconocían que les quedaba saldo para seguir viajando. "Los verificaba en las máquinas y si había dinero los vendía por la mitad del saldo; entre unas cosas y otras me hacía un máximo de ocho euros diarios (poco más de 6 mil pesos)", dijo.

Con el tiempo supo que un centro de ayuda le daba por 1,40 euros ($1.065) sopa, pastel de carne, jugo y pan y, en las noches, otro organismo de caridad entregaba comida caliente. Con la ayuda la Santa Casa de Misericordia, empezó a buscar trabajo y consiguió tener un celular para contactar antiguos clientes. Estaba esperanzado.

El golpe de suerte

Fue entonces cuando Fred Castro, fundador de Sonder People –agencia que busca gente común y corriente para anuncios de grandes marcas- lo encontró. “A mí me gustan mucho las plumas”, recordó Leitão. “Y un día estaba mirando una vitrina de estilográficas cuando Fred me vio y me dijo si había pensado ser modelo".

Por su parte, Castro señaló a La Vanguardia: "Pensé que tenía una mirada auténtica e interesante, el tipo de mirada que los directores de casting aman. Le pregunté si alguna vez había pensado en rodar anuncios para la televisión y me dijo: no, pero, ¿por qué no?'".

Sin miedo a que su edad pudiera ser un impedimento, Leitão dejó que le hicieran su book fotográfico y desde hace tres años, ha conseguido trabajos en distintos anuncios, incluyendo la Federación Portuguesa de Fútbol, que le han aportado algunos ingresos y le han ayudado a retomar su vida.

Ocupado, para no recordar lo negativo

De su profesión como informático, el sexagenario dice que no hay nada para alguien de su edad. En cambio, gracias a su trabajo como rostro publicitario y otras labores, se mantiene mes a mes.

"El subsidio, más estos ingresos extra (por los anuncios) de entre 500 y 800 euros ($380 mil- $610 mil), dos veces al año, me han permitido arrendar una pieza por 210 euros ($160 mil). Sigo yendo a comer por 1,40 euros y desde hace unos meses trabajo en un negocio internacional de flete de pescados. Voy de 5 de la mañana a las 2 de la tarde. Me dan 50 euros ($38 mil) semanales y, a veces, un pescado para la cena", explicó.

"No quiero estar en la calle de sol a sol y jugar a las cartas en las plazas públicas con otros jubilados, por eso me levanto a las 5 de la mañana; voy a la playa, ando en bici y a pie. Mucho, pues caminar ejercita la mente. Vivo el día a día, no diría que activo pero sí ocupado, para no recordar cosas negativas, porque ya pasaron. Ahora estoy un poco mejor y mi idea es seguir mejorando", concluyó.

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